02 febrero 2010

ENCICLOPEDIA MARIANA VIRTUAL - TOMO 2 - MISIÓN MARIANA

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MISIÓN MARIANA 



001 ¿Qué se entiende por Misión?

El poder que se da a una persona para desempeñar algún oficio en su vida.

"A la insinuación de la voluntad divina estuvo presto San Gabriel, como a los pies del trono, y atento al ser inmutable del Altísimo, y su Majestad por sí le mandó y declaró la legacía que había de hacer a María Santísima y las mismas palabras con que la había de saludar y hablar; de manera que su primer autor fue el mismo Dios, que las formó en su mente divina, y de allí pasaron al santo arcángel, y por él a María Purísima.

 Reveló junto con estas palabras el Señor muchos y ocultos sacramentos de la encarnación al santo príncipe Gabriel, y la Santísima Trinidad le mandó fuese y anunciase a la divina doncella cómo la elegía entre las mujeres para que fuese Madre del Verbo eterno y en su virginal vientre le concibiese por obra del Espíritu Santo, y ella quedando siempre virgen; y todo lo demás que el paraninfo divino había de manifestar y hablar con su gran Reina y Señora"., Cfr. Venerable Sor María de Jesús de Agreda, -Mística Ciudad de Dios-, II Parte, #111, Pág., 388; Libro III, Capítulo X.

002 ¿Por qué debió ser la Virgen María nuestra Corredentora?


Porque habiendo sido una mujer ( Eva ) la que causó nuestra ruina, quiso Dios, Uno y Trino que fuera, también una mujer( María ), la que ayudara a nuestra salvación.

 "Por eso, pocos Padres antiguos en su predicación, gustosamente afirman: El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; lo que ató Eva por la incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe; y comparándola con Eva, llaman a María Madre de los vivientes, y afirman con mayor frecuencia: 'La muerte vino por Eva, la vida por María' ( C. I. N.56 )"., Cfr. "La Madre Divina", Monseñor Pbro. Jorge González V & Pbro. Juan Rey S.J. Capítulo XII, La Corredentora, #1, Pág., 318 ( 1975 ).

003 ¿Cómo así qué María Corredentora y Jesús qué?


Claro que sí, pero asoció íntimamente a su redención y mediación a su Santísima Madre, María de Nazaret, verdadera socia del Redentor.

Por eso escribimos: Co-redentoracon el único Redentor del Universo, Nuestro Señor Jesucristo. 

"Con el fiat que pronuncia: hágase; desde aquel momento se pone incondicionalmente en las manos de Dios. Consagra toda su vida a la persona y a la obra del Redentor. Con Él y a sus órdenes colaborará a la salvación de los hombres"., Cfr. "La Madre Divina", Monseñor Pbro. Jorge González V., Capítulo XII, #I, Pág., 318 (b).  
004 ¿Qué oficio señaló Dios a la Santísima Virgen María?

El de Madre Dios, Corredentora del género humano y Madre de la Iglesia.

"Esta mujer, desde el instante que tenga ser, ha de ser mi escogida y única para mí; yo la eximo desde ahora de la jurisdicción de sus enemigos y la señaló un lugar de gracia eminentísimo"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro I, Cap. VIII, # 105.

005 ¿Cómo cumplió la Virgen María el Oficio de Madre de Dios?

Dando a luz, virginalmente y llena de gracia, a Nuestro Señor Jesucristo, en Belén:

"Estuvo María Santísima en este rapto y visión beatífica más de una hora inmediata a su divino parto...En el término de la visión beatífica y rapto de la Madre siempre Virgen, que dejo declarado, nació de ella el sol de justicia, Hijo del Eterno Padre y suyo, limpio, hermosísimo, refulgente y puro, dejándola en su virginal entereza y pureza más divinizada y consagrada; porque no dividió, sino que penetró el virginal claustro, como los rayos del sol, que sin herir la vidriera cristalina, la penetra y deja más hermosa y refulgente"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Sor María de Jesús de Agreda, II Parte ( Extractos ), # 475 y 477, Libro IV, Cap. X.

006 ¿Nuestra Señora frente al Hombre - Dios?

Introducción:

En Cristo los privilegios y las perfecciones de la humanidad tienen su razón y fundamento en la unión hipostática; en la santa Virgen María tienen su razón y fundamento en su unión espiritual y física con su Hijo Jesucristo.
Precisamente por su íntima unión espiritual y física con el Hijo, la Santa Virgen tiene un lugar singular y exclusivo en el proyecto de la economía de la Redención...
EN CRISTO HAY DOS NATURALEZAS


Las Dos Naturalezas - Enciclopedia Mariana Lam ©®En Jesucristo hay dos naturalezas: una divina, porque era Dios; y otra humana, porque era hombre.  Jesucristo es Dios desde toda eternidad, puesto que es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Es hombre desde la Encarnación, es decir, desde que se juntó a la naturaleza humana ( Cf. San Lucas 1, 26 - 56; 2, 1 - 20 ). San Juan en el primer capítulo de su Evangelio nos enseña esta doble verdad: "El Verbo era Dios" y "El Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros".


Puesto que en Jesucristo Nuestro Señor hay dos naturalezas, hay también dos entendimientos, uno que corresponde a la naturaleza divina y otro a la humana. Por la misma razón hay también en Él dos voluntades; pero no hay sino una sola memoria, porque en cuanto Dios no necesita memoria, ya que tiene las cosas en el perpetuo presente.

Respecto a su naturaleza divina bástenos decir que tenía todas las perfecciones propias de la Divinidad: hablemos de su naturaleza humana.



La Transfiguración de Jesús, en el Monte Tabor, San Mateo 17:1-13


SU NATURALEZA HUMANA. SU CUERPO Y SU ALMA

En la naturaleza humana de Jesucristo, podemos distinguir dos elementos interesantes: el cuerpo y el alma.

1. El Cuerpo de Jesucristo era real: a) "Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo: "... Ya he visto la salvación que has comenzado a realizar a la vista de todos los pueblos, la luz que alumbrará a las naciones y que será la honra de tu pueblo Israel"., Cf. San Lucas 2,  28. 30b - 32. b) "Palpad, decía a sus apóstoles después de su resurrección, y considerad que un espíritu no tiene carne ni huesos como vosotros veis que yo tengo"., ( San Lucas 24, 39 ). c) El Alma de Cristo era, como la nuestra, un espíritu creado por Dios para animar su Cuerpo. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" ( San Lucas 23, 46 ). Delicado y perfectísimo, aunque sujeto al dolor, a las necesidades y a la muerte, porque venía a expiar nuestros pecados. 




La Transfiguración de Jesús, en el Monte Tabor, San Lucas 9.28-36



2. El Alma de Cristo era, como la nuestra, un espíritu creado por Dios para animar su cuerpo. Era sí, infinitamente más perfecta, ya en sus facultades naturales, ya en sus dones sobrenaturales ( Hebreos 4, 14 - 16; San Marcos 6, 45 - 52 ).

A ) Facultades naturales.

1. Su entendimiento  estaba dotado de excelentes conocimientos desde Niño hasta Adulto ( Cf. San Lucas 2, 47; Colosenses 2, 3 ). El entendimiento divino estuvo dotado de tres clases de ciencias: la infusa, esto es, infundida directamente por Dios sin necesidad de imágenes ni raciocinios; la beatífica, o contemplación de la divina esencia; y la adquirida por medio de los sentidos y la razón. Las dos primeras le venían a causa de su unión con el Verbo.

2. La voluntad de Cristo era perfectísima, dotada de eminente poder y santidad, y de perfecta libertad ( San Juan 10, 18 ).

Tenía la voluntad de Jesucristo dos eximias perfecciones, de que carece la nuestra, pero no su Señora Madre, María Santísima: no podía pecar, ni sentía inclinación al mal; y, la integridad: en Él no había concupiscencia, sino que el apetito estaba perfectamente sometido a la razón, puesto que en Cristo no existía el pecado original ( como tampoco en su su Santa Madre, María de Nazaret ), ni aquellas de sus consecuencias que envuelven imperfección moral. Había también en Jesucristo perfecto acuerdo entre su voluntad humana y la divina.

3 ). El Corazón de Jesucristo estuvo lleno de amor ternísimo para con su Padre ( Abbá = Papá Dios ); y de amor, misericordia y mansedumbre con los hombres ( Cf. San Juan 4, 34; San Mateo 11, 28-29 ).

¿En Jesucristo hubo pasiones? ¡Claro que si! Y, así leemos en la escritura que amó con predilección a San Juan, lloró ante la tumba de Lázaro, y se llenó de angustias, tedio y tristeza al pensamiento de su pasión. Sus pasiones, sin embargo, se diferenciaban de las nuestras en que nunca tendieron a cosa mala, y siempre obedecían la dirección rectísima de su voluntad.

B ) Dones sobrenaturales y preternaturales.

Nuestro Señor Jesucristo, el HOMBRE-DIOS estuvo adornado con la plenitud de la gracia, virtudes, dones, frutos y carismas del Espíritu Santo; y no podía ser de otra manera dada su unión íntima y personal con la Divinidad ( Cf. San Juan 1, 14-16 ). Respecto a los dones preternaturales ya hemos indicado que tuvo la ciencia y la integridad; mas no la inmunidad ni la inmortalidad antes de su gloriosa resurrección, pues quiso expiar nuestros pecados sometiéndose al sufrimiento y a la muerte en la Cruz.

EN JESUCRISTO NO HAY SINO UNA PERSONA LA DIVINA

Las dos naturalezas del SEÑOR JESÚS están unidas en una sola persona, que es la divina, a quien llamamos Jesucristo.

El Verbo Divino no se unió a una persona humana, sino a una naturaleza humana; y así la persona divina hace las veces de persona no sólo para la naturaleza divina, sino también para la naturaleza humana, a la cual se unió. Nuevamente aquí se encuentra nuestra limitación humana nuestra inteligencia en frente de un gran misterio. Podemos comprobar al 100% que en esta unión no hay contradicción, pero no comprender a fondo cómo se hace. Creemos sí con absoluta firmeza en él "YO SOY", porque Dios nos lo reveló en el Antiguo y Nuevo Testamento en forma que nos brinda plena certidumbre. Jesucristo tiene dos naturalezas: Humana y Divina. Se unen en la persona de Él pero sin confundirse y sin que se dañe la esencia. completamente Hombre Perfecto y completamente Dios Encarnado en medio de nosotros ( Cf.  San Juan 4, 24 - 26 ).

LA UNIÓN HIPOSTÁTICA

La unión de las dos naturalezas en Nuestro Señor Jesucristo se llama "HIPOSTÁTICA" Ó PERSONA, porque ambas están unidas en una sola persona: la del Verbo. Hipóstasis ( Hypóstasis ) es el sustantivo griego que corresponde al sustantivo castellano persona. E hipostático el adjetivo que corresponde al adjetivo personal. Cristo es una sola persona. Es persona exclusivamente Divina. Segunda persona de la Santísima Trinidad. La persona humana de Cristo se llama: Jesús. La Persona humana de Cristo subsiste en su persona Divina. María es Madre de la persona Divina de Jesús. María no es Madre de la Naturaleza. Cristo es una persona Divina con Naturaleza humana y Divina.

¿Quién le dio la Naturaleza humana a Jesús? ¡María! ¿Quién le dio la Naturaleza Divina a Jesús? ¡Nadie! Él es Dios. María es Madre del Hombre-Dios ( Es la Unión Hipostática ).

"Jesucristo como misterio de salvación, no puede expresarse adecuadamente sin una referencia, así sea implícita, a la mujer que le dio el ser, María. En la plenitud de los tiempos, para la realización de la promesa del Padre, hay una mujer que tiene una función imprescindible, María. Ella da a luz al Salvador, el Hijo de Dios"., Cf. "María discípula de Jesús y mensajera del Evangelio", Pbro. Carlos G. Álvarez, Eudista, Colección V Conferecia, Biblia 8, Cap. 1, # I, Pág., 16, Ed.Paulinas ( 2007 ).
Las dos naturalezas de JESUCRISTO se mantienen íntimamente unidas, pero sin confundirse; como el cuerpo y el alma en el hombre están en íntima unión, pero sin confundirse el uno con la otra.

La unión de las dos naturalezas en JESUCRISTO es perpetua. El YO SOY ó Él Verbo tomó la naturaleza humana para siempre. Por eso en la Eucaristía y en el Cielo su divinidad permanece unida a su cuerpo y a su alma.

LAS CUATRO CONSECUENCIAS IMPORTANTES DE ESTA UNIÓN

A) Todos los actos de Cristo tienen valor infinito:  La persona en general, tiene la propiedad de ser centro d atribución de todos los actos del individuo; de modo que todo lo que éste haga se atribuye a su persona.

Por ejemplo no se dice: "Mi garganta Canta, mi Voz habla, mi Cerebro siente; sino yo canto, yo hablo, yo siento; atribuyendo al mismo "yo" todas mis acciones.

Lo mismo pasa en Jesucristo. Todas sus acciones, así las de su naturaleza divina como las humanas, se refieren a su persona. Así decimos que Cristo creó el Universo ( Obra propia de Dios ), y que padeció ( Obra propia del hombre, de la persona humana).

De esta doctrina se saca la consecuencia importantísima que todas las acciones de Cristo, aun las propias de su naturaleza humana tienen valor infinito por atribuírse a la persona divina del Verbo: "La Consagración del Pan y del Vino, en su propio Cuerpo Divino y en su propia Sangre Divina".
Esta doctrina nos permite también ilustrar la Redención.

En efecto, si hubiera en Cristo dos personas una divina y otra divina no hubiera podido padecer ni morir; y la persona humana hubiera podido padecer y morir, pero sus acciones no tendrían valor infínito, por no proceder de una persona divina.

Por el contrario, en la doctrina católica se ilustra la Redención; porque Cristo padece en cuanto hombre, esto es, en su naturaleza humana; pero sus padecimientos tienen valor infinito por la unión personal entre la naturaleza humana y la persona divina.

B) Su humanidad merece eterna ( por todos los siglos ) adoración perpetua: La humanidad de Jesucristo merecece ser adorada a causa de su unión personal con el Verbo Divino. De modo que el culto que se rinde a su humanidad se rinde al Hijo de Dios.

Por eso la Iglesia Católica permite que al Corazón de Jesús y a sus sagradas llagas se dé culto directo de latría o adoración. Igualmente permite que a la Santa Cruz, Clavos de la Pasión, Sagrada Sábana, etc., se dé culto indirecto de latría, por la relación íntima y real que guardaron con la naturaleza humana de Nuestro Señor Jesucristo.

C) La Comunicación de propiedades: La comunicación de propiedades consiste en que puede atribuírse a Cristo Dios lo que es propio de la naturaleza humana; y a Cristo hombre lo que es propio de la naturaleza divina. Así se puede decir que Dios murió y resucitó; o que un hombre es inmortal y omnipotente.

Debe tenerse el gran cuidado de emplear términos concretos, y no abstractos. Así se dice que Dios es hombre, murió, etc., pero sería absurdo y gravísimo error decir que la divinidad es la humanidad, o que la divinidad murió.

La razón lógica es porque no todo lo que puede aplicarse a la persona de Cristo, puede aplicarse a la divinidad general.

Esta comunicación de propiedades la llaman los teólogos comunicación de idiomas, porque idioma quiere decir en griego propiedad; viene del adjetivo idios, que significa propio, particular.

D) Por eso vemos cómo María Santísima es y puede llamarse "Madre de Dios".

¿Cómo se verificó lo anterior?

La concepción de Nuestro Señor Jesucristo en el seno ´puro de María de Nazareth se hizo de modo sobrenatural y milagroso. "Fue concibido por obra del Espíritu Santo", rezamos en el Credo.

Veamos en alguna forma CÓMO SE REALIZÓ este altísimo misterio:

a) El cuerpo perfecto de Cristo fue formado por el Paráclito o el Espíritu Santo o la Tercera Persona de la Santísima Trinidad en las entrañas Inmaculadas de la Virgen María, del mismo cuerpo de esta purísima Señora María de Nazaret.

b) El Alma de Nuestro Señor Jesucristo fue creada directamente por Dios, Uno y Trino y unida al cuerpo.

c) A este cuerpo con su sangre y a esta alma se unió el Verbo Divino, en una sola persona: JESUCRISTO.

San Lucas nos refiere en el primer capítulo de su evangelio cómo se verificó este augusto misterio ( Cf. Capítulo 1, 1 al 80 ).

Necesidad y fin de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo:

1. La Encarnación del Verbo era necesaria en el supuesto de que Dios exigiera por el pecado una reparación digna de él. Porque una reparación digna de Dios sólo puede darla un HOMBRE-DIOS.

Agreguemos que si Dios hubiera determinado perdonar bondadosamente a la persona humana ( Ver el pecado de ADAN y EVA ), la Encarnación no hubiera sido necesaria.

2. El Hijo de Dios ( con Mayúscula la H y la D ) al encarnar se propuso varios fines.

a) El primero y principal fue reparar en una forma digna y adecuada la ofensa que el pecado causó a su Padre.

b)  El segundo, fue la salvación del género humano, envilecido por la culpa. "Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores". ( 1 Tim. 1, 15 ).

c) El tercero fue darnos ejemplo de vida, esto es, presentársenos como modelo de todas las virtudes.

Excelencia de la Encarnación:

La Excelencia de este misterio se deduce de que las perfecciones de Dios, Uno y Trino lucen singularmente en él. Lucen en especial:

a) Su sabiduría, pues encontró el modo de conciliar en forma admirable su justicia con su misericordia.

Si hubiera perdonado simplemente al hombre, hubiera brillado su misericordia pero no su justicia. Mientras que en la Encarnación "la justicia y la paz se besaron"., Cf. Salmo 84, 11.

b ) Su poder, pues encontró el modo de juntar lo infinito con lo finito, lo eterno con lo temporal, el creador con la criatura.

c ) Su bondad, porque este misterio es un prodigio de amor, de humillación y de misericordia eterna.

1) De amor, pues, como dice San Juan, "De tal manera amó Dios al mundo que le dio a su hijo Unigénito ( Cf. 3, 16 ).

2) De humillación, pues en frase de San Pablo de Tarso: "Cristo se anonadó a sí mismo, tomando forma de esclavo, y reducido a la condición de hombre"., Cf. Filipenses 2, 8.

3) De misericordia, porque como declara el mismo Jesucristo Nuestro Señor: "El hijo del hombre vino a salvar lo que había perecido"., Cf. San Mateo 18, 11.

Para corresponder a este inapreciable e inmenso beneficio, debemos todas las personas, como criaturas que somos:

a) Agradecérselo a Dios, Uno y Trino de todo corazón.

b) Aprovechar con esmero todas las gracias que el HOMBRE-DIOS nos ha traído.

c) Imitar todas las lecciones de amor, humillación y misericordia del VERBO ENCARNADO: "Habéis de tener en vuestros corazones los sentimientos que Cristo tuvo en el suyo"., Cf. Filipenses 2, 5.

El Verbo eterno no tomó su naturaleza humana mediante una nueva creación, sino por su generación humana. Siempre que se habla de la Encarnación del Verbo, en la Sagrada Escritura y en la enseñanza de los Padres de la Iglesia, se habla a la vez, de la "Mujer" de la cual tomó la humana naturaleza. Porque el Verbo tuvo nacimiento terrenal de la Virgen María, ella tiene personalmente una relación objetiva en el designio divino de la Salvación; y por su relación personal con el divino Redentor, ella está en el Credo: "nacido de María la Virgen". Por su relación personal con el Hijo Jesucristo, tenemos una doctrina mariológica teológico-dogmática, cosa que no se da para ningún otro santo; y ¿por qué? Sencillamente porque los demás santos tienen, con respecto a nuestra salvación, una relación no personal, sino meramente funcional.

Es necesario, para una mejor comprensión, tener presente aquí lo que usted estudió, es decir, los tres ordenes que existen en el plan de Dios: el orden natural, el orden sobrenatural y el orden hipostático, ¿qué significa esto? Significa que una persona todavía no bautizada está a nivel meramente natural, esto es, tiene solamente los dones debidos a su naturaleza humana (inteligencia, voluntad, memoria, alma, una cabeza, dos piernas, dos ojos, etc...), cuando recibe el sacramento del Bautismo, entonces es elevado al orden sobrenatural porque se le participa de la vida sobrenatural, la vida de la gracia, la vida divina; somos partícipes de la naturaleza divina (Cf. 2 Pedro 1, 4), y entonces recibimos la filiación divina adoptiva que es una modificación real intrínseca en fuerza de la cual podemos hablar de una verdadera regeneración, es decir, de un verdadero nacimiento a la vida divina (nacidos de Dios ), de una semejanza de naturaleza con Dios y de una manera especial con la Persona divina del Hijo (hijos en el Hijo). La santa Virgen María está en estos dos ordenes por su naturaleza humana (orden natural) y por su plenitud de gracia (orden sobrenatural) y de manera absoluta, pero ella por su maternidad divina, por ser la verdadera Madre del Verbo divino fue elevada al orden hipostático, claro está, de una manera relativa, porque el orden hipostático absoluto es exclusivamente de Cristo, porque solamente en El subsisten las dos naturalezas (la humana y la divina) bajo la hipóstasis de la única persona divina del Verbo; pero la santa Virgen es verdadera Madre de esa única persona que tiene inseparablemente las dos naturalezas, así que Ella tiene con el Verbo una relación personal, objetiva, real, esencial (como ya dijimos); Ella es Madre de esta única persona en la línea de la naturaleza humana (la divina no puede tener madre), así que Ella tiene con la persona del Verbo encarnado esa relación intrínseca, directa e inevitable que existe entre una madre y su propio hijo.

La gracia santificante la eleva al orden sobrenatural otorgándole la gracia de la adopción filial; la gracia de la maternidad divina la eleva al orden hipostático con la finalidad de suministrar al Verbo eterno la naturaleza humana y dar al mundo el Salvador; esto da a María un lugar único e inaccesible en el plan de la Redención; y una dignidad personal que ninguna otra mujer podría alcanzar.

Solamente la Santa Virgen puede estar a ese nivel; y por eso el estudio de la mariología es un estudio teológico-dogmático.

María Madre de Dios - En sentido verdadero y propio - Es de fe

Como ya dijimos, en Cristo Jesús los privilegios y las perfecciones de la humanidad tienen su razón y su origen en la unión hipostática; también las grandezas de María tienen su fundamento en esta unión, y le han sido concedidas en fuerza de esa unión. Es por ello que ponemos al vértice de la Mariología el privilegio que primero deriva de esa unión, esto es, la Maternidad divina, luego se tratará de los demás privilegios que de ése derivan o que son premisas o consecuencia, privilegios de gracia (p. Ej.: su inmaculada concepción), de honores (p. Ej.: su perpetua virginidad; su culto de hiperdulía); de gloria (p. Ej.: su asunción a los cielos en cuerpo y alma; reina de los Santos y de los Ángeles).

Así que el privilegio primero, central y fundamental es ser verdadera Madre de Dios; y en este hecho de la Maternidad divina se fundamentan todos los privilegios de María.

Es preciso notar y tenerlo bien presente que el nacimiento del Verbo de una mujer y de una mujer virgen no debe ser considerado una necesidad de parte de Dios; no hay motivos de estricta necesidad, porque no se puede hablar de necesidad en las obras de Dios ad extra; fue, pues, un acto libre de la divina sabiduría, por cuantos argumentos de convivencia se pueden encontrar y aducir, y de facto, la tradición de la Iglesia y la Escolástica los encontraron y los expusieron. Sin embargo, podía Dios, es cierto, tomar carne, en la que fuera mediador entre Dios y los hombres, de otra parte y no de la estirpe de aquel Adán que con su pecado encadenó al género humano, como antes creó al mismo Adán sin precedencia de estirpe. Pudo, pues, crear un hombre de esta o aquella manera, y en él vencer al vencedor del primer Adán; pero Dios juzgó más conveniente...

En pocas palabras, Dios habría podido salvar al mundo en tantas maneras, su infinita sabiduría y su omnipotencia podía encontrar muchos medios... de facto decreto que aconteciera así...

"Usted sabe que el pecado es el único límite a la actividad divina; y por ello, el Hijo de Dios no podía encarnarse siguiendo un camino moralmente no bueno o con alguna mediación culpable".

Ninguna obra humana, y por ende de suyo finita, podía merecer la Encarnación; nadie tenía mérito para exigirla o poder para realizarla.

Por tanto, cuando decimos que la Santa Virgen María "mereció llevar" al Salvador del mundo. Por ejemplo, rezamos o cantamos en nuestra Liturgia en lengua latina la Antífona Regina caeli: "Regina caeli, laetare, allelluia/ quia quem meruisti portare, allelluia/ resurrexit sicut dixit, allelluia..." (Alégrate, o Reina del Cielo, porque ha resucitado Aquel a Quien tú has merecido llevar en tu seno...), no es en el sentido que ella haya merecido ex condigno (en estricta justicia) que el mismo Señor de todos se encarnara, sino que en virtud de la gracia que le fue dada obtuvo un tan alto grado de pureza y de santidad que fue juzgada digna (de congruo) de poder ser la Madre de Dios.

Escritura - Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de la Virgen María.

Isaías profetizó: "Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel" (7, 14); esta profecía se realizó en María que habiendo concebido virginalmente, dio a luz a Jesús, el Emmanuel, así atestigua san Mateo: "La generación de Jesús fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le darás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la Virgen concebirá y dará a luz, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros" (1, 18-23).

"Por lo pronto, tomamos aquí el texto de Isaías y de Mateo para demostrar que María es la verdadera Madre de Jesús; y por lo mismo tomamos los siguientes, luego a su debido tiempo y lugar, los retomaremos para demostrar otros privilegios de María, por ejemplo, su perpetua virginidad".

"Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo" (Mt 1, 16).

El Ángel dijo a María: "vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús" (Lc 1, 31).

"Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva" (Gal. 4, 4-5).

En el Evangelio María es llamada, ordinariamente, y repetidas veces, "Madre de Jesús" o simplemente "Madre suya" (de El) (Cf. p. ej.: Mt 1, 18; 2, 11; 13, 55; Mc ·, 31-32; 6, 3; Lc 2, 33-34. 48; Jn 2, 1; 19,26; Hch. 1, 14).
El hecho de que Jesús no llame a María con el nombre de "madre", sino de "mujer". "Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora" (Jn 2, 4; ), "Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: <>" (19, 26), no es prueba de que El le niegue la cualidad de madre, como algunos ( v. gr. Docetas) quisieran deducir citando el texto de Mateo: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" (12, 48). Muy significativamente el mismo san Juan en los dos textos citados, no dice "María", sino que le da el glorioso título de "Madre de Jesús", título con que los primeros cristianos veneraban a la santa Virgen. Los dos textos (Caná y María a los pies de la cruz) dicen el papel trascendente que tendrá "su Madre" en la Iglesia. Cuando Jesús dice: "Todavía no ha llegado mi hora" (Jn 2,4), se refiere no a la hora de empezar a hacer milagros, pues efectivamente hace él los milagros, sino se refiere a su muerte y glorificación; y María está a un lado de su Hijo en la obra de la Redención. Así que cuando Jesús, estando crucificado, se dirige a su madre, llamándola "Mujer" y entregándola al discípulo, no está hablando como individuo particular, sino como Redentor universal, y entonces en el plano mesiánico no la llama "madre" porque con eso expresaría simplemente su piedad filial, sino que le dice "Mujer", porque estamos en el plano mesiánico, y María, su Madre, está en relación con la "Mujer" del Génesis (Cf. Gn. 2-3). Cristo es el Nuevo Adán y María la Nueva Eva, Madre de la humanidad redimida; y si sobre el Calvario es proclamada madre de la humanidad redimida, en Caná es y actúa como Madre solícita y poderosa intercesora en favor de sus hijos, los creyentes, dispensadora de las gracias de su Hijo Dios.

Y a propósito del texto de Mateo 12, 48, Jesús, a la pregunta: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?", Declara que su madre y sus hermanos son todos los que cumplan la voluntad de su Padre celestial (Cf. vv. 49-50). Podemos citar algunos otros textos evangélicos.

En pocas palabras decimos que a Jesús el Padre le encomendó la misión de la Redención de la humanidad; El es el Mesías, el Enviado del Padre, y todo lo hace y todo lo dice conforme al plano y a la voluntad del Padre; ahora bien, El antepone el plano mesiánico al plano humano en donde está su madre y sus parientes en la línea humano-temporal; no niega ni rechaza su parentesco, mucho menos a su madre, sino que podemos decir que por razones pedagógicas, no quiere debilitar de una manera u otra su misión divina con consideraciones de parentesco; y quiere que todos entiendan esto. Como Mesías depende solamente del padre celestial y se pone por encima de todo afecto natural.

Además, el Señor Jesús funda la familia sobrenatural cuyos vínculos no son ya los de la sangre, sino los vínculos de la fe y de amor. "A todos los que la recibieron (la Palabra) les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios" (Jn 1,12-13). "El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu" (Jn3, 5-6).

"Tú estás proclamando dichosa a mi madre terrenal, pero yo te digo que ella es dichosa, ciertamente, por ser mi madre en el sentido natural, histórico y fisiológico, pero es todavía más dichosa por ser mi Madre en el sentido espiritual, porque Ella, antes de ser mi madre terrenal y corporalmente, fue la humilde esclava del Señor, creyó, escuchó la Palabra, se abrió a la Palabra, la guardó en su corazón y la vivió; hizo la voluntad de Dios. Dichosa porque ha creído que se cumpliría todo lo dicho a Ella por el Señor" (Cf. Lc 1, 38. 48; 2, 51).

Esta claro, pues, que María es la verdadera madre de Jesús; ahora bien, Jesús el verdadero y eterno Hijo del Padre, verdadero Dios como el Padre y el Espíritu Santo. "En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios... Y la palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad" (Jn 1, 1. 14).

Magisterio

La verdad de la maternidad divina de María objetivamente profesada por la Iglesia desde los Evangelios, como acabamos de ver, y expresada por la misma en su Símbolo de los Apóstoles, cuya primera formulación encontramos ya en la segunda mitad del II siglo. "Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, nacido de María Virgen". (Cf. Ds 10ss.) El título formal de Madre de Dios (Qeot`koV - Dei Genetrix- < la que dio a luz a Dios>) aparecerá más tarde, como veremos en el párrafo de la tradición.
Al negar Arrio la divinidad del Señor Jesús, consecuentemente se negaba la maternidad divina de María; si Jesús no era Dios, María no era madre de Dios. El Concilio de Nicea (325) condenó la herejía arriana y definió la divinidad del Señor Jesús. (Cf. DS 125-126).

A) Concilio de Éfeso (431, III ecuménico)

Nestorio afirmaba que en Cristo hay dos personas y que el Logos habita en el hombre Jesús como en un templo, negaba así la verdadera maternidad divina de María; Ella no sería Madre de Dios, sino que sería madre de Cristo en quien Dios habitó, sería portadora de Dios que estaba en el hombre Jesús; entonces si el Verbo no nació de María, Ella no es Madre de Dios, sino madre de un hombre (Vnqrwpot`koV, "Cristot`koV").
Intervino la Iglesia con el Concilio de Efeso , profesó y defendió la verdad de la maternidad divina de María y condenó la herejía nestoriana. "Si alguien no confiesa que el Emmanuel sea verdadero Dios (Qeon einai katV alZqeian ton WmmanuZl) y por consecuencia niega que la santa virgen sea madre de Dios (qeot`kon thn Vgian parqXnon)... sea anatema (Cf. DS 252).

"Porque no decimos que la naturaleza del Verbo se hizo carne mediante una transformación; ni que se transformó en un hombre completo compuesto de alma y cuerpo. Lo que afirmamos más bien es que el Verbo, habiendo unido personalmente (kaq bp`stasin ) consigo una carne animada con un alma racional, es hombre de modo inefable e incomprensible y fue llamado hijo del hombre. Y esto, no por voluntad o benevolencia solamente, ni solamente por la asunción de un personaje (prosfpou). Y que las naturalezas unidas en una auténtica unidad son distintas; pero un solo Cristo e Hijo en las dos. No que se suprima por la unión la diferencia de naturaleza, sino que el encuentro de la divinidad con la humanidad en esta inefable y misteriosa unidad nos ofrece un solo Señor y Cristo e Hijo...

Porque no es que primero naciera de la santa Virgen un hombre corriente y después descendiera sobre él el Verbo. Lo que decimos es que unido desde el seno materno (a la naturaleza humana), se sometió a un nacimiento carnal, como quiera que hacía suyo el nacimiento de su propia carne... por eso ni dudaron (los Santos Padres) en llamar madre de Dios a la santa Virgen (qeot`kon eipein tºn Vgian parqXnon), no porque la naturaleza del Verbo o su divinidad tomara de la santa Virgen el principio de su ser, sino por que de ella se formó aquel sagrado cuerpo animado de una alma racional y al que se unió personalmente (kaq bp`stasin) el Logos que se dice engendrado según la carne" .

En el DS 250-251. El padre que más estruenamente defendió contra Nestorio la divina maternidad de María y que tuvo un papel de primer plano en el Concilio de Efeso, fue San Cirilo de Alejandría. El pueblo de Efeso tenía un amor y una devoción, y tan grandes, hacia la Virgen Madre de Dios que cuando escuchó la sentencia pronunciada por los Padre del Concilio, estallo en un inmenso júbilo, y los aclamó con grande y alegre efusión de ánimo, acompañándolos aquella noche con antorchas encendidas hasta sus moradas. También el pueblo de Roma, cuando llegaron las decisiones del Concilio el día de Navidad, celebró con grandes manifestaciones de regocijo y universal alegría, los acuerdos relativos a la Madre de Dios. Al parecer, fue en aquella ocasión cuando se añadió a la salutación angélica del Ave María, la segunda parte que empieza: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros... Un año antes del Concilio de Efeso (Junio-Septiembre 431) el Pontífice Romano, Celestino I (423-432), había ya condenado la herejía de Nestorio.

"En la Encíclica Lux Veritatis el Papa Pío XI escribió con ocasión del XV centenario del Concilio de Efeso que proclamó la divina maternidad de María; recuerda el histórico acontecimiento, explica brevemente el dogma afirmado por el Concilio: la divina maternidad de María, repite que en María, Madre de Dios y Madre nuestra está puesta la esperanza de los individuos y de toda la Iglesia, e invoca su intercesión para el regreso de los hermanos separados".

En Jesucristo única es la Persona, y ésta es la divina, y entonces todos deben reconocer y venerar a la Bienaventurada Virgen María, como verdadera Madre de Dios.

B) Concilio de Calcedonia (451, IV ecuménico)

El Concilio de Calcedonia al expresar la dualidad de naturalezas en Cristo en la unicidad de la Persona del Verbo encarnado, condenado a los monofisitas y a los nestorianos, repite la verdad de la divina maternidad de María.

"Siguiendo, pues, a los santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre con alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado (Hb 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de María la Virgen, la Madre de Dios, según la humanidad  . (Cf. DS 301).

Que se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación; la diferencia de naturalezas en ningún modo queda suprimida por la unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto  y en una sola persona. No partido o dividido en dos personas, sino que uno solo y el mismo, es Hijo unigénito Dios Verbo, Señor Jesucristo, como ya de antiguo lo enseñaron de él los profetas, como nos lo ha enseñado el mismo Jesucristo y como nos lo ha transmitido el símbolo de los Padres.

Habiendo, pues, redactado esta fórmula con toda exactitud y esmero en todos sus detalles, definió el santo Concilio ecuménico que a nadie sea lícito profesar otra fe distinta, ni siquiera escribirla, componerla, sentirla o enseñarla a los demás.

C) Concilio Constantinopolitano II ( Vº ecuménico, mayo- junio 553)

El verbo de Dios se encarnó de la santa gloriosa Madre de Dios y siempre Virgen María, y de ella nació. La santa gloriosa siempre virgen  María es en sentido propio   y verdaderamente  Madre de Dios; si alguien niega esto, queda excomulgado.

CH) Concilio Lateranense (octubre 649, no ecuménico)

"Si alguno no confiesa, de acuerdo con los santos Padre, en un sentido propio y verdadero, que la santa y siempre virgen e inmaculada María es propia y verdaderamente Madre de Dios, como quiera que propia y verdaderamente concibió sin semen, por obra del Espíritu Santo, al mismo Dios-Verbo que nació del Padre antes de todos los siglos; y que lo dio a luz sin corrupción, permaneciendo su virginidad indisoluble, aun después del parto, sea condenado.

D) Concilio Constantinopolitano III (VIº ecuménico, noviembre 680- septiembre 681)

El Señor nuestro Jesucristo, nuestro verdadero Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, en los últimos tomó, por obra del Espíritu Santo, nació, según la humanidad, de la Virgen María propia y verdaderamente Madre de Dios .

Después del Concilio de Efeso y de Calcedonia el Magisterio repite la doctrina de la divina maternidad de María, dándole mayor relieve al subrayarla con terminología reforzadora. (LG 52).

E) Concilio Vaticano II (8 octubre de 1962 - diciembre de 1965, ecuménico XXI)

Los fieles, unidos a Cristo cabeza y en comunión con todos los santos, "deben venerar también la memoria en primer lugar de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo".

La Virgen María, que al anuncio del ángel, recibió al Verbo de Dios en su alma y en su cuerpo y dio la Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera Madre de Dios y del Redentor. Redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, y unida a El con un vínculo estrecho e indisoluble, está enriquecida con la suma prerrogativa y dignidad de ser Madre de Dios Hijo, y por eso hija predilecta del Padre y sagrario del Espíritu Santo.

"María, ensalzada, por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles, por ser madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial. Y, ciertamente, desde los tiempos más antiguos, la Santísima Virgen es venerada con el título de "Madre de Dios", a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades. Por este motivo, principalmente a partir del Concilio de Efeso, ha crecido maravillosamente el culto del pueblo de Dios hacia María en veneración y en amor, en la invocación e imitación..."(L. G. 66).
Tradición:

La Regula Fidei católica es el Magisterio, la Escritura y la Tradición. La Sagrada Escritura, que es el alma de la Teología y la tradición constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia; y ésta por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente y lo explica fielmente. "Las palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora". Así que la tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros, porque están bajo la acción del único Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero. (Cf. D. V. 8. 10).




CATÓLICO MEMORÁNDUM PROFÉTICO