"San Joaquín fue siempre varón justo y santo, ilustrado con especial gracia y luz de lo alto. Tenía inteligencia de muchos misterios de las Escrituras y profetas antiguos y con oración continua y fervorosa pedía a Dios el cumplimiento de sus promesas, y su fe y caridad penetraban los cielos. Era varón humildísimo y puro, de costumbres santas y suma sinceridad, pero de gran peso y severidad y de incomparable compostura y honestidad. La felicísima Ana tenía casa en Belén,, y era doncella castísima, humilde y hermosa y, desde su niñez, santa, compuesta y llena de virtudes.
Tuvo también grandes y continuas ilustraciones del Altísimo y siempre ocupaba su interior con altísima contemplación, siendo juntamente muy oficiosa y trabajadora, con que llegó a la plenitud de la perfección de las vidas activa y contemplativa. Tenía noticia infusa de las Escrituras divinas"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro I, # 166 y 167, Capítulo XII.
En el siglo XVI se produjo una animada controversia sobre los matrimonios de santa Ana, en la cual Baronio y Bellarmine defendieron su monogamia. El griego Menaea llama a los padres de Ana, Mathan y María, y relata que Salomé e Isabel, la madre de Juan el Bautista, eran hijas de dos hermanas de Ana. De acuerdo con Epifanio, algunos entusiastas mantuvieron aún hasta el siglo IV, que Ana concibió sin la acción de un hombre. Este error fue revivido en Occidente en el siglo XV. En 1677 la Santa Sede condenó el error.
¿Los Ascendientes de Santa Ana?
"Tuve una minuciosa visión de los antepasados de Santa Ana, madre de la Santísima
Virgen; vivían en Mara, en la comarca del Monte Horeb, y mantenían relación espiritual
con una clase de israelitas muy piadosos, de los que he visto muchas cosas y de los que
quisiera contar lo que todavía se. Ayer estuve casi todo el día con ellos y si no me hubieran
apremiado tanto con visitas, no se me habría olvidado la mayor parte.
Estos piadosos israelitas que tenían relación con los antepasados de Santa Ana se
llamaban esenios o eseos, pero habían tenido tres nombres distintos: primero se llamaron
escarenos, luego jasideos y finalmente esenios o eseos. Su primer nombre escarenos venía
de la palabra escara o ascara que designa la parte del sacrificio consagrada a Dios y el
fragante incienso de la ofrenda de flor de harina.
El segundo nombre, casideos o jasideos, quiere decir «los compasivos», pero ya no
sé de dónde les vino. Esta clase de gente piadosa venía de los tiempos de Moisés y Aarón y
más precisamente de los sacerdotes que portaban el Arca de la Alianza, pero solo recibieron
una regla de vida concreta en la época entre Isaías y Jeremías. Al principio no eran
demasiados, pero después vivían en Tierra Prometida en un espacio de 48 horas de largo y
36 de ancho. Solo más tarde llegaron a la región del Jordán. Vivían sobre todo en los
montes Horeb y Carmelo, donde había estado Elías.
En tiempos de los abuelos de Santa Ana, los esenios tenían su superior espiritual en
el Monte Horeb, un anciano profeta que se llamaba Arcos o Arcas. Su regla tenía mucho en
común con la de una orden religiosa y los aspirantes tenían que sufrir pruebas durante un
año y después se les aceptaba por un tiempo más o menos largo según inspiraciones
proféticas de lo alto.
Los miembros de la orden propiamente dichos vivían en comunidad y no se casaban
sino que permanecían vírgenes. Pero había gente que se había salido de la orden o que
simpatizaba con ella, que se casaba y mantenía con sus hijos y con quienes vivían en su
casa un trato similar al de los esenios propiamente dichos. Entre unos y otros había una
relación similar a la que existe hoy día entre los laicos de la tercera orden, los llamados
terciarios, y el clero de su orden, pues estos esenios casados buscaban la enseñanza y el
consejo del superior de los esenios, el profeta del Monte Horeb, en todas las ocasiones y
asuntos importantes, y especialmente en los matrimonios de sus allegados.
Los abuelos de
Santa Ana pertenecían a esta rama de esenios casados.
Más adelante hubo también una tercera rama de esenios que todo lo exageraron y
llegaron a grandes errores, pero vi que los demás no los aceptaron consigo.
Los esenios propiamente dichos se ocupaban principalmente de asuntos proféticos,
y su superior del Monte Horeb tuvo muy a menudo en la Cueva de Elías revelaciones
divinas referentes al Mesías. Sabía de qué familia saldría la madre del Mesías y, al
profetizar sobre asuntos de matrimonio de los antepasados de Santa Ana, vio cómo se iba
acercando la hora del Señor, pero como no sabía cuanto tiempo aún obstaculizaría o
retrasaría el pecado el nacimiento de la madre del Salvador, exhortaba a la penitencia, la
mortificación, la oración y el sacrificio interno, ejercicio grato a Dios en el que los esenios
siempre dieron ejemplo, y siempre con idéntico propósito"., Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 113, Agosto de 1821.
¿Los padres de Santa Ana, los abuelos de María y los bisabuelos de Jesús?
"La hija primogénita de Ismeria y Eliud se llamaba Sobé, y como no tenía la señal de
la Promesa, sus padres se atribularon mucho y volvieron al Horeb a buscar el consejo del
profeta. Arcos les exhortó a que rezasen y les prometió consuelo. Ismeria permaneció
estéril dieciocho años y cuando Dios volvió a bendecirla vi que tuvo una revelación
nocturna: vio que un ángel escribía una letra en la pared junto a su lecho; pienso que era
otra vez aquella M. Ismeria se lo dijo a su marido, pero éste también la había visto y
entonces los dos esposos, completamente despiertos, vieron la señal en la pared. A los tres
meses nació Santa Ana, que al nacer trajo al mundo aquella señal en el estómago.
Según los estudios del Lic. José María Sánchez de Toca Alcalá
A Ana la llevaron a la escuela del Templo cuando tenía cinco años, lo mismo que
hicieron más tarde con María; allí vivió doce años hasta que a los diecisiete la devolvieron
a casa, donde encontró dos niños nuevos: una hermanita que había nacido poco después que
ella, que se llamaba Maraha, y un hijito de su hermana mayor Sobé, que también se llamaba
Eliud.
Un año después Ismeria enfermó mortalmente y en su lecho de muerte aleccionó a
todos los suyos presentándoles a Ana como la futura ama de casa. Luego, antes de morir,
habló con ella a solas y la dijo que era un vaso de elección de la gracia de Dios, que tendría
que casarse y que fuera a buscar el consejo del profeta del Horeb.
Sobé, la hermana mayor de Ana, estaba casada con un tal Salomón y además de su
hijo Eliud tenía una hija, María Salomé, que fue la que más adelante tuvo de Zebedeo a los
apóstoles Santiago el Mayor y Juan. Sobé tuvo además una segunda hija que fue madre de
tres discípulos y tía del novio de Caná. Eliud, el hijo de Sobé y Salomón, fue el segundo
marido de Maroni, la viuda de Naim, y padre del niño que resucitó Jesús.
Maraha, la hermana menor de Ana, recibió la finca de Séforis cuando su padre Eliud
se trasladó al valle de Zabulón; se casó y tuvo una hija y dos hijos, Arastaria y Cojaria, que
fueron discípulos.
Ana tuvo todavía una tercera hermana, que era muy pobre y fue mujer de un pastor
de los pastizales de Ana; estaba mucho en casa de Ana.
El bisabuelo de Ana era profeta; Eliud, padre de Ana, era de la tribu de Leví, y su
madre Ismeria de la de Benjamín. Ana nació en Belén, pero más adelante sus padres se
mudaron a Séforis, a cuatro leguas de Nazaret, donde tenían casa en una finca. También
tenían fincas en el hermoso Valle de Zabulón, a legua y media de Séforis y tres de Nazaret.
En el buen tiempo, el padre de Ana iba mucho con su familia al Valle de Zabulón, y
después de la muerte de su esposa se mudó allí definitivamente, y de esta forma nacieron
sus contactos con los padres de San Joaquín, el que se casó con Ana. El padre de Joaquín se
llamaba Matzat (Matthat) y era el segundo hermano de Jacobo, padre de San José; el primer
hermano se llamaba Josés. Matzat se afincó en el Valle de Zabulón.
Los antepasados de Ana eran muy piadosos y devotos; eran de los que habían
llevado el Arca de la Alianza y desde el Santísimo recibieron rayos que transmitieron a su
descendencia, a Ana y a la Santísima Virgen", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 116, Agosto de 1821.
¿La personalidad, el carácter y los designios de Ana la santa Madre de la Virgen María?
"Ismeria vió a un ángel que escribía una letra en la pared, junto a su lecho. Contó esto a su marido, que había visto lo mismo, y ambos vieron la letra al despertar. Era la letra 'M', que Ana había traído al mundo al nacer, grabado en el bajo vientre. Los padres amaban a Ana de una manera particular. He visto a la niña Ana: no era hermosa en grado notable, pero si más que otras niñas de su edad. No fue de ningún modo tan hermosa como lo fue María; pero era muy sencilla, inocente y piadosa. Así la he visto en todo tiempo, como joven, como madre, como anciana, de manera que cuando veo a una campesina realmente sencilla, pienso siempre. "Esta es como Ana", Cfr. Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 116, Agosto de 1821.
¿La Abuela de Ana y la bisabuela de María?
"La abuela de Santa Ana consultó su matrimonio con Arcos o Arcas, el viejo profeta
del Horeb que gobernó a los esenios durante 90 años. Parece muy notable que estos
profetas predijeran siempre descendencia femenina, y que los antepasados de Ana y la
misma Ana tuvieran hijas la mayor parte de las veces. Era como si el objetivo de todas sus
oraciones y de toda su vida de piedad fuera implorar de Dios la bendición de madres
piadosas, de cuya descendencia brotara la Santísima Virgen, Madre del Salvador, y las
familias de sus predecesores, sirvientes y seguidores.
El lugar donde el superior oraba y profetizaba era la misma cueva del Monte Horeb
donde había vivido Elías.
Se subía el monte hasta ella por muchos escalones y para entrar a
la cueva había que bajar después otros dos escalones en una entrada pequeña e incómoda.
El profeta Arcos entraba solo. Para los esenios era como cuando el Sumo Sacerdote del
Templo entraba en el Santísimo, pues aquí estaba su Santísimo, unas reliquias misteriosas y
difícilmente expresables. Contaré lo que pueda de todo lo que vi cuando la abuela de Ana
fue a pedir consejo al profeta Arcos.
La abuela de Santa Ana era de Mara en el desierto, donde tenía fincas su familia,
que era de los esenios casados.
Su nombre sonaba parecido a Moruni o Emorún y se me
dijo que quería decir «Buena madre» o «Madre excelsa».
Al llegar la época en que debía casarse, Emorún tenía varios pretendientes, y vi que
fue al Monte Horeb en busca del profeta Arcos para que decidiese su elección. Se presentó
en un apartado de gran sala de reuniones y habló con Arcos, que estaba en la sala, a través de una reja como si se confesase; las mujeres solo se acercaban allí de esta manera.
A continuación vi que Arcos se vistió de gran ceremonia y subió los numerosos
escalones hasta la cumbre del Horeb; bajó los escalones de la angosta entrada y penetró en
la cueva de Elías. Cerró a sus espaldas la puertecita de la cueva y abrió un agujero en la
bóveda por donde entró luz.
La cueva, limpiamente trabajada, estaba en penumbra. Vi un
altarcito tallado en la roca de la pared y encima de él, aunque no muy claramente, distinguí
varios objetos sagrados. Sobre el altar había tiestos con plantas crecederas pero bajas, de
esas que llegan a la altura a la que queda del suelo el borde de la túnica de Jesús.
Conozco esa hierba, que también se da aquí entre nosotros aunque más débil. Según
se mustiara o reverdeciera le indicaba a Arcos cierto conocimiento profético. Entre las
matas vi algo parecido a un arbolito, un poco más alto, cuyas hojas me parecieron
amarillentas y retorcidas como caracolillos. En el arbolito vi aparecer como figuritas que no
sabría decir con seguridad si era un arbolito vivo o una cosa artificial como una raíz de
Jesé. {Había también en el altar otros arbustos pequeños en tiestos, que si reverdecían o se
agostaban tenían un significado.} [Al día siguiente dijo:]
En este arbolito de hojas retorcidas podía verse como en un árbol genealógico o raíz
de Jesé lo que había progresado el advenimiento de la Santísima Virgen.
Me parecía que el
arbolito estaba vivo y que era a la vez también una vaina, pues creo que vi en él una rama
florida que encerraba el bastón de Aarón que antes estuvo en el Arca de la Alianza.
Cada vez que Arcos rezaba en la Cueva de Elías pidiendo una revelación sobre un
matrimonio de antepasados de la Santísima Virgen, tomaba en su mano el bastón de Aarón.
Si el matrimonio contribuiría al linaje de la Santísima Virgen, el bastón de Aarón echaba un
brote del que a su vez brotaban una o más flores, algunas señaladas con el signo de la
elección. Algunos brotes concretos significaban ya ciertos antepasados de Ana; y cuando
éstos llegaban a casarse, Arcos observaba los brotes correspondientes y predecía su ulterior
desarrollo.
En la Cueva de Elías los esenios tenían además otro objeto sagrado que era
precisamente parte del propio Misterio Santísimo del Arca de la Alianza que había llegado
a su poder una vez que el Arca cayó en manos enemigas.
[Ana Catalina habló aquí vagamente de una riña o división de los levitas.]
Esta reliquia, que en el Arca de la Alianza estaba cubierta por el Terror de Dios,
solamente la conocían algunos profetas y los más santos de los sumos sacerdotes. Sin
embargo me parece que supe que algo de esto se menciona en esos libros secretos y poco
conocidos que meditan los viejos judíos.
Este Misterio no era obra de manos humanas: era el Misterio Santísimo de la Divina
Bendición para que llegara la Virgen Santísima llena de gracia, que al cubrirla con su
sombra el Espíritu Santo, el Verbo tomaría carne y Dios se haría hombre.
En la nueva Arca
de la Alianza del Templo construido por Herodes, el Misterio ya no estaba completo, pues
los esenios conservaban aquí parte de este objeto sagrado, que antes del cautiverio de
Babilonia había estado entero en el Arca de la Alianza, en un cáliz marrón brillante que
parecía hecho de piedra preciosa; profetizaban por él y a veces parecía que le brotaban
florecillas.
Cuando Arcos entró en la Cueva de Elías, cerró la puerta, se arrodilló y rezó. Miró
arriba a la lumbrera del techo, se postró con el rostro en el suelo y vi que tuvo un
conocimiento profético; como si debajo del corazón de Emorún (la joven que le había
preguntado) creciera un rosal de tres ramas con una rosa en cada una. La rosa de la segunda
rama estaba marcada con una letra, creo que una 'M'.
Arcos vio todavía más: un ángel escribió letras en la pared y vi que Arcos se levantó
como si se despertara y las leyó; he olvidado los detalles. Entonces bajó de la cueva y
anunció a la joven que le consultaba que se casara y que lo hiciera precisamente con el
sexto pretendiente; daría a luz una criatura elegida y marcada con una señal, que sería vaso
de la salvación que se acercaba", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 115, Agosto de 1821.
¿San Joaquín y Santa Ana en los nuevos designios de Dios?
"Cuando la antigua serpiente había inficionado con su aliento todo el
orbe y, al parecer, gozaba de la pacífica posesión de los mortales; y cuando
ellos, desatinando de la luz de la misma razón natural (Rom., 1, 20-22) y de
la que por la antigua ley escrita pudieran tener, en lugar de buscar la
Divinidad verdadera, fingían muchas falsas y cada cual formaba dios a su
gusto, sin advertir que la confusión de tantos dioses, aun para perfección,
orden y quietud, era repugnante; cuando con estos errores se habían ya
naturalizado la malicia, la ignorancia y el olvido del verdadero Dios y se
ignoraba la mortal dolencia y letargo que en el mundo se padecía, sin abrir
la boca los míseros dolientes para pedir el remedio; cuando reinaba la
soberbia y el número de los necios era sin número (Ecl., 1, 15) y la
arrogancia de Lucifer intentaba beberse las aguas puras del Jordán (Job 40,
18); cuando con estas injurias estaba Dios más ofendido y menos obligado
de los hombres y el atributo de su justicia tenía tan justificada su causa para
aniquilar todo lo criado convirtiéndolo a su antiguo no ser.
En esta ocasión —a nuestro entender— convirtió el Altísimo su
atención al atributo de su misericordia e inclinó el peso de su
incomprensible equidad con la ley de la clemencia; y se quiso dar por más
obligado de su misma bondad y de los clamores y servicios de los Justos y Profetas de su pueblo, que desobligarse de la maldad y ofensas de todo el
resto de los pecadores; y en aquella noche tan pesada de la ley antigua
determinó dar prendas ciertas del día de la gracia, enviando al mundo dos
luceros clarísimos que anunciasen la claridad ya vecina del sol de justicia
Cristo, nuestra salud. Estos fueron San Joaquín y Ana, prevenidos y criados
por la divina Voluntad para que fuesen hechos a medida de su corazón"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 165 y 166, Pags. 85 - 86. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XII. Libro I. Parte Primera (1670).
¿La personalidad y el carácter de San Joaquín?
San Joaquín tenía casa, familia y deudos en Nazaret, pueblo de Galilea, y
fue siempre varón justo y santo, ilustrado con especial gracia y luz de lo
alto. Tenía inteligencia de muchos misterios de las Escrituras y profetas
antiguos y con oración continua y fervorosa pedía a Dios el cumplimiento
de sus promesas, y su fe y caridad penetraban los Cielos. Era varón
humildísimo y puro, de costumbres santas y suma sinceridad, pero de gran
peso y severidad y de incomparable compostura y honestidad"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, # 166, Pág. 86.
"Es nuestro Joaquín, cuya
traducción etimológica, es: "El Señor establece". Helí, Heliaquín o Joaquín se
casa con Ana, que traduce: Gracia. Y del matrimonio Joaquín - Ana o "El
Señor establece Gracia", nace María, a quien el arcángel llama llena de
gracia. Y la llena de gracia nos da a Jesús, quien es el dador de la Gracia y
la gracia misma"., Cfr. "Estudios Bíblicos y Marianos", Lic. Raúl
Maya Cardenas., Pág., 5 (2001).
¿La personalidad y el carácter de Santa Ana?
"La felicísima Santa Ana tenía su casa en Belén, y era doncella
castísima, humilde y hermosa y, desde su niñez, santa, compuesta y llena
de virtudes. Tuvo también grandes y continuas ilustraciones del Altísimo y
siempre ocupaba su interior con altísima contemplación, siendo juntamente
muy oficiosa y trabajadora, con que llegó a la plenitud de la perfección de
las vidas activa y contemplativa. Tenía noticia infusa de las Escrituras
divinas y profunda inteligencia de sus escondidos misterios y sacramentos;
y en las virtudes infusas, fe, esperanza y caridad, fue incomparable. Con
estos dones prevenida oraba continuamente por la venida del Mesías, y sus
ruegos fueron tan aceptos al Señor para acelerar el paso, que singularmente
le pudo responder había herido su corazón en uno de sus cabellos (Cant., 4,
9), pues sin duda alguna en apresurar la venida del Verbo tuvieron los
merecimientos de Santa Ana altísimo lugar entre los Santos del Viejo
Testamento"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, # 167, Pág. 86.
¿El Paráclito les inspira a los dos hacer profunda y constante oración?
"Hizo también esta mujer fuerte oración fervorosa para que el Altísimo
en el estado del matrimonio la diese compañía de esposo que la ayudase a
la guarda de la Divina Ley y Testamento Santo y para ser perfecta en la
observancia de sus preceptos. Y al mismo tiempo que Santa Ana pedía esto
al Señor, ordenó su providencia que San Joaquín hiciese la misma oración,
para que juntas fuesen presentadas estas dos peticiones en el Tribunal de la
Beatísima Trinidad, donde fueron oídas y despachadas"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, # 168, Pág. 86.
¿Los archivos de las doce tribus de Israel?
"Consta en las historias de las doce tribus de Israel que había un hombre llamado Joaquín, rico en extremo, el cual aportaba ofrendas dobles, diciendo: El excedente de mi ofrenda será para todo el pueblo, y lo que ofrezca en expiación de mis faltas será para el Señor, a fin de que se me muestre propicio. Y, habiendo llegado el gran día del Señor, los hijos de Israel aportaban sus ofrendas. Y Rubén se puso ante Joaquín, y le dijo: “No te es lícito aportar tus ofrendas el primero, porque no has engendrado, en Israel, vástago de posteridad”. Y Joaquín se contristó en gran medida, y se dirigió a los archivos de las doce tribus de Israel, diciéndose: “Veré en los archivos de las doce tribus, si soy el único que no ha engendrado vástago en Israel”. E hizo investigaciones y halló que todos los justos habían procreado descendencia en Israel. Se acordó del patriarca Abraham, y de que Dios, en su ancianidad, le había dado por hijo a Isaac. Y Joaquín quedó muy afligido, y no se presentó a su mujer, sino que se retiró al desierto. Y allí plantó su tienda, y ayunó cuarenta días y cuarenta noches, diciendo entre sí: "No comeré, ni beberé, hasta que el Señor, mi Dios, me visite, y la oración será mi comida y mi bebida"., Cfr. Papiro Bodmer Siglo III, Evangelios Apócrifos, traducción española de Edmundo González Blanco, de la Editorial Creación, 2008.
¿Toma este velo?
Y Ana, mujer de Joaquín, se deshacía en lágrimas, y lamentaba su doble aflicción, diciendo: “Lloraré mi viudez, y lloraré también mi esterilidad”. Y, habiendo llegado el gran día del Señor, Judith, su sierva, le dijo: “¿Hasta cuándo este abatimiento de tu corazón? He aquí llegado el gran día del Señor, en que no te es lícito llorar. Mas toma este velo, que me ha dado el ama del servicio, y que yo no puedo ceñirme, porque soy una sierva, y él tiene el signo real. Y Ana dijo: “Apártate de mi lado, que no me pondré eso, porque el Señor me ha humillado en gran manera. ¿Acaso algún perverso te ha dado ese velo, y tú vienes a hacerme cómplice de tu falta?”. Y Judith respondió: “¿Qué mal podría desearte, puesto que el Señor te ha herido de esterilidad, para que no des fruto en Israel?”. Y Ana, sumamente afligida, se despojó de sus vestidos de duelo, y se lavó la cabeza, y se puso su traje nupcial, y, hacia la hora de nona, bajó al jardín, para pasearse. Y vio un laurel, y se colocó bajo su sombra, y rogó al Señor, diciendo: “Dios de mis padres, bendíceme, y acoge mi plegaria, como bendijiste las entrañas de Sara, y le diste a su hijo Isaac”. Y, levantando los ojos al cielo, vio un nido de gorriones, y lanzó un gemido, diciéndose: “¡Desventurada de mí! ¿Quién me ha engendrado, y qué vientre me ha dado a luz? Porque me he convertido en objeto de maldición para los hijos de Israel, que me han ultrajado y expulsado con irrisión del templo del Señor. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a los pájaros del cielo, porque aun los pájaros del cielo son fecundos ante ti, Señor. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a las bestias de la tierra, porque aun las bestias de la tierra son fecundas ante ti, Señor. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a estas aguas, porque aun estas aguas son fecundas ante ti, Señor. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a esta tierra, porque aun esta tierra produce fruto a su tiempo, y te bendice, Señor”., Cfr. Papiro Bodmer Siglo III, Evangelios Apócrifos, traducción española de Edmundo González Blanco, de la Editorial Creación, 2008.
¿Se hablará de tu progenitura en toda la Tierra?
"Y he aquí que un ángel del Señor apareció, y le dijo: “Ana, Ana, el Señor ha escuchado y atendido tu súplica. Concebirás, y darás a luz, y se hablará de tu progenitura en toda la tierra. Y Ana dijo: “Tan cierto como el Señor, mi Dios, vive, si yo doy a luz un hijo, sea varón, sea hembra, lo llevaré, como ofrenda al Señor, mi Dios, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida”. Y he aquí que dos mensajeros llegaron a ella, diciéndole: “Joaquín, tu marido, viene a ti con sus rebaños. Porque un ángel del Señor ha descendido hasta él, diciéndole: “Joaquín, Joaquín, el Señor ha oído y aceptado tu ruego. Sal de aquí, porque tu mujer Ana concebirá en su seno”. Y Joaquín salió, y llamó a sus pastores, diciendo: “Traedme diez corderos sin mancha, y serán para el Señor mi Dios; y doce terneros, y serán para los sacerdotes y para el Consejo de los Ancianos; y cien cabritos, y serán para los pobres del pueblo”. Y he aquí que Joaquín llegó con sus rebaños, y Ana, que lo esperaba en la puerta de su casa, lo vio venir, y, corriendo hacia él, le echó los brazos al cuello, diciendo: “Ahora conozco que el Señor, mi Dios, me ha colmado de bendiciones; porque era viuda, y ya no lo soy; estaba sin hijo, y voy a concebir uno en mis entrañas”. Y Joaquín guardó reposo en su hogar aquel primer día.
Al día siguiente, presentó sus ofrendas, diciendo entre sí de esta manera: “Si el Señor Dios me es propicio, me concederá ver el disco de oro del Gran Sacerdote”. Y, una vez hubo presentado sus ofrendas, fijó su mirada en el disco del Gran Sacerdote, cuando éste subía al altar, y no notó mancha alguna en sí mismo. Y Joaquín dijo: “Ahora sé que el Señor me es propicio, y que me ha perdonado todos mis pecados”. Y salió justificado del templo del Señor, y volvió a su casa"., Cfr. Papiro Bodmer Siglo III, Evangelios Apócrifos, traducción española de Edmundo González Blanco, de la Editorial Creación, 2008.
¿La Santísima Trinidad dispone que Joaquín y Ana se encuentren como Santa Pareja?
"Luego por
ordenación Divina se dispuso cómo Joaquín y Ana tomasen estado de
matrimonio juntos y fuesen padres de la que había de ser Madre del mismo
Dios humanado. Y para ejecutar este decreto, fue enviado el Santo Arcángel Gabriel, que se lo manifestase a los dos. A Santa Ana se le apareció
corporalmente estando en oración fervorosa pidiendo la venida del
Salvador del mundo y el remedio de los hombres; y vio al Santo Príncipe con gran hermosura y refulgencia, que a un mismo tiempo causó en ella
alguna turbación y temor con interior júbilo e iluminación de su espíritu.
Postróse la Santa con profunda humildad para reverenciar al Embajador del
Cielo, pero él la detuvo y confortó, como a depósito que había de ser del
arca del verdadero maná, María Santísima, Madre del Verbo eterno; porque
ya este Santo Arcángel había conocido este misterio del Señor cuando fue
enviado con esta embajada; aunque entonces no lo conocieron los demás
Ángeles del Cielo, porque a solo San Gabriel fue hecha esta revelación o
iluminación inmediatamente del Señor. Tampoco manifestó el Ángel a
Santa Ana este gran sacramento por entonces, mas pidióla atención y la
dijo: El Altísimo te dé su bendición, sierva suya, y sea tu salud. Su Alteza
ha oído tus peticiones y quiere que perseveres en ellas y clames por la
venida del Salvador; y es su voluntad que recibas por esposo a Joaquín, que
es varón de corazón recto y agradable a los ojos del Señor, y con su
compañía podrás perseverar en la observancia de su Divina Ley y servicio.
Continúa tus oraciones y súplicas y de tu parte no hagas otra diligencia; que
el mismo Señor ordenará el cómo se ha de ejecutar. Y tú camina por las
sendas rectas de la justicia y tu habitación interior siempre sea en las
alturas; y pide siempre por la venida del Mesías y alégrate en el Señor que
es tu salud.—Con esto desapareció el Ángel, dejándola ilustrada en muchos
Misterios de las Escrituras y confortada y renovada en su espíritu"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, # 168, Pág. 87.
"A San Joaquín apareció y habló el Arcángel, no corporalmente como
a Santa Ana, pero en sueños apercibió el varón de Dios que le decía estas
razones: Joaquín, bendito seas de la Divina diestra del Altísimo, persevera
en tus deseos y vive con rectitud y pasos perfectos. Voluntad del Señor es
que recibas por tu esposa a Ana, que es alma a quien el Todopoderoso ha
dado su bendición. Cuida de ella y estímala como prenda del Altísimo y
dale gracias a Su Majestad porque te la ha entregado.—En virtud de estas
Divinas embajadas pidió luego Joaquín por esposa a la castísima Ana y se
efectuó el casamiento, obedeciendo los dos a la Divina disposición; pero
ninguno manifestó al otro el secreto de lo que les había sucedido hasta
pasados algunos años, como diré en su lugar (Cf., infra n. 185). Vivieron
los dos Santos Esposos en Nazaret, procediendo y caminando por las
justificaciones del Señor; y con rectitud y sinceridad dieron el lleno de las
virtudes a sus obras y se hicieron muy agradables y aceptos al Altísimo sin
reprensión. De las rentas y frutos de su hacienda en cada año hacían tres
partes: la primera ofrecían al templo de Jerusalén para el culto del Señor, la
segunda distribuían a los pobres, y con la tercera sustentaban su vida y
familia decentemente; y Dios les acrecentaba los bienes temporales,
porque los expendían con tanta largueza y caridad"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, # 169, Pág. 87.
¿El noviazgo y matrimonio entre Joaquín y Ana los padres de María?
"Un año y medio más tarde se casó Ana con Helí o Joaquín, también por un aviso profético del Anciano Arcos. Hubiera debido casar con un levita de la Tribu de Aarón, como las demás de su tribu; pero por la razón dicha casó con Joaquín, de la tribu de David, pues María debía ser de la tribu de David.
Había tenido varios pretendientes y no conocía a Joaquín; pero lo prefirió a los demás por aviso de lo alto. Joaquín era pobre de bienes y era pariente de San José. El abuelo de José provenía de David, a través de Salomón y se llamó Matan. Tuvo dos hijos: José y Jacob: éste fue padre de San José. Cuando murió Matan casó la viuda con un hombre llamado Leví, de la descendencia de David, por Natán, y fue hijo de Leví, Matat, padre de Helí o Joaquín. Este Joaquín era pequeño de estatura, delgado, y San José, aún en la edad madura, era mucho más hermoso que Joaquín.
Era, en cambio, Joaquín hombre de buena índole y de atrayentes maneras. Tenía, como Ana, de inexplicable en sí. Ambos eran perfectos israelitas y había en ellos algo que ellos mismos no conocían: un ansia y un anhelo del Mesías y una notable seriedad en su porte. Pocas veces los he visto reír, aunque no eran melancólicos ni tristes. Tenían un carácter sosegado y callado, siempre igual y aún en la edad temprana llevaban la madurez de los ancianos.
Los noviazgos eran entonces muy sencillos. Los novios estaban muy cohibidos y tímidos; hablaban juntos pero sin pensar gran cosa en casarse, como hubieran debido hacer. Si la novia decía que sí, los padres estaban conformes; y si decía que no y tenía sus razones, también estaban de acuerdo. Formalizada la cosa con los padres, el compromiso se realizaba en la sinagoga del lugar. El sacerdote rezaba en el sagrario donde se encontraban los rollos de la Ley, y los padres en el lugar habitual mientras los novios iban juntos a un sitio donde discutían sobre su contrato y sus intenciones.
Si se ponían de acuerdo, se lo decían a sus padres y éstos al sacerdote, quien entonces se acercaba y aceptaba la declaración de los novios. Al día siguiente se casaban con toda clase de ceremonias al aire libre. Joaquín y Ana se casaron en un pueblecito donde únicamente había una modesta escuela y solo estuvo presente un sacerdote. Ana tenía entonces unos 19 años. La pareja se fue a vivir con Eliud, el padre de Ana; la casa pertenecía a la ciudad de Séforis pero estaba a cierta distancia, en medio de un grupo de construcciones de las que era la mayor. Allí vivieron varios años. Ambos tenían una forma de ser poco común; eran ciertamente muy judíos, pero tenían una gravedad extraordinaria que ni ellos mismos sabían. Rara vez los he visto reírse, aunque al principio de su matrimonio no eran realmente tristes.
Tenían un carácter tranquilo y equilibrado y desde sus años jóvenes, algo de personas mayores y circunspectas. En mi juventud he visto a veces jóvenes parejas de éstas, muy sensatas, y ya entonces pensaba siempre: «Igualitos que Joaquín y Ana». Los padres eran pudientes, tenían muchos rebaños, bonitas alfombras, vajillas y muchos criados y criadas; no los he visto cultivar los campos, pero sí llevar el ganado a pastar. Eran sumamente piadosos, fervorosos, bondadosos, sencillos y rectos. Muchas veces repartían sus rebaños y todo lo suyo en tres partes, y daban al Templo un tercio del ganado, que ellos mismos llevaban allí, donde lo recogían los servidores del Templo.
El segundo tercio lo daban a los pobres o a parientes necesitados, de los cuales la mayoría de las veces algunos estaban allí y se lo llevaban. El último tercio y habitualmente el más pequeño lo guardaban para sí. Vivían muy frugalmente y se volcaban con quien los necesitara. Ya de niña pensaba yo muchas veces que «basta con dar, porque quien da vuelve a recibir por partida doble» al ver que su tercio siempre volvía a aumentar y que pronto estaban otra vez tan boyantes que podían volver a hacer las tres partes.
Tenían muchos parientes que en las fiestas se reunían en su casa, pero nunca vi grandes comilonas. De hecho los he visto dar de comer a un pobre de vez en cuando en sus vidas, pero nunca vi verdaderos banquetes. Cuando estaban juntos, habitualmente los veía tumbados en corro en el suelo, hablando de Dios muy esperanzados. Muchas veces vi entre sus parientes algunos malvados que contemplaban con amargura y mal humor que miraran al Cielo tan llenos de anhelo en sus conversaciones.
Pero ellos querían bien a estos malintencionados, no perdían la oportunidad de invitarlos y les daban doble de todo. Muchas veces vi que éstos pedían con malos modos y exigencias lo que la pareja ofrecía con amor. En la familia había pobres a los que muchas veces daban un cordero y a veces más", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 117, Agosto de 1821.
¿La santa vida matrimonial de Joaquín y Santa Ana?
"Vivían asimismo con inviolable paz y conformidad de ánimos, sin
querella y sin rencilla alguna. Y la humildísima Ana vivía en todo sujeta y
rendida a la voluntad de Joaquín; y el varón de Dios con la emulación santa
de la misma humildad se adelantaba a saber la voluntad de Santa Ana,
confiando en ella su corazón (Prov., 31, 11), y no quedando frustrado; con
que vivieron en tan perfecta caridad, que en su vida tuvieron diferencia en
que el uno dejase de querer lo mismo que quería el otro; mas como
congregados en el nombre del Señor (Mt., 18, 20), estaba Su Majestad con
su temor santo en medio de ellos. Y el Santo Joaquín cumplió y obedeció el
mandamiento del Ángel de que estimase a su esposa y tuviese cuidado de
ella".
Previno el Señor con bendiciones de dulzura (Sal., 20, 4) a la Santa
Matrona Ana, comunicándola altísimos dones de gracia y ciencia infusa,
que la dispusiesen para la buena dicha que la aguardaba de ser madre de la
que lo había de ser del mismo Señor; y como las obras del Altísimo son
perfectas y consumadas, fue consiguiente que la hiciese digna madre de la
criatura más pura y que en santidad había de ser inferior a solo Dios y
superior a todo lo criado.
Pasaron estos santos casados veinte años sin sucesión de hijos; cosa
que en aquella edad y pueblo se tenía por más infelicidad y desgracia, a
cuya causa padecieron entre sus vecinos y conocidos muchos oprobios y
desprecios; que los que no tenían hijos se reputaban como excluidos de
tener parte en la venida del Mesías que esperaban. Pero el Altísimo, que
por medio de esta humillación los quiso afligir y disponer para la gracia
que les prevenía, les dio tolerancia y conformidad para que sembrasen con
lágrimas (Sal., 125, 5) y oraciones el dichoso fruto que después habían de
coger. Hicieron grandes peticiones de lo profundo de su corazón, teniendo
para esto especial mandato de lo alto, y ofrecieron al Señor con voto expreso que, si les daba hijos, consagrarían a su servicio en el templo el fruto
que recibiesen de bendición.
Y el hacer este ofrecimiento fue por especial impulso del Espíritu
Santo, que ordenaba cómo antes de tener ser la que había de ser morada de
su unigénito Hijo, fuese ofrecida y como entregada por sus padres al mismo
Señor. Porque si antes de conocerla y tratarla no se obligaran con voto
particular de ofrecerla al templo, viéndola después tan dulce y agradable
criatura no lo pudieran hacer con tanta prontitud por el vehemente amor
que la tendrían. Y —a nuestro modo de entender— con este ofrecimiento
no sólo satisfacía el Señor a los celos que ya tenía de que su Madre Santísma estuviese por cuenta de otros, pero se entretenía su amor en la dilación
de criarla"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, #s 170 - 173. Págs. 88 - 89.
¿San Joaquín tiene una Divina Inspiración especial y clamá a Dios con una oración?
"Habiendo perseverado un año entero después que el Señor se lo
mandó en estas fervientes peticiones, sucedió que San Joaquín fue por
Divina inspiración y mandato al templo de Jerusalén, a ofrecer oraciones y
sacrificios por la venida del Mesías y por el fruto que deseaba; y llegando
con otros de su pueblo a ofrecer los comunes dones, y ofrendas en
presencia del Sumo Sacerdote, otro inferior, que se llamaba Isacar,
reprendió ásperamente al venerable viejo Joaquín porque llegaba a ofrecer
con los demás, siendo infecundo; y entre otras razones le dijo: Tú, Joaquín,
¿por qué llegas a ofrecer siendo hombre inútil? Desvíate de los demás y
vete, no enojes a Dios con tus ofrendas y sacrificios, que no son gratos a
sus ojos.—El Santo varón, avergonzado y confuso, con humilde y amoroso
afecto, se convirtió al Señor y le dijo: Altísimo Dios Eterno, con vuestro
mandato y voluntad vine al templo; el que está en vuestro lugar me
desprecia; mis pecados son los que merecen esta ignominia; pues la recibo
por vuestro querer, no despreciéis la hechura de vuestras manos (Sal.,
137, 8)—Fuese Joaquín del templo contristado, pero pacífico y sosegado, a
una casa de campo o granja que tenía y allí en soledad de algunos días
clamó al Señor e hizo oración:
¡Altísimo Dios Eterno, de quien depende todo el ser y el reparo del
linaje humano, postrado en vuestra Real presencia os suplico se digne
vuestra infinita bondad de mirar la aflicción de mi alma y oír mis peticiones
y las de vuestra sierva Ana. A vuestros ojos son manifiestos todos nuestros
deseos (Sal., 37, 10) y, si yo no merezco ser oído, no despreciéis a mi
humilde esposa. Santo Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, nuestros antiguos
Padres, no escondáis vuestra piedad de nosotros, ni permitáis, pues sois
Padre, que yo sea de los réprobos y desechados en mis ofrendas como
inútil, porque no me dais sucesión. Acordaos, Señor, de los sacrificios y
oblaciones de vuestros Siervos y Profetas (Dt., 9, 27), mis Padres antiguos,
y tened presentes las obras que en ellos fueron gratas a vuestros Ojos
Divinos; y pues me mandáis, Señor mío, que con confianza Os pida como a
poderoso y rico en misericordias, concededme lo que por Vos deseo y pido;
pues en pediros hago Vuestra Santa Voluntad y obediencia, en que me
prometéis mi petición: y si mis culpas detienen vuestras misericordias,
apartad de mí lo que os desagrada e impide. Poderoso sois, Señor Dios de
Israel, y todo lo que fuere vuestra voluntad podéis obrar sin resistencia
(Est., 13, 9). Lleguen a vuestros oídos mis peticiones, que si soy pobre y
pequeño, vos sois infinito e inclinado a usar de misericordia con los
abatidos. ¿Adonde iré de Vos, que sois el Rey de los reyes, el Señor de los señores y Todopoderoso? A vuestros hijos y siervos habéis llenado, Señor,
de dones y bendiciones en sus generaciones; a mí me enseñáis a desear y
esperar de Vuestra liberalidad lo que habéis obrado con mis hermanos. Si
fuere vuestro beneplácito conceder mi petición, el fruto de sucesión que de
vuestra mano recibiere, lo ofreceré y consagraré a vuestro templo santo,
para servicio vuestro. Entregado tengo mi corazón y mente a Vuestra
voluntad y siempre he deseado apartar mis ojos de la vanidad. Haced de mí
lo que fuere Vuestro agrado y alegrad, Señor, nuestro espíritu con el
cumplimiento de nuestra esperanza. Mirad desde Vuestro solio al humilde
polvo y levantadle, para que os magnifique y adore y en todo se cumpla
vuestra voluntad y no la mía!"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda, #s 174 - 175. Págs. 89 - 90.
¿Al mismo tiempo en el ínterin el Santo Ángel le declara a Santa Ana quien oraba también?
"Esta petición hizo Joaquín en su retiro; y en el ínterin el Santo Ángel
declaró a Santa Ana cómo sería agradable oración para su alteza que le
pidiese sucesión de hijos con el santo afecto e intención que los deseaba. Y
habiendo conocido la Santa Matrona ser ésta la Divina voluntad y también
la de su esposo Joaquín, con humilde rendimiento y confianza en la
presencia del Señor, hizo oración por lo que se le ordenaba y dijo: Dios
Altísimo, Señor mío, Criador y Conservador universal de todas las cosas, a
quien mi alma reverencia y adora como a Dios verdadero, infinito, santo y
eterno; postrada en vuestra real presencia hablaré, aunque sea polvo y
ceniza (Gén., 18, 27), manifestando mi necesidad y aflicción. Señor, Dios
increado, hacednos dignos de vuestra bendición, dándonos fruto santo que
ofrecer a vuestro servicio en vuestro templo (1 Sam., 1, 11). Acordaos,
Señor mío, que Ana, sierva vuestra, madre de Samuel, era estéril y con
vuestra liberal misericordia recibió el cumplimiento de sus deseos. Yo
siento en mi corazón una fuerza que me alienta y anima a pediros hagáis
conmigo esta misericordia. Oíd, pues, dulcísimo Señor y Dueño mío, mi
petición humilde y acordaos de los servicios, ofrendas y sacrificios de mis
antiguos Padres y los favores que obró en ellos el brazo poderoso de
Vuestra omnipotencia. Yo, Señor, quisiera ofrecer a Vuestros ojos oblación
agradable y aceptable, pero la mayor y la que puedo es mi alma, mis
potencias y sentidos que me disteis y todo el ser que tengo; y si mirándome
desde vuestro Real Solio me diereis sucesión, desde ahora la consagro y
ofrezco para serviros en el templo. Señor Dios de Israel, si fuere voluntad y
gusto vuestro mirar a esta vil y pobre criatura y consolar a vuestro siervo
Joaquín, concedednos, Señor, esta petición y en todo se cumpla Vuestra
voluntad santa y eterna.
Estas fueron las peticiones que hicieron los santos Joaquín y Ana; y de
la inteligencia que he tenido de ellas y de la santidad incomparable de estos
dichosos padres, no puedo por mi gran cortedad e insuficiencia decir todo lo que conozco y siento; ni todo se puede referir, ni es necesario, pues es
bastante para mi intento lo dicho; y para hacer altos conceptos de estos
Santos, se han de medir y ajustar con el altísimo fin y ministerio para que
fueron escogidos de Dios, que era ser abuelos inmediatos de Cristo Señor
nuestro y padres de su Madre Santísima"., Cfr. Obra citada, #s 176 - 177. Págs. 90 - 91.
¿La primogénita de la familia y hermana de María?
"La primera criatura que Ana alumbró en casa de sus padres fue una hija, pero no era la hija de la Promesa porque al nacer no tuvo las señales profetizadas y su alumbramiento
se produjo en tristes circunstancias: Ana, que estaba esperando, tuvo problemas con la
servidumbre porque un pariente de Joaquín había seducido a una de sus criadas. Ana, muy
compungida de ver vulnerada así la severa disciplina de la casa, reprendió su falta a la
criada con cierta dureza, y ésta se tomó su desgracia tan a pecho que malparió antes de
tiempo un niño muerto.
Según los estudios del Lic. José María Sánchez de Toca Alcalá
Ana estaba inconsolable; temía haber tenido la culpa y en
consecuencia también dio a luz prematuramente, y aunque su hija vivió, como no tenía las
señales de la Promesa y había nacido antes de tiempo, Ana lo tuvo por castigo de Dios y
estaba muy afligida pues creía haber pecado. No obstante se alegraron de corazón con su hijita recién nacida y la llamaron
también María. Era una niñita cariñosa, piadosa y dulce que siempre vi crecer gordita y
fuerte. Sus padres le tenían mucho cariño pero les quedaba cierta intranquilidad y tristeza
porque sabían que no era el fruto santo que esperaban de su unión"., Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 118, Agosto de 1821.
¿La Mudanza de Joaquín y Ana?
Llevaban viviendo de este modo con su padre Eliud unos siete años, como pude ver
por la edad de su primera hija, cuando decidieron separarse de sus padres y trasladarse a
vivir a la casa de una finca que los padres de Joaquín les habían dado cerca de Nazaret con
el propósito de empezar allí de nuevo su vida matrimonial en la soledad y de conseguir la
bendición divina para su unión con un comportamiento más grato a Dios.
Vi que tomaron esta decisión en familia y que los padres de Ana prepararon el ajuar
de sus hijos.
Repartieron sus rebaños y apartaron para el nuevo hogar bueyes, asnos y
corderos que eran mucho mas grandes que los que hay por aquí entre nosotros. Cargaron
toda clase de enseres, cacharros, recipientes y ropa en asnos y bueyes delante de la puerta;
aquella buena gente era tan hábil en cargarlo como los animales en recibirlo y transportarlo;
nosotros apenas podemos colocar nuestras cosas en un carro tan hábilmente como lo hacía
aquella gente en sus animales.
Tenían una vajilla muy bonita; todos los cacharros eran más lindos que ahora; era
como si el maestro alfarero hubiese hecho cada uno con distinto sentimiento y amor.
Llenaban y envolvían con musgo unas jarras frágiles decoradas artísticamente con toda
clase de imágenes, y las colgaban del lomo de las bestias sujetas al los extremos de una
correa.
En el lomo de los animales pusieron también toda clase de fardos de mantas
multicolores y ropa, y colchas preciosas bordadas en oro. Los que partían recibieron de sus
padres una bolsa con un bultito pesado, que podría ser un trozo de metal precioso.
Cuando todo estuvo listo, se incorporaron a la comitiva criados y criadas que
arrearon el ganado y las acémilas hasta el nuevo domicilio, que estaba a cinco o seis leguas
de allí; creo que venían de parte de los padres de Joaquín.
Ana y Joaquín se despidieron con
gratitud de sus amigos y sirvientes, y después abandonaron emocionados y llenos de
buenos propósitos el que hasta entonces había sido su hogar.
La madre de Ana ya no vivía, pero vi que los padres de ambos esposos los
acompañaron a su nuevo domicilio; tal vez Eliud hubiera vuelto a casarse o tal vez hubiera
entre ellos familia de los padres de Joaquín. María Helí, la primera hijita de Ana, que
tendría seis o siete años, iba también en la comitiva"., Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 119, Agosto de 1821.
¿Joaquín y Ana se van a vivir a los alrededores de Nazaret?
"La nueva vivienda estaba en un sitio muy agradable, una comarca ondulada rodeada
de prados y árboles a hora y media o una hora larga a Poniente de Nazaret, en un altozano
entre el valle de Nazaret y el de Zabulón. Desde la casa llevaba a Nazaret una cañada orlada
con una arboleda de terebintos.
Delante de la casa había un patio cerrado, cuyo suelo me parecía roca desnuda,
rodeado por una valla baja de piedras o rocas que tenía encima o detrás de ella un seto vivo
de plantas trepadoras.
A un lado del patio se encontraban pequeñas edificaciones ligeras
para la servidumbre y para guardar todas clase de aperos, así como un cobertizo abierto
para albergar el ganado y las bestias.
Alrededor de la casa había varios huertos, y en uno de ellos, cercano a la casa, había
un árbol muy singular cuyas ramas se hundían en tierra, arraigaban y brotaban nuevos. Árboles que hacían lo mismo, formando un círculo de pérgolas.
La casa era bastante grande. En medio estaba la puerta, que giraba sobre sus goznes;
el interior de la casa tendría la superficie de una iglesia de pueblo medianamente grande y
estaba dividida en las distintas habitaciones con tabiques de zarzo, más menos móviles, que
no llegaban al techo.
La puerta principal daba a la primera parte de la casa, un gran zaguán
que ocupaba toda la anchura, que se usaba para los banquetes, y cuando había muchos
huéspedes para distribuirlos por medio de paneles según las necesidades en muchos
dormitorios pequeños.
Enfrente de la puerta principal, una puerta ligera en el centro de la pared trasera del
vestíbulo daba entrada a la parte central de la casa, es decir a un pasillo que llevaba a los
cuatro dormitorios de la derecha y los cuatro de la izquierda de esta parte de la casa.
Estos
dormitorios también estaban formados con tabiques ligeros poco más altos que un hombre,
que por su parte superior terminaban en enrejados abiertos.
Desde aquí, el pasillo llevaba a la tercera parte o parte de atrás de la casa, que no era
rectangular, sino que, al igual que el contorno de la casa, terminaba en pico o semicircular
como el coro de la iglesia.
En medio de esta parte trasera, frente a la entrada, se alzaba el muro del hogar hasta
el tubo de chimenea que había en el techo de la casa; al pie de este muro se hallaba el fogón
donde se cocinaba. Delante de él colgaba del techo una lámpara de cinco brazos.
El espacio que estaba detrás y a ambos lados del hogar estaba dividido con
mamparos en varios cuartos más grandes. Detrás del hogar, diversos tapices formaban las
paredes de los dormitorios, el oratorio, el comedor y el cuarto de trabajo de la familia.
Detrás del hermoso huerto de frutales de la casa había campos, más allá un bosque y detrás
de él una montaña.
Los viajeros llegaron juntos a la casa y encontraron todo en su sitio, pues los
mayores habían mandado gente por delante para colocarlo todo.
Los criados y criadas
habían descargado y puesto todo en su sitio tan bien y con tanto orden como cuando lo
cargaron, pues eran tan serviciales y trabajaban con tanto sentido y tan silenciosamente que
no hacía falta mandarles los detalles como ocurre hoy día. Así que enseguida quedó todo
tranquilo y sus padres, después que les hicieron entrega de su nueva casa, se despidieron de
Ana con bendiciones y abrazos y emprendieron el camino de vuelta con la hijita de Ana,
que se volvía con los abuelos.
En tales visitas y parecidas ocasiones nunca vi que esta gente celebrara banquetes,
sino que muchas veces se tumbaban en círculo en una alfombra poniendo ante sí unos
platillos y jarritas y casi todo el tiempo hablaban de asuntos de Dios y santas esperanzas", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 119, Agosto de 1821.
¿Joaquín y Ana esposos entregados totalmente a la voluntad de Dios?
"Aquí vi que esta santa pareja empezó una nueva vida; querían sacrificar a Dios todo
el pasado y pensar que estaban juntos por primera vez para esforzarse en impetrar con una
vida más grata a Dios, aquella bendición que era lo único que deseaban fervorosamente
para sí. Los vi andar a los dos entre sus rebaños y dividirlos en tercios para distribuirlos
entre el Templo, los pobres y ellos mismos, como anteriormente dije de sus padres. Hacían
llevar al Templo la parte mejor y más selecta; los pobres recibían un buen tercio y la peor
parte se la reservaban para sí; así hacían con todo lo suyo.
Su casa era bastante amplia y vivían en cuartitos separados donde muchas veces los
vi rezar con gran fervor cada uno por su lado. Así vivieron mucho tiempo; daban grandes limosnas y por más veces que los vi repartir sus rebaños y pertenencias, todo volvía a
aumentar rápidamente.
Vivían muy austeramente, en castidad y continencia. Durante su
oración les veía ponerse cilicios, y muchas veces vi a Joaquín implorar a Dios en los
lejanos pastizales de sus rebaños. Los diecinueve años siguientes al nacimiento de su
primera hija vivieron con esta severa conducta en la presencia de Dios anhelando
constantemente la bendición de la fertilidad mientras su aflicción iba en aumento"., Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 120, Agosto de 1821.
¿Joaquín y Ana soportan con paciencia las pruebas de la vida?
La mala
gente de la comarca se acercaban a ellos para insultarlos:
—Tienen que ser mala gente puesto que no tienen hijos; la hijita que está con los
padres de Ana no debe ser suya; Ana es estéril; la niña aquella es adoptiva, pues si no, la
tendrían con ellos, etc.
Estas habladurías todavía deprimían más a aquella buena gente.
Ana tenía fe firme y la persuasión íntima de que el advenimiento del Mesías estaba
próximo, y de que ella misma sería una de sus parientes carnales. Imploraba y clamaba que
se consumara la promesa y se esforzaba junto con Joaquín en conseguir continuamente
mayor pureza.
La entristecía profundamente la afrenta de su esterilidad; y apenas podían
dejarse ver en la sinagoga sin que la ofendieran.
Joaquín, aunque flaco y bajito, era robusto y a menudo lo vi llevar ofrendas de
ganado a Jerusalén. Ana tampoco era alta y su figura era muy delicada; adelgazó tanto con
sus preocupaciones que las mejillas se le hundieron completamente, aunque conservaba
cierto rubor. Siguieron con la costumbre de repartir de vez en cuando sus rebaños con el
Templo y los pobres, y cada hacían más pequeña la parte que se reservaban para sí", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág., 120-121, Agosto de 1821.
¿Joaquín no es bien recibido en el Templo?
Después de haber implorado sin éxito tantos años la bendición de Dios para su
matrimonio, vi que Joaquín quiso llevar una vez más su ofrenda al Templo. Los dos se
separaron para hacer penitencia y una noche los vi ceñidos de cilicios rezando tumbados en
el duro suelo. Luego, al romper el alba, Joaquín salió campo a través a los pastizales de su
ganado. Ana volvió a quedarse sola y poco después envió unos criados en pos de Joaquín
con palomas y otras aves, y toda clase de objetos en jaulas y cestas que Joaquín quería
ofrecer al Templo.
Joaquín tomó dos asnos de sus pastos y los cargó con éstas y otras cestas en las que
creo que metió tres animalillos blancos y alegres de largos cuellos que ya no me acuerdo si
eran corderos o cabritillos. Llevaba en un palo un farol que brillaba como una candela
dentro de una calabaza, y así le vi llegar con sus criados y bestias de carga a un bonito
campo verde que hay entre Betania y Jerusalén, en el que más adelante vi que Jesús
descansó muchas veces.
Subieron hacia el Templo y dejaron los asnos en el mismo albergue del Templo
cerca del Mercado de Ganado donde más adelante pararon cuando ofrendaron a María.
Al
igual que en aquella ocasión, subieron sus ofrendas por la escalera, atravesaron las
viviendas de los servidores del Templo y entonces, después de entregarles las ofrendas a
éstos, los criados de Joaquín se volvieron .
Joaquín fue entonces al patio donde estaba la alberca donde se lavaban todas las
ofrendas, y luego siguió por un largo pasillo hasta una sala a la izquierda del lugar donde
estaba el Altar de los Perfumes, la Mesa de los Panes de Proposición y el Candelabro de
Siete Brazos.
Allí estaban congregados otros que habían traído ofrendas. A Joaquín le
examinaron exhaustivamente, y Rubén, un sacerdote, rechazó sus ofrendas y en vez de colocarlas bien visibles con las demás, detrás de la reja en el lado derecho de la sala, las
echó a un lado. Después, delante de todos los presentes, abochornó en voz alta al pobre
Joaquín a causa de su esterilidad, no le permitió acercarse y le mandó a un rincón
vergonzoso y entre rejas.
Joaquín abandonó el Templo con la mayor tribulación y, pasando por Betania, fue
en busca de consuelo y consejo a casa de una congregación de esenios de la región de
Maqueronte.
En esta casa, y antes en aquella otra que está cerca de Belén, había vivido el
profeta Manajem, quien predijo a Herodes en su juventud que reinaría y cometería grandes
crímenes. De allí Joaquín fue al Monte Hermón donde estaban sus rebaños más alejados. Su
camino le llevó a través del desierto de Gaddí al otro lado del Jordán. El Hermón es un
monte largo y estrecho, que tiene la solana cubierta de verdor y llena de espléndidos
frutales, mientras que el lado opuesto está cubierto de nieve", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág.,122, Agosto de 1821.
¿Ana recibe una unción especial en medio de las pruebas?
"Joaquín estaba tan triste y avergonzado por el desprecio recibido en el Templo que
ni siquiera mandó decir a Ana donde estaría, pero ella supo por otras personas que habían
estado presentes la humillación que había sufrido Joaquín, y su aflicción fue indescriptible.
La vi llorar muchas veces con el rostro en tierra porque no sabía dónde estaba su Joaquín,
que llevaba más de cinco meses escondido en el Hermón con sus rebaños.
Hacia el final de esta época, Ana tuvo aún que sufrir más por la descortesía de una
criada que le echaba continuamente en cara su desdicha. Pero un día, al principio de la
Fiesta de las Cabañuelas, cuando esta criada pretendió pasar la fiesta fuera de casa, Ana,
prevenida como estaba por la seducción de la anterior, se lo prohibió como madre prudente
que era. Entonces la criada la echó en cara su infecundidad y que Joaquín la hubiera
abandonado, diciéndola que eran castigos de Dios por su dureza, de un modo tan violento
que Ana no quiso aguantarla más tiempo en casa y la envió con regalos a casa de sus padres
acompañada por dos criados con la explicación de que aceptaran de nuevo a su hija en el
mismo estado en que la había recibido, pero que no se sentía capaz de tenerla más tiempo a
su custodia.
En cuanto despidió a la criada, Ana se fue a su cuarto a rezar tristemente. Al
anochecer se echó un mantón por la cabeza, se envolvió completamente en él y salió con un
farol al árbol grande del patio que dije antes, el que formaba una especie de pérgola.
Encendió una lámpara que colgaba del árbol en una especie de caja y se puso a rezar
leyendo en un rollo de pergamino.
El árbol era muy grande y tenía dentro asientos y pérgolas. Hundía sus ramas por
encima del muro hasta el suelo, donde volvían a arraigar y a rebrotar ramas que de nuevo
volvían a colgar y a arraigar y rebrotar y así sucesivamente hasta formar toda una serie de
pérgolas.
Este árbol es de la misma especie que el árbol de la fruta prohibida del Paraíso. Sus
frutos cuelgan de cinco en cinco de las puntas de las ramas; tienen forma de peras, por
dentro son carnosos con venas de color sangre y tienen en el medio un hueco a cuyo
alrededor están las pipas dentro de la carne. Las hojas son muy grandes y me parece que
fueron las que usaron Adán y Eva para cubrirse en el Paraíso.
Los judíos las usaban sobre
todo para adornar las paredes en la Fiesta de las Cabañuelas porque, poniéndolas como
escamas, se ensamblan muy cómodamente por los bordes.
Ana estuvo mucho tiempo clamando a Dios debajo del árbol que aunque le hubiese
cerrado el vientre, no mantuviese lejos a su piadoso compañero Joaquín.
Y ¡mira! he aquí que entonces se le apareció un ángel del Señor que bajó de lo alto
del árbol, se le puso delante y la dijo que tranquilizara su corazón, que el Señor había
escuchado su oración.
Que fuera al Templo a la mañana siguiente con dos criadas y que
llevara palomas para la ofrenda. La oración de Joaquín también había sido escuchada y ya
iba con su ofrenda de camino al Templo; ella lo encontraría debajo de la Puerta Dorada. La
ofrenda de Joaquín sería aceptada y ambos serían bendecidos; pronto sabría el nombre de la
criatura. El ángel la dijo también que había llevado la misma embajada a su marido y dicho
esto desapareció.
Llena de alegría, Ana dio gracias a Dios misericordioso. Volvió a entrar en casa y
preparó con las criadas lo necesario para viajar al Templo la mañana siguiente.
Vi que a
continuación rezó y se acostó para dormir. Su lecho consistía en una manta estrecha y un
cojín redondo para debajo de la cabeza; por las mañanas enrollaba la manta.
Ana se quitó el vestido exterior, se envolvió de pies a cabeza en una tela ancha y se
tendió toda estirada sobre el costado derecho, de cara a la pared de su cuartito a lo largo de
la cual estaba su lecho.
Cuando llevaba dormida un ratito vi descender sobre ella desde arriba un resplandor
de luz que se concentró junto a su lecho en forma de joven resplandeciente. Era el ángel del
Señor que la dijo que concebiría una criatura santa. Luego, extendiendo su mano por
encima de ella, escribió en la pared grandes letras luminosas: era el nombre de María.
{He conocido el contenido de la frase, palabra por palabra. En resumen, expresaba
que ella debía concebir, que su fruto sería único y que la fuente de esa concepción era la
bendición que recibió Abraham.
La he visto indecisa pensando en cómo se lo comunicaría a
Joaquín; pero se consoló cuando el ángel la reveló la visión de Joaquín. Tuve entonces la
explicación de la Concepción Inmaculada de María y supe que en el Arca de la Alianza
había estado oculto el sacramento de la Encarnación, la Inmaculada Concepción, el misterio
de la Redención de la Humanidad caída.}
El ángel volvió a desaparecer mientras se disolvía en luz. Ana, que mientras tanto
había tenido en el sueño un movimiento de íntima alegría, se incorporó en el lecho
semidespierta, rezó fervorosamente y sin darse cuenta bien volvió a dormirse.
Pero después de medianoche se despertó contenta como por una intuición interior, y
vio espantada y contenta lo que estaba escrito en la pared.
Eran como grandes letras
relucientes rojas y doradas, aunque no muchas; las miró compungida y con alegría
indescriptible hasta que se apagaron al amanecer. Lo vio todo tan claro y su alegría creció
de tal manera, que cuando se levantó parecía completamente rejuvenecida.
En el instante en que la luz del ángel llevó la gracia a Ana, vi un resplandor bajo su
corazón y reconocí en ella a la madre elegida, al vaso glorioso de la gracia venidera. Solo
puedo expresar lo que distinguí en ella diciendo que supe que era una madre bendita a la
que le adornaban una cuna, le vestían una camita o le abrían un tabernáculo para que
recibiera y conservara dignamente la santidad. Vi que Ana quedó abierta a la bendición por
gracia de Dios.
Es indecible la forma maravillosa en que lo supe, pues reconocí en Ana la
cuna de toda la salvación humana, y al mismo tiempo un vaso sagrado de la Iglesia, del
cual se había retirado el cenotafio; y esto también lo supe de forma natural, y todo este
conocimiento era una sola cosa al mismo tiempo natural y sagrada. Me parece que Ana
tenía entonces cuarenta y tres años.
Entonces Ana se levantó, encendió su lámpara, rezó y emprendió viaje a Jerusalén
con sus ofrendas. Aunque la aparición del ángel solo la sabía ella, esa mañana todos los de la casa exultaban con maravillosa alegría", Cfr. La Vida de Jesús y de su Santa Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libros 1 y 4, Época primera, Cap., II, Pág.,123-124, Agosto de 1821.
¿Otros detalles de cómo previno Dios a Santa Ana por medio del Arcángel Gabriel?
"Llegaron las peticiones de los Santos Joaquín y Ana a la presencia y
trono de la Beatísima Trinidad, donde, siendo oídas y aceptadas, se les
manifestó a los Santos Ángeles la voluntad Divina, como si —a nuestro
modo de entender— las tres Divinas Personas hablaran con ellos y les
dijeran: Determinado tenemos por Nuestra dignación que la Persona del
Verbo tome carne humana y que en ella remedie a todo el linaje de los
mortales; y a Nuestros siervos los Profetas lo tenemos manifestado y
prometido, para que ellos lo profetizasen al mundo. Los pecados de los
vivientes y su malicia es tanta, que nos obligaba a ejecutar el rigor de
nuestra justicia; pero nuestra bondad y misericordia excede a todas sus
maldades y no pueden ellas extinguir nuestra caridad. Miremos a las obras
de nuestras manos, que criamos a nuestra imagen y semejanza para que
fueran herederos y partícipes de nuestra eterna gloria (2 Pe., 3, 22). Atendamos a los servicios y agrado que nos han dado nuestros siervos y amigos y
a los muchos que se levantarán y que serán grandes en nuestras alabanzas y
beneplácito. Y singularmente pongamos delante de nuestros ojos aquella
que ha de ser electa entre millares y sobre todas las criaturas ha de ser
aceptable y señalada para nuestras delicias y beneplácito y que en sus
entrañas ha de recibir a la Persona del Verbo y vestirle de la mortalidad de
la carne humana. Y pues ha de tener principio esta obra en que
manifestemos al mundo los tesoros de Nuestra Divinidad, ahora es el
tiempo aceptable y oportuno para la ejecución de este sacramento. Joaquín
y Ana hallaron gracia en Nuestros ojos, porque piadosamente los miramos
y prevenimos con la virtud de nuestros dones y gracias. Y en las pruebas de
su verdad han sido fieles y con sencilla candidez sus almas se han hecho
aceptas y agradables en Nuestra presencia. Vaya Gabriel, Nuestro
embajador, y déles nuevas de alegría para ellos y para todo el linaje
humano y anuncíeles cómo nuestra dignación los ha mirado y escogido"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 178, Pág. 91. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XIII. Libro I. Parte Primera (1670).
¿La Beatísma Trinidad y el Nombre de María en la Eternidad?
"Conociendo los espíritus celestiales esta voluntad y decreto del
Altísimo, el Santo Arcángel Gabriel, adorando y reverenciando a Su Alteza
en la forma que lo hacen aquellas purísimas y espirituales sustancias,
humillado ante el trono de la Beatísima Trinidad, salió de Él una voz
intelectual que le dijo: Gabriel, ilumina, vivifica y consuela a Joaquín y
Ana, nuestros siervos, y diles que sus oraciones llegaron a nuestra
presencia y sus ruegos son oídos por nuestra clemencia; promételes que
recibirán fruto de bendición con el favor de nuestra diestra y que Ana
concebirá y parirá una hija a quien le damos por nombre MARÍA".
"En este mandato del Altísimo le fueron revelados al Arcángel San
Gabriel muchos Misterios y sacramentos de los que pertenecían a esta
embajada; y con ella descendió al punto del cielo empíreo y se le apareció a
San Joaquín, que estaba en oración, y le dijo: Varón justo y recto, el
Altísimo desde su Real Trono ha visto tus deseos y oído tus peticiones y
gemidos y te hace dichoso en la tierra. Tu esposa Ana concebirá y parirá
una hija que será bendita entre las mujeres (Lc., 1, 42) y las naciones la
conocerán por Bienaventurada (Mt., 1, 20). El que es Dios eterno, increado
y criador de todo, y en sus juicios rectísimo, poderoso y fuerte, me envía a
ti, porque le han sido aceptas tus obras y limosnas. Y la caridad ablanda el
pecho del Todopoderoso y apresura sus misericordias, que liberal quiere
enriquecer tu casa y familia con la hija que concebirá Ana y el mismo
Señor la pone por nombre MARÍA. Y desde su niñez ha de ser consagrada
a su templo, y en él a Dios, como se lo habéis prometido. Será grande,
escogida, poderosa y llena del Espíritu Santo y por la esterilidad de Ana
será milagrosa su concepción y la hija será en vida y obras toda prodigiosa.
Alaba, Joaquín, al Señor por este beneficio, engrandécele, pues con
ninguna nación hizo tal cosa. Subirás a dar gracias al Templo de Jerusalén
y, en testimonio de que te anuncio esta verdad y alegre nueva, en la Puerta
Áurea encontrarás a tu hermana Ana, que por la misma causa irá al templo.
Y te advierto que es maravillosa esta embajada, porque la concepción de
esta niña alegrará el cielo y la tierra".
"Todo esto le sucedió a San Joaquín en un sueño que se le dio en la
prolija oración que hizo, para que en él recibiese esta embajada, al modo
que sucedió después al Santo José, esposo de María Santísima, cuando se le
manifestó ser su preñado por obra del Espíritu Santo (Mt., 1, 20). Despertó
el dichosísimo San Joaquín con especial júbilo de su alma y, con prudencia
candida y advertida, escondió en su corazón el sacramento del Rey (Tob.,
12, 7); y con viva fe y esperanza derramó su espíritu en la presencia del
Altísimo y, convertido en ternura y agradecimiento, le dio gracias y alabó sus inescrutables juicios; y para hacerlo mejor, se fue al templo, como se lo
habían ordenado"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 179 a 181, Págs. 92 - 93. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XIII. Libro I. Parte Primera (1670).
¿Otros detalles de esta manifestación del Arcángel frente a Joaquín?
"Y permanecía allí desde hacía algún tiempo, cuando, cierto día que estaba solo,
le apareció un ángel del Señor, rodeado de una gran luz. Y, a su vista, Joaquín quedó
turbado. Pero el ángel apaciguó su turbación, diciéndole: No temas, Joaquín, ni te
turbe mi vista, porque soy un ángel del Señor, enviado por Él a ti, para anunciarte que
tus súplicas han sido escuchadas, y que tus limosnas han subido a su presencia. Ha
visto tu oprobio, y ha considerado el reproche de esterilidad que sin razón se te ha
dirigido. Porque Dios es vengador del pecado, mas no de la naturaleza. Y, cuando
cierra una matriz, lo hace para abrirla después de una manera más admirable, y para
que se sepa que lo que nace así no es fruto de la pasión, sino presente de la
Providencia. La primera madre de vuestra nación, Sara, permaneció estéril hasta los ochenta
años, a pesar de lo cual, en los últimos días de su vejez, dio a luz a Isaac, en quien le
había sido prometido que serían benditas todas las naciones. Asimismo Raquel, tan
agradable a Dios y tan amada por Jacob, permaneció estéril durante mucho tiempo, y,
no obstante, parió a José, que fue no solamente el dueño de Egipto, sino el salvador de
numerosos pueblos que iban a morir de hambre. ¿Quién, entre los jueces, más fuerte
que Sansón y más santo que Samuel? Y, sin embargo, ambos a dos tuvieron por
madres a mujeres por mucho tiempo estériles. Si, pues, la razón no te persuade por mi
boca, cree a lo menos que las concepciones dilatadamente diferidas y los partos
tardíos son de ordinario los más portentosos. Así, tu esposa Ana te parirá una niña, y la llamarás María. Y, conforme a vuestro
voto, se consagrará al Señor desde su niñez, y estará llena del Espíritu Santo desde el
vientre de su madre. Y no comerá ni beberá nada impuro, ni vivirá en medio de las
agitaciones populares del exterior, sino en el templo, a fin de que no pueda enterarse,
ni aun por sospecha, de nada de lo que existe de vergonzoso en el mundo. Y, con el
curso de la edad, bien como ella nació milagrosamente de una mujer estéril, de igual
modo, por un prodigio incomparable y permaneciendo virgen, traerá al mundo al hijo
del Altísimo, que será llamado Jesús o salvador de todas las naciones, conforme a la
etimología de su nombre. Y he aquí el signo de la verdad de las cosas que te anuncio. Cuando llegues a la
Puerta Dorada de Jerusalén, encontrarás a Ana tu esposa, la cual, inquieta hasta hoy
por tu retardo, se regocijará sobremanera, al volver a verte. Y, dicho esto, el ángel se
separó de Joaquín"., Cfr. Liber de Infantia Salvatoris, Apócrifo, Ed. Vir. F.Pdf. III. I al III. Pág. 2. Siglo IX.
¿Más detalles de la Aparición del Arcángel a San Joaquín?
"He visto la aparición del ángel a Joaquín. El ángel le mandó llevar las ofrendas al templo y le prometió que sería escuchada su oración. A pesar de que le dijo que fuera después a la puerta dorada en el templo. Joaquín sentíase temeroso de ir. Pero el ángel le dijo que los sacerdotes ya tenían aviso de su visita.
Esto sucedía en tiempo de la fiesta de los tabernáculos. Al cuarto día de fiesta dirigióse a Jerusalén. Luego vi que dos sacerdotes llevaron a Joaquín a través de las cámaras laterales, hasta el Sancta Sanctorum, ante el altar del incienso. Joaquín quedó solo delante del altar del incienso, porque los sacerdotes se alejaron.
Ví a Joaquín hincado de rodillas, con los brazos levantados, mientras se consumía el incienso. Permaneció encerrado en el templo toda la noche, rezando con gran devoción. El ángel habló entonces: "Ana tendrá una Niña Inmaculada y de ella saldrá la salud del mundo. Lo que tendrá Ana no será de Joaquín sino que por medio de él, será un fruto de Dios y la culminación de la bendición dada a Abrahán".
Joaquín no podía comprender esto, y el ángel lo llevó detrás del cortinado que estaba separado lo bastante para poder permanecer allí. Entendí que el ángel le decía que de esa manera Ana daría a luz, por medio de él, sin ser empañada. Observé muchas imágenes análogas que se referían a la historia de la Virgen en sus antepasados.
Estos cuadros mostraban como la raza de la Santísima Virgen, al igual que todo lo santo, había sido conducida por la gracia de Dios a través de combates y asaltos. Los pasajes y puentes que unían el conjunto significaban la victoria obtenida sobre obstáculos e interrupciones que se oponían a la obra de la salvación.
Creo que fue una revelación hecha a Joaquín por los ángeles, bajo la forma de una visión de la cual tuve yo también conocimiento"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo V ( Extractos ), Págs. 124 -127, Tomo II, Libro I y IV.
¿La Aparición del Arcángel a Santa Ana?
"Y después apareció a Ana su esposa, diciéndole: No temas, Ana, ni imagines
que es un fantasma lo que ves. Yo soy el ángel que ha llevado vuestras oraciones y
vuestras limosnas a la presencia de Dios, y que ahora he sido enviado a vosotros para
anunciaros el nacimiento de una hija, que se llamará María, y que será bendita entre
todas las mujeres. Llena de la gracia del Señor desde el instante de su nacimiento,
permanecerá en la casa paterna durante los tres años de su lactancia. Después,
consagrada al servicio del Altísimo, no se apartará del templo hasta la edad de la
discreción. Y allí, sirviendo a Dios día y noche con ayunos y con plegarias, se
abstendrá de todo lo que es impuro, y no conocerá varón jamás, manteniéndose sin
tacha, sin corrupción, sin unión con hombre alguno. Empero, virgen, parirá un hijo, y,
sierva, parirá a su Señor, el que será por gracia, por título, por acción, el salvador del
mundo. Así, pues, levántate, sube a Jerusalén, y, cuando llegues a la llamada Puerta
Dorada, allí, a manera de signo, encontrarás a tu esposo, sobre cuyo paradero anda
inquieta tu alma. Y, cuando hayan sucedido estas cosas, lo que yo te anuncio se
cumplirá al pie de la letra"., Cfr. Liber de Infantia Salvatoris, Apócrifo, Ed. Vir. F.Pdf. IV. I al II. Pág. 3. Siglo IX.
¿Más detalles sobre esta aparición del Arcángel a Santa Ana?
"En el mismo tiempo que sucedió esto a San Joaquín, estaba la
dichosísima Santa Ana en altísima oración y contemplación, toda elevada
en el Señor y en el misterio de la Encarnación que esperaba del Verbo
Eterno, de que el mismo Señor le había dado altísimas inteligencias y
especialísima luz infusa. Y con profunda humildad y viva fe estaba
pidiendo a Su Majestad acelerase la venida del Reparador del linaje
humano, y hacía esta oración: Altísimo Rey y Señor de todo lo criado, yo,
vil y despreciada criatura, pero hechura de vuestras manos, deseara con dar
la vida que de vos, Señor, he recibido obligaros para que Vuestra dignación
abreviara el tiempo de nuestra salud. ¡Oh, si Vuestra piedad infinita se
inclinase a nuestra necesidad! ¡Oh, si nuestros ojos vieran ya al Reparador
y Redentor de los hombres! Acordaos, Señor, de las antiguas misericordias
que habéis hecho con vuestro pueblo, prometiéndole vuestro Unigénito, y
obligúeos esta determinación de infinita piedad. Llegue ya, llegue este día
tan deseado. ¡Es posible que el Altísimo ha de bajar de su Santo Cielo! ¡Es
posible que ha de tener Madre en la tierra! ¡Qué mujer será tan dichosa y
bienaventurada! ¡Oh, quién pudiera verla! ¡Quién fuera digna de servir a
sus siervas! Bienaventuradas las generaciones que la vieren, que podrán
postrarse a sus pies y adorarla. ¡Qué dulce será su vista y conversación!
Dichosos los ojos que la vieren y los oídos que la oyeren sus palabras y la
familia que eligiere el Altísimo para tener Madre en ella. Ejecútese ya,
Señor, este decreto, cúmplase ya vuestro divino beneplácito.
183. En esta oración y coloquios estaba ocupada santa Ana
después de las inteligencias que había recibido de este inefable
misterio y confería todas las razones que quedan dichas con el Santo
Ángel de su guarda, que muchas veces, y en esta ocasión con más claridad,
se le manifestó. Y ordenó el Altísimo que la embajada de la concepción de
su Madre Santísima fuese en algo semejante a la que después se había de
hacer de su inefable Encarnación. Porque Santa Ana estaba meditando con
humilde fervor en la que había de ser Madre de la Madre del Verbo
Encarnado, y la Virgen Santísima hacía los mismos actos y propósitos para
la que había de ser Madre de Dios, como en su lugar diré (Cf. p. II n. 117).
Y fue uno mismo el Ángel de las dos embajadas, y en forma humana,
aunque con más hermosura y misteriosa apariencia se apareció a la Virgen
María.
En el mismo tiempo que sucedió esto a San Joaquín, estaba la
dichosísima Santa Ana en altísima oración y contemplación, toda elevada
en el Señor y en el misterio de la Encarnación que esperaba del Verbo
Eterno, de que el mismo Señor le había dado altísimas inteligencias y
especialísima luz infusa. Y con profunda humildad y viva fe estaba
pidiendo a Su Majestad acelerase la venida del Reparador del linaje
humano, y hacía esta oración: Altísimo Rey y Señor de todo lo criado, yo,
vil y despreciada criatura, pero hechura de vuestras manos, deseara con dar
la vida que de vos, Señor, he recibido obligaros para que Vuestra dignación
abreviara el tiempo de nuestra salud. ¡Oh, si Vuestra piedad infinita se
inclinase a nuestra necesidad! ¡Oh, si nuestros ojos vieran ya al Reparador
y Redentor de los hombres! Acordaos, Señor, de las antiguas misericordias
que habéis hecho con vuestro pueblo, prometiéndole vuestro Unigénito, y
obligúeos esta determinación de infinita piedad. Llegue ya, llegue este día
tan deseado. ¡Es posible que el Altísimo ha de bajar de su Santo Cielo! ¡Es
posible que ha de tener Madre en la tierra! ¡Qué mujer será tan dichosa y
bienaventurada! ¡Oh, quién pudiera verla! ¡Quién fuera digna de servir a
sus siervas! Bienaventuradas las generaciones que la vieren, que podrán
postrarse a sus pies y adorarla. ¡Qué dulce será su vista y conversación!
Dichosos los ojos que la vieren y los oídos que la oyeren sus palabras y la
familia que eligiere el Altísimo para tener Madre en ella. Ejecútese ya,
Señor, este decreto, cúmplase ya vuestro divino beneplácito.
183. En esta oración y coloquios estaba ocupada santa Ana
después de las inteligencias que había recibido de este inefable
misterio y confería todas las razones que quedan dichas con el Santo
Ángel de su guarda, que muchas veces, y en esta ocasión con más claridad,
se le manifestó. Y ordenó el Altísimo que la embajada de la concepción de
su Madre Santísima fuese en algo semejante a la que después se había de
hacer de su inefable Encarnación. Porque Santa Ana estaba meditando con
humilde fervor en la que había de ser Madre de la Madre del Verbo
Encarnado, y la Virgen Santísima hacía los mismos actos y propósitos para
la que había de ser Madre de Dios, como en su lugar diré (Cf. p. II n. 117).
Y fue uno mismo el Ángel de las dos embajadas, y en forma humana,
aunque con más hermosura y misteriosa apariencia se apareció a la Virgen
María.
Entró el Santo Arcángel Gabriel en forma humana, hermoso y
refulgente más que el sol, a la presencia de Santa Ana y díjola: Ana, sierva del Altísimo, Ángel del Consejo de Su Alteza soy, enviado de las alturas
por su Divina dignación, que mira a los humildes en la tierra (Sal., 137, 6).
Buena es la oración incesante y la confianza humilde. El Señor ha oído tus
peticiones, porque está cerca de los que le llaman (Sal., 144, 18) con viva fe
y esperanza y aguardan con rendimiento. Y si se dilata el cumplimiento de
los clamores y se detiene en conceder las peticiones de los justos, es para
mejor disponerlos y más obligarse a darles mucho más de lo que piden y
desean. La oración y limosna abren los tesoros del Rey omnipotente (Tob.,
12, 8) y le inclinan a ser rico en misericordias con los que le ruegan. Tú y
Joaquín habéis pedido fruto de bendición; y el Altísimo ha determinado
dárosle admirable y santo y con él enriqueceros de dones celestiales,
concediéndoos mucho más de lo que habéis pedido. Porque habiéndoos
humillado en pedir, se quiere el Señor engrandecer en concederos vuestras
peticiones; que le es muy agradable la criatura cuando humilde y confiada
le pide no coartando su infinito poder. Persevera en la oración y pide sin
cesar el remedio del linaje humano para obligar al Altísimo. Moisés con
oración interminada hizo que venciese el pueblo (Ex., 17, 11). Ester con
oración y confianza le alcanzó libertad de la muerte. Judit por la misma
oración fue esforzada en obra tan ardua como intentó para defender a
Israel; y lo consiguió, siendo mujer flaca y débil. David salió victorioso
contra Goliat, porque oró invocando el nombre del Señor. Elías alcanzó
fuego del cielo para su sacrificio y con la oración abría y cerraba los cielos.
La humildad, la fe y limosnas de Joaquín y las tuyas llegaron al Trono del
Altísimo y me envió a mí, Ángel suyo, para que anuncie nuevas de alegría
para tu espíritu; porque Su Alteza quiere que seas dichosa y bienaventurada. Elígete por madre de la que ha de engendrar y parir al Unigénito del
Padre. Parirás una hija que por Divina ordenación se llamará María. Será
bendita entre las mujeres y llena del Espíritu Santo. Será la nube (3 Re., 18,
44) que derramará el rocío del Cielo para refrigerio de los mortales y en
ella se cumplirán las profecías de vuestros Antiguos Padres. Será la puerta
de la vida y de la salud para los hijos de Adán. Y advierte que a Joaquín le
he evangelizado que tendrá una hija que será dichosa y bendita, pero el
Señor reservó el sacramento, no manifestándole que había de ser Madre del
Mesías. Y por esto debes tú guardar este secreto; y luego irás al Templo a
dar gracias al Altísimo, porque tan liberal te ha favorecido su poderosa
diestra. Y en la Puerta Áurea encontrarás a Joaquín, donde conferirás estas
nuevas. Pero a ti, bendita del Señor, quiere Su Grandeza visitarte y
enriquecerte con sus favores más singulares y en soledad te hablará al
corazón (Os., 2, 14) y dará origen a la Ley de Gracia, dando ser en tu
vientre a la que ha de vestir de carne mortal al inmortal Señor, dándole
forma humana; y en esta humanidad unida al Verbo se escribirá con su
sangre la verdadera Ley de Misericordia (Heb., 9, 12)"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 182 a 184, Págs. 93 - 94. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XIII. Libro I. Parte Primera (1670).
¿Estableció un santuario en su dormitorio?
"Y los meses de Ana se cumplieron, y, al noveno, dio a luz. Y preguntó a la partera: “¿Qué he dado a luz?”. La partera contestó: “Una niña”. Y Ana repuso: “Mi alma se ha glorificado en este día”. Y acostó a la niña en su cama. Y, transcurridos los días legales, Ana se lavó, dio él pecho a la niña, y la llamó María. Y la niña se fortificaba de día en día. Y, cuando tuvo seis meses, su madre la puso en el suelo, para ver si se mantenía en pie. Y la niña dio siete pasos, y luego avanzó hacia el regazo de su madre, que la levantó, diciendo: “Por la vida del Señor, que no marcharás sobre el suelo hasta el día que te lleve al templo del Altísimo”. Y estableció un santuario en su dormitorio, y no le dejaba tocar nada que estuviese manchado, o que fuese impuro. Y llamó a las hijas de los hebreos que se conservaban sin mancilla, y que entretenían a la niña con sus juegos"., Cfr. Papiro Bodmer Siglo III, Evangelios Apócrifos, traducción española de Edmundo González Blanco, de la Editorial Creación, 2008.
¿Concepción Milagrosa de María, Según Sor Ana Catalina Emmerick?
"He visto que cuando se abrazaban Joaquín y Ana ( en el Templo de Jerusalén), estaban en éxtasis. Estaban rodeados de numerosos ángeles, que flotaban sobre ellos, sosteniendo una torre luminosa y recordando la torre de marfil, la torre de David y otros títulos de las letanías lauretanas (Espejo de Justicia, Trono de Sabiduría, Vaso Espiritual, Vaso de Honor, Vaso insigne de devoción, Rosa Mística, Casa de Oro, Arca de la Alianza, Puerta del Cielo, Estrella de la Mañana, etc.).
Desapareció la Torre entre Joaquín y Ana: ambos estaban llenos de gloria y resplandor. Al mismo tiempo, el cielo se abrió sobre ellos y vi la alegría de los ángeles y de la Santísima Trinidad y la relación de todo esto con la concepción de María Santísima.
Cuando se abrazaron, rodeados por el resplandor, entendí que era la 'concepción de María' en ese instante, y que María fué concebida como hubiera sido la concepción de todos sin el pecado original"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, ( Extractos ), Capítulo VII, Págs., 128 - 129, Tomo II, Libro I y IV.
¿Concepción Milagrosa de María, Según María de Jesús de Agreda?
"Muy semejante a éste, aunque mucho más admirable, fue el milagro
de concebir Ana, madre de María Santísima; y así estuvieron en esto sus
padres gobernados con la gracia, tan abstraídos de la concupiscencia y
delectación, que le faltó aquí a la culpa original el accidente imperfecto que
de ordinario acompaña a la materia o instrumento con que se comunica.
Quedó sólo la materia desnuda de imperfección, siendo la acción meritoria.
Y así por esta parte pudo muy bien no resultar el pecado en esta
concepción, teniéndolo por otra la Divina Providencia así determinado. Y
este milagro reservó el Altísimo para sola aquella que había de ser su
Madre dignamente; porque siendo conveniente que en lo sustancial de su
concepción fuese engendrada por el orden que los demás hijos de Adán, fue
también convenientísimo y debido que, salvando la naturaleza, concurriese
con ella la gracia en toda su virtud y poder; señalándose y obrando en ella
sobre todos los hijos de Adán, y sobre el mismo Adán y Eva, que dieron
principio a la corrupción de la naturaleza y su desordenada concupiscencia.
En esta formación del cuerpo purísimo de María anduvo tan
vigilante —a nuestro modo de entender— la sabiduría y poder del
Altísimo, que le compuso con gran peso y medida en la cantidad y
calidades de los cuatro humores naturales, sanguíneo, melancólico,
flemático y colérico; para que con la proporción perfectísima de esta
mezcla y compostura ayudase sin impedimento las operaciones del alma
tan santa como le había de animar y dar vida. Y este milagroso
temperamento fue después como principio y causa en su género para la
serenidad y paz que conservaron las potencias de la Reina del Cielo toda su
vida, sin que alguno de estos humores le hiciese guerra ni contradicción, ni
predominase a los otros, antes bien se ayudaban y servían recíprocamente
para conservarse en aquella bien ordenada fábrica sin corrupción ni
putrefacción; porque jamás la padeció el cuerpo de María Santísima ni le
faltó ni le sobró cosa alguna, pero todas las calidades y cantidad tuvo
siempre ajustadas en proporción, sin más ni menos sequedad o humedad de
la necesaria para la conservación, ni más calor de lo que bastaba para la
defensa y decocción, ni más frialdad de la que se pedía para refrigerar y
ventilarse los demás humores.
Y el sábado, se hizo concepción, criando el Altísimo el alma de su
Madre e infundiéndola en su cuerpo; con que entró en el mundo la pura criatura más santa, perfecta y agradable a sus ojos de cuantas ha criado y
criará hasta el fin del mundo ni por sus eternidades. En la correspondencia
que tuvo esta obra con la que hizo Dios criando todo el resto del mundo en
siete días, como lo refiere el Génesis (Gén., 1, 1-31; 2, 1-3), tuvo el Señor
misteriosa atención, pues aquí sin duda descansó con la verdad de aquella
figura, habiendo criado la suprema criatura de todas, dando con ella
principio a la obra de la Encarnación del Verbo divino y a la Redención del
linaje humano. Y así fue para Dios este día como festivo y de pascua, y
también para todas las criaturas. Por este misterio de la Concepción de María Santísima ha ordenado el
Espíritu Santo que el día del sábado fuese consagrado a la Virgen en la
Santa Iglesia, como día en que se le hizo para ella el mayor beneficio,
criando su alma santísima y uniéndola con su cuerpo, sin que resultase el
pecado original ni efecto suyo. Y al instante de la creación e infusión del
alma de María Santísima, fue cuando la Beatísima Trinidad dijo aquellas
palabras con mayor afecto de amor que cuando las refiere Moisés (Gén., 1,
26): Hagamos a María a Nuestra imagen y semejanza, a Nuestra verdadera
Hija y Esposa para Madre del Unigénito de la sustancia del Padre"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 214 - 215 y 220, Págs. 106 - 107. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XV. Libro I. Parte Primera - Extractos - (1670).
¿El Alma de la Santísima Virgen María?
"Comprendí, al mismo tiempo, cómo la pureza, la castidad, la reserva de los padres y su lucha contra el vicio impuro tiene incalculable influencia sobre la santidad de los hijos engendrados. En general, siempre vi en la incontinencia y en el exceso, la raíz del desorden y del pecado.
Vi también que mucha gente se congratulaba con Joaquín por haber sido recibida su ofrenda en el Templo. Después de cuatro meses y medio, menos tres días, de haber concebido Ana bajo la puerta dorada, he visto formarse el alma de María por la Santísima Trinidad.
Vi cómo Dios mostraba a los ángeles la belleza de esa alma y como ellos sintieron por ello inexplicable alegría. Después vi reunirse esta alma con el cuerpo de María en el seno de Ana. Ana estaba tendida en su lecho. Vi un resplandor sobre ella y un rayo de luz descender hacia la parte media de su costado.
Ana, rodeada de luz, transfigurada, como si estuviera fuera de sí; vió en el resplandor una luminosa Virgen, como en un tabernáculo, de donde salía toda la salud para la humanidad.
He visto también, en ese momento, como María se movió por primera vez dentro del seno materno. Ana se levantó al punto y le comunicó todo a Joaquín"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, (Extractos), Cap. VII, Pág.,129 - 130, Tomo I, Libro II y IV ( Con aprobación Eclesiástica ).
¿Ana rebosa de alegría con su santa criatura en su vientre?
"Veo de nuevo la casa de Joaquín y Ana. Nada ha cambiado en su interior, si se exceptúan las muchas ramas florecidas, colocadas aquí y allá en jarrones (sin duda provienen de la podadura de los árboles del huerto, que están todos en flor: una nube que varía del blanco nieve al rojo típico de ciertos corales).
También es distinto el trabajo que está realizando Ana. En un telar más pequeño, teje lindas telas de lino, y canta ritmando el movimiento del pie con la voz. Canta y sonríe… ¿A quién? A sí misma, a algo que ve en su interior. El canto, lento pero alegre, que he escrito aparte para seguirla, porque le repite una y otra vez, como gozándose en él, y cada vez con más fuerza y seguridad, como la persona que ha descubierto un ritmo en su corazón y primero lo susurra calladamente, y luego, segura, va más expedita y alta de tono, dice (y lo transcribo porque, dentro de su sencillez, es muy dulce):
-¡Gloria al Señor omnipotente que ha amado a los hijos de David!
¡Gloria al Señor!
Su suprema gracia desde el Cielo me ha visitado.
El árbol viejo ha echado nueva rama y yo soy bienaventurada.
Por la Fiesta de las Luces echó semilla la esperanza;
ahora de Nisán la fragancia la ve germinar.
Como el almendro, se cubre de flores mi carne en primavera.
Su fruto, cercano ya el ocaso, ella siente llevar.
En la rama hay una rosa, hay uno de los más dulces pomos.
Una estrella reluciente, un párvulo inocente.
La alegría de la casa, del esposo y de la esposa.
Loor a Dios, a mi Señor, que piedad tuvo de mí.
Me lo dijo su luz: “Una estrella te llegará".
¡Gloria, gloria! Tuyo será este fruto del árbol,
primero y extremo, santo y puro como don del Señor.
Tuyo será. ¡Que por él venga alegría y paz a la tierra!
¡Vuela, lanzadera! Aprieta el hilo para la tela del recién nacido.
¡Él nace! Laudatorio a Dios vaya el canto de mi corazón".
Entra Joaquín en el momento en que ella iba a repetir por cuarta vez su canto.
- ¿Estás contenta, Ana? Pareces un ave en primavera. ¿Qué canción es ésta? A nadie se la he oído nunca. ¿De dónde nos viene?
- De mi corazón, Joaquín.
Ana se ha levantado y ahora se dirige hacia su esposo, toda sonriente. Parece más joven y más guapa.
- No sabía que fueras poetisa - dice su marido mirándola con visible admiración. No parecen dos esposos ya mayores.
En su mirada hay una ternura de jóvenes cónyuges.
- He venido desde la otra parte del huerto oyéndote cantar. Hacía años que no oía tu voz de tórtola enamorada.
¿Quieres repetirme esa canción?
- Te la repetiría aunque no lo pidieras. Los hijos de Israel han encomendado siempre al canto los gritos más auténticos de sus esperanzas, alegrías y dolores. Yo he encomendado al canto la solicitud de anunciarme y de anunciarte una gran alegría.
Sí, también a mí, porque es cosa tan grande que, a pesar de que yo ya esté segura de ella, me parece aún no verdadera…
Y empieza a entonar de nuevo la canción. Pero cuando llega al punto: “En la rama hay una rosa, hay uno de los más dulces pomos, una estrella"…, su bien entonada voz de contralto primero se oye trémula y luego se rompe; se echa a llorar de alegría, mira a Joaquín y, levantando los brazos, grita:
-¡Soy madre, amado mío! - y se refugia en su corazón, entre los brazos que él ha tendido para volver a cerrarlos en torno a ella, su esposa dichosa. Es el más casto y feliz abrazo que he visto desde que estoy en este mundo. Casto y ardiente, dentro de su castidad.
Y la delicada reprensión entre los cabellos blanco - negros de Ana:
-¿Y no me lo decías?
- Porque quería estar segura. Siendo vieja como soy… verme madre… No podía creer que fuera verdad… y no quería darte la más amarga de las desilusiones. Desde finales de diciembre siento renovarse mis entrañas profundas y echar, como digo, una nueva rama. Mas ahora en esa rama el fruto es seguro… ¿Ves? Esa tela ya es para el que ha de venir.
-¿No es el lino que compraste en Jerusalén?
- Sí. Lo he hilado durante la espera… y con esperanza. Tenía esperanza por lo que sucedió el último día mientras oraba en el Templo, lo más que puede una mujer en la Casa de Dios, ya de noche. ¿Te acuerdas que decía: “Un poco más, todavía un poco más?” ¡No sabía separarme de allí sin haber recibido gracia! Pues bien, descendiendo ya las sombras, desde el interior del lugar sagrado al que yo miraba con arrobo para arrancarle al Dios presente su asentimiento, vi surgir una luz. Era una chispa de luz bellísima. Cándida como la luna pero que tenía en sí todas las luces de todas las perlas y gemas que hay en la tierra. Parecía como si una de las estrellas preciosas del Velo, las que están colocadas bajo los pies de los querubines, se separase y adquiriese esplendor de luz sobrenatural…Parecía como si desde el otro lado del Velo sagrado, desde la Gloria misma, hubiera salido un fuego y viniera veloz hacia mí, y que al cortar el aire cantara con voz celeste diciendo: “Recibe lo que has pedido". Por eso canto:
“Una estrella te llegará". ¿Y qué hijo será éste, nuestro, que se manifiesta como luz de estrella en el Templo y que dice “existo” en la Fiesta de las Luces? ¿Será que has acertado al pensar en mí como una nueva Ana de Elcana? ¿Cómo la llamaremos a esta criatura nuestra que, dulce como canción de aguas, siento queme habla en el seno con su corazoncito, latiendo, latiendo, como el de una tortolita entre los huecos de las manos?».
- Si es varón, le llamaremos Samuel; si es niña, Estrella, la palabra que ha detenido tu canto para darme esta alegría de saber que soy padre, la forma que ha tomado para manifestarse entre las sagradas sombras del Templo.
- Estrella. Nuestra Estrella, porque… no lo sé, pero creo que es una niña. Pienso que unas caricias tan delicadas no pueden provenir sino de una dulcísima hija. Porque no la llevo yo, no me produce dolor; es ella la que me lleva por un sendero azul y florido, como si ángeles santos me sostuvieran y la tierra estuviera ya lejana… Siempre he oído decir a las mujeres que el concebir y el llevar al hijo en el seno supone dolor, pero yo no lo siento. Me siento fuerte, joven, fresca; más que cuando te entregué mi virginidad en la lejana juventud. Hija de Dios, porque es más de Dios que nuestra, siendo así que nacerá de un tronco aridecido, que no da dolor a su madre; sólo le trae paz y bendición: los frutos de Dios, su verdadero Padre.
- Entonces la llamaremos María. Estrella de nuestro mar, perla, felicidad, el nombre de la primera gran mujer de Israel. Pero no pecará nunca contra el Señor, que será el único al que dará su canto, porque ha sido ofrecida a Él como hostia antes de nacer.
- Está ofrecida a Él, sí. Sea niño o niña nuestra criatura, se la daremos al Señor, después de tres años de júbilo con ella. Nosotros seremos también hostias, con ella, para la gloria de Dios.
No veo ni oigo nada más"., Cfr. El Hombre Dios, María Valtorta, Volumen I, Primera Parte, la Preparación, Capítulo V, Págs. 12-16. Escrito el 24 de Agosto de 1944. Con Aprobación Eclesiástica. Tomo 1.
¿De lo que sucedió en los nueve meses del preñado de Santa Ana?
"Concebida María Santísima sin pecado original, como queda dicho,
con aquella primera visión que tuvo de la Divinidad, quedó su espíritu
todo absorto y llevado de aquel objeto de su amor, que comenzó en aquel
estrecho tabernáculo del materno vientre en el instante que fue criada su
alma dichosísima, para no interrumpirse jamás, antes para continuarle por
toda la eternidad en la suma gloria de pura criatura, que goza en la diestra
de su Hijo Santísimo. Y para que en la contemplación y amor divino fuese
creciendo, a más de las especies infusas que recibió de otras cosas criadas y
de las que redundaron de la primera visión de la Santísima Trinidad, con
que ejercitó muchos actos de las virtudes que allí podía obrar, renovó el
Señor la maravilla de aquella visión y manifestación abstractiva de su
divinidad, concediéndosela otras dos veces; de suerte que se le manifestó la
Santísima Trinidad tres veces por este modo, antes de nacer al mundo: una
en el instante que fue concebida, otra hacia la mitad de los nueve meses y la
tercera el día antes que naciera. Y no se entienda que por no ser continuo
este modo de visión, le faltó otro más inferior, aunque superiorísimo y muy
alto, con que miraba por fe y especial ilustración el ser de Dios; que este
modo de contemplación fue incesante y continuo en María Santísima sobre
toda la contemplación que tuvieron todos los viadores juntos.
La felicísima madre Santa Ana corría su preñado toda espiritualizada
con divinos efectos y suavidad que sentía en sus potencias; pero la Divina
Providencia, para mayor corona y seguridad de su próspera navegación de
la Santa, ordenó que llevase algún lastre de trabajos, porque sin ellos no se
logran harto los frutos de la gracia y del amor. Y para mejor entender lo
que a esta santísima matrona sucedió, se debe advertir que el demonio,
después que con sus malos ángeles fue derribado del cielo a las penas
infernales, andaba siempre desvelado, atendiendo y acechando a todas las
mujeres más santas de la ley antigua, para reconocer si topaba con aquella
cuya señal había visto y cuya planta le había de hollar y quebrantar la
cabeza (Ap., 12, 1; Gén., 3, 15). Y era tan ardiente la indignación de
Lucifer, que estas diligencias no las fiaba de solos sus inferiores; pero
ayudándose de ellos contra algunas mujeres virtuosas, él mismo por sí
atendía y rodeaba a las que conocía se señalaban más en ellas las virtudes y
la gracia del Altísimo.
Con esta malignidad y astucia advirtió mucho en la extremada
santidad de la gran matrona Ana y en todo lo que alcanzaba de cuanto en
ella iba sucediendo; y aunque no pudo conocer el valor del tesoro que su
dichoso vientre encerraba, porque el Señor le ocultaba este y otros
misterios, pero sentía contra sí una grande fuerza y virtud que redundaba de
Santa Ana; y el no poder penetrar la causa de aquella poderosa eficacia, le
traía a tiempos muy turbado y zozobrado en su mismo furor. Otras veces
se quietaba un poco, juzgando que aquel preñado era por el mismo orden y
causas naturales que los demás y que no había en él cosa nueva que temer;
porque le dejaba el Señor alucinarse en su misma ignorancia y andarse
mareando en las olas soberbias de su propia indignación. Pero con todo
esto se escandalizaba su perversísimo espíritu de ver tanta quietud en el
preñado de Santa Ana y tal vez se le manifestaba la asistían muchos
Ángeles; y sobre todo le despechaba el sentirse flaco en fuerzas para resistir
a la que salía de la bienaventurada Santa Ana; y dio en sospechar que no
era sola ella quien la causaba.
Turbado el Dragón con estos recelos, determinó quitar la vida si
pudiera a la dichosísima Ana; y si no podía conseguirlo, procurar a lo menos que tuviese mal gozo de su preñado; porque era tan desmedida la
soberbia de Lucifer, que se persuadía podría vencer o quitar la vida, si no se
le ocultaba, a la que fuese Madre del Verbo Humanado, y al mismo Mesías
Reparador del mundo. Y esta suma arrogancia fundaba en que su naturaleza
de ángel era superior en condición y fuerzas a la naturaleza humana; como
si a una y a otra no fuera superior la gracia, y entrambas no estuvieran subordinadas a la voluntad de su Criador. Con esta audacia se animó a tentar a
Santa Ana con muchas sugestiones, espantos, sobresaltos y desconfianzas
de la verdad de su preñado, representándole su larga edad y dilación. Y
todo esto hacía el demonio para explorar la virtud de la Santa y ver si el
efecto de estas sugestiones abría algún portillo por donde él pudiese entrar
a saltearle la voluntad con algún consentimiento.
Pero la invicta matrona resistió estos golpes varonilmente, con
humilde fortaleza, paciencia, continua oración y viva fe en el Señor, con
que desvanecía las marañas fabulosas del dragón y todas redundaban en
mayores aumentos de la gracia y protección divina; porque a más de los
grandes merecimientos que la santa madre acumulaba, la defendían los
príncipes, que guardaban a su Hija santísima, y arrojaban a los demonios
de su presencia. Mas no por esto desistió la insaciable malicia de este
enemigo; y como su arrogancia y su soberbia excede a su fortaleza, procuró
valerse de medios humanos; porque con tales instrumentos se promete
siempre mayores victorias. Y habiendo procurado primero derribar la casa
de San Joaquín y Santa Ana, para que con el susto se alterase y moviese,
como no lo pudo conseguir, porque los Ángeles Santos le resistieron, irritó
a unas mujercillas flacas, conocidas de Santa Ana, para que riñesen con
ella, como lo hicieron con grande ira, injuriándola con palabras muy
desmedidas de contumelia; y entre ellas hicieron gran mofa de su preñado,
diciéndola que era embuste del demonio salir con aquello al cabo de tantos
años y vejez.
No se turbó Santa Ana con esta tentación, antes con toda
mansedumbre y caridad sufrió las injurias y acarició a quien se las hacía; y
desde entonces miró a aquellas mujeres con más afecto y les hizo mayores
beneficios. Pero no luego se les templó la ira, por haberlas poseído el
demonio para encenderlas en odio de la Santa; y como entregándosele una
vez a este cruel tirano, cobra más fuerzas para traer a su mandado a quien
se le sujeta, incitó aquellos ruines instrumentos para que intentasen
alguna venganza en la persona y vida de Santa Ana; mas no pudieron
ejecutarlo, porque la virtud Divina hizo más débiles e ineptas las flacas
fuerzas de aquellas mujeres y nada pudieron obrar contra la Santa, antes ella las venció con amonestaciones y las redujo con sus oraciones a conocimiento y enmienda de sus vidas"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 312 - 315 y 319, Págs. 149, 151 - 152 y 153. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XX. Libro I. Parte Primera - Extractos - (1670).
¿Nacimiento de la Santísima Virgen María, según el Libro de la Infancia del Salvador?
"Y, obedeciendo al mandato del ángel, ambos esposos, abandonando uno y otro
los parajes respectivos en que estaban, subieron a Jerusalén. Y, al llegar al lugar
designado por el oráculo del ángel, se encontraron mutuamente. Entonces, gozosos de
volver a encontrarse, y poseídos de confianza en la verdad de la promesa de que
tendrían descendencia, rindieron acción de gracias bien debidas al Señor, que exalta a
los humildes. Y, habiendo adorado al Altísimo, regresaron a su casa, y, llenos de júbilo,
esperaron la realización de la divina promesa. Y Ana concibió y parió una hija, y,
conforme a la orden del ángel, sus padres le pusieron por nombre María", Cfr. Liber de Infantia Salvatoris, Apócrifo, Ed. Vir. F.Pdf. V. I al II. Pág. 3. Siglo IX.
¿Nacimiento de la Santísima Virgen María, según Sor María de Jesús de Agreda?
"Llegó el día alegre para el mundo del parto felicísimo de Santa Ana y
nacimiento de la que venía a él santificada y consagrada para Madre del
mismo Dios. Sucedió este parto a los ocho días de septiembre, cumplidos
nueve meses enteros después de la concepción del alma santísima de
nuestra Reina y Señora. Fue prevenida su madre Ana con ilustración
interior, en que el Señor le dio aviso cómo llegaba la hora de su parto. Y
llena de gozo del Divino Espíritu atendió a su voz; y postrada en oración
pidió al Señor la asistiese su gracia y protección para el buen suceso de su
parto. Sintió luego un movimiento en el vientre, que es el natural de las
criaturas para salir a luz; y la más que dichosa niña María al mismo tiempo
fue arrebatada por Providencia y virtud Divina en un éxtasis altísimo, en el cual absorta y abstraída de todas las operaciones sensitivas nació al mundo
sin percibirlo por el sentido; como pudiera conocerlo por ellos, si junto con
el uso de razón que tenía, los dejara obrar naturalmente en aquella hora;
pero el poder del Muy Altó lo dispuso en esta forma, para que la Princesa
del cielo no sintiese lo natural de aquel suceso del parto.
Nació pura, limpia, hermosa y llena toda de gracias, publicando en
ellas que venía libre de la ley y tributo del pecado; y aunque nació como los
demás hijos de Adán en la sustancia, pero con tales condiciones y
accidentes de gracias, que hicieron este nacimiento milagroso y admirable
para toda la naturaleza y alabanza eterna del Autor. Salió, pues, este divino
lucero al mundo a las doce horas de la noche, comenzando a dividir la de la
antigua ley y primeras tinieblas del día nuevo de la gracia, que ya quería
amanecer. Envolviéronla en paños y fue puesta y aliñada como los demás
niños la que tenía su mente en la Divinidad, y tratada como párvula la que
en sabiduría excedía a los mortales y a los mismos Ángeles. No consintió
su madre que por otras manos fuese tratada entonces, antes ella por las
suyas la envolvió en las mantillas, sin embarazarle el sobreparto; porque
fue libre de las pensiones onerosas que tienen de ordinario las otras madres
de sus partos.
Recibió Santa Ana en sus manos a la que, siendo hija suya, era
juntamente el tesoro mayor del cielo y tierra en pura criatura, sólo a Dios
inferior y superior a todo lo criado; y con fervor y lágrimas la ofreció a
Su Majestad, diciendo en su interior: Señor de infinita sabiduría y
poder, Criador de todo cuanto tiene ser; el fruto de mi vientre, que de
vuestra bondad he recibido, os ofrezco con eterno agradecimiento de que
me le habéis dado, sin poderlo yo merecer. De hija y madre haced a vuestra
voluntad santísima, y mirad nuestra pequeñez desde lo alto de vuestra silla
y grandeza. Eternamente seáis bendito, porque habéis enriquecido al
mundo con criatura tan agradable a vuestro beneplácito y porque en ella
habéis preparado la morada y tabernáculo (Sab., 9, 8) para que viva el
Verbo Eterno. A mis santos padres y profetas doy la enhorabuena, y en
ellos a todo el linaje humano, por la segura prenda que les dais de su
redención. Pero ¿cómo trataré yo a la que me dais por hija, no mereciendo
ser su sierva? ¿Cómo tocaré la verdadera arca del testamento? Dadme,
Señor y Rey mío, la luz que necesito para saber vuestra voluntad, y
ejecutarla en agrado vuestro y servicio de mi hija.
Respondió el Señor a la Santa Matrona en su interior, que tratase a la
divina niña como madre a su hija en lo exterior, sin mostrarle reverencia,
pero que se la tuviese en lo interior; y que en su crianza cumpliese con las leyes de verdadera madre, cuidando de su hija con solicitud y amor. Todo
lo cumplió así la feliz madre; y usando de este derecho y licencia, sin
perder la reverencia debida, se regalaba con su Hija Santísima, tratándola y
acariciándola como lo hacen las otras madres con las suyas, pero con el
aprecio y atención digna de tan oculto y divino sacramento como entre hija
y madre se encerraba. Los Ángeles de Guarda de la dulce niña con otra
gran multitud la adoraron y reverenciaron en los brazos de su madre y la
hicieron música celestial, oyendo algo de ella la dichosa Ana; y los mil
Ángeles señalados para la custodia de la gran Reina se le ofrecieron y se
dedicaron para su ministerio; y fue esta la primera vez que la divina Señora
los vio en forma corpórea con las divisas y hábito y, la niña les pidió que alabasen al Altísimo con ella y
en su nombre"., Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 326 - 327 - 328 y 330, Págs. 155, 156 y 157. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XXI. Libro I. Parte Primera - Extractos - (1670).
"Fue prevenida su Madre Ana con ilustración interior en que el Señor le dio aviso cómo llegaba la hora de su parto. Y llena de gozo del divino Espíritu atendió a su voz; y postrada en oración pidió al Señor la asistiese su gracia y protección para el buen suceso de su parto. Sintió luego un movimiento en el vientre, que es el natural de las criaturas para salir a luz; y la más dichosa niña María al mismo tiempo fue arrebatada por providencia y virtud divina en un éxtasis altísimo, en el cual absorta y abstraída de todas las operaciones sensitivas nació al mundo sin percibirlo por el sentido. Nació pura, limpia, hermosa y llena toda de gracias. Envolviéronla en paños. Recibió santa Ana en sus manos a la que, siendo hija suya, era juntamente el tesoro mayor del cielo y tierra en pura criatura, sólo a Dios inferior y superior a todo lo criado; y con fervor y lágrimas la ofreció a su Majestad. Los ángeles de guarda de la dulce niña con otra gran multitud la adoraron y reverenciaron en los brazos de su madre y la hicieron música celestial, oyendo algo de ella la dichosa Ana"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Capítulo 21, Primera Parte, Libro I, #s. 326 al 329 ( Extractos ), Págs. 146 - 147.
¿El Nacimiento de la Virgen
María, Según Sor Ana Catalina Emmerick?
"Con varios días de
anticipación había anunciado Ana a Joaquín que se acercaba su alumbramiento.
Por la noche vi llegar a casa de Ana a sus tres parientas. Ana permaneció
levantada, y oró. Hacia la media noche, despertó a sus parientas. Vi entonces un resplandor
celestial que llenó la habitación. La luz en torno de Ana tomó la forma de la
zarza que ardía junto a Moisés. La llama se proyectaba hacia el interior: de
pronto vi que Ana recibía en sus brazos, a la pequeña María, luminosa, que
envolvió en su manto. Prosiguió luego sus oraciones. Oí
entonces que la niña lloraba. La Aparición de la zarza ardiendo desapareció.
Joaquín, el cual se acercó al lecho de Ana, la alzó en sus brazos y entonó un
cántico de alabanzas"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre
Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XIV, Libro II, Libro
I y IV, Pág., 142 - 143.
¿El Nacimiento de la Virgen María, Según María Valtorta?
"Una mujer que pasa corriendo grita: '¡Joaquín!' ¡Está por nacer! ¡Todo va bien! Y desaparece con una jarra entre las manos. ¡Cosa nunca vista! ¡Mirad, mirad! ¡Qué estrella! Brilla cual si fuese un enorme diamante....¡Ved como brilla! ¡Es María, la Mamá! Una María pequeñita que puede dormir entre los brazos de un niño. ¿Y los piececitos? ¿Dónde están? Están escondidos entre los lienzos del lino. La parienta se sienta y los descubre. Se ríen y se sonríen al verla extender sus manitas, y patalear. Un corazoncito que es el más hermoso que haya nacido en los siglos: el único corazón inmaculado de hombre alguno. Ella, la pura, a los ojos de tantos. Dará acogida al Dios Trino que ahora, oculto estará en su corazón sin mancha. Vedla nuevamente entre los lienzos y en los brazos de su padre terreno, a quien se parece. No se parece nada a su madre. Dios está con Ella. Es suya antes que existiese. Él la conducirá por sus caminos"., Cfr. "El Hombre Dios", Sor María Valtorta, Tomo I, Volumen 1, Primera Parte, Capítulo VII, Pág. 19 y Sgtes (Extractos).
¿Se anuncia el nacimiento de la Virgen María a todo el Universo?
"En el instante en que la pequeña María se hallaba en los brazos de Santa Ana, la vi en el cielo presentada ante la Santísima Trinidad y saludada con júbilo por todos los coros celestiales. Entendí que le fueron manifestados de modo sobrenatural todas sus alegrías, sus dolores y su futuro destino. María recibió el conocimiento de los más profundos misterios, guardando, sin embargo, su inocencia y candor de niña. Cuando terminó la contemplación en la cual vi a la niña María en el cielo, instruida por la gracia divina, por primera vez pude verla llorar. Vi anunciado el nacimiento de María en el Limbo a los santos Patriarcas en el mismo momento en que tuvo lugar. Los vi a todos, y en particular a Adán y Eva, penetrados de alegría inexplicable, porque se había cumplido la promesa hecha en el Paraíso.
Observé un gran movimiento de alegría en toda la naturaleza al nacimiento de María. Vi que en Nazaret y en las regiones de la Tierra Prometida varios poseídos del demonio que se agitaban en medio de convulsiones violentas. Corrían de un lado a otro con grandes clamores; los demonios bramaban por boca de ellos clamando: '¡Hay que salir!'. En el País de los (Sabios) Reyes Magos mujeres tuvieron visiones del nacimiento de la Santísima Virgen. También los Reyes Magos, que observaban los astros, vieron figuras y representaciones del acontecimiento. En Egipto, la misma noche del nacimiento de María, fue arrojado del templo un ídolo y echado a las aguas del mar. Otro ídolo cayó de su pedestal y se deshizo en pedazos. Llegaron más tarde a casa de Ana varios parientes de Joaquín que acudían desde el valle de Zabulón y algunos siervos que habían estado lejos.
A todos les fue mostrada la niña María. En casa se preparó una comida para los visitantes. Más tarde concurrieron muchas gentes para ver a la Niña María, de modo que fue sacada (la bebe ) de su cuna y puesta en sitio elevado, como sobre un caballete, en la parte anterior de la casa. Estaba sobre lienzos colorados y blancos transparentes hasta debajo de los bracitos. Sus cabellos eran rubios y rizados. He visto después a María Cleofás, la hija de María Helí y de Cleofás, nieta de Ana, de algunos años de edad, jugar con María y besarla. Era María Cleofás una niña fuerte y robusta. La niña María tenía un velo transparente alrededor del cuello"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulos XV y XVI, (Extractos) Págs. 142 - 144, Tomo II, Libro I y IV. (Con Aprobación Eclesiástica).
¿El Santo Nombre de María, Según María de Jesús de Agreda?
"A los ocho días del
nacimiento de la gran Reina, descendieron de las alturas multitud de ángeles
hermosísimos y rozagantes; y traían un escudo en que venía grabado brillante y
resplandeciente el Nombre de María; y manifestándose todos a la dichosa madre
Ana, le dijeron que el nombre de su hija era el que llevaban allí de María; que la divina providencia se
lo había dado y ordenaba que se lo pusiesen"., Cfr. "Mística Ciudad
de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro I,
Capítulo 21, # 336, Pág., 150.
"El Nombre MIRIAM se
descompone, así: Mir = Señora. Iam = Mar. Señora del Mar (de la Gracia). En el
esquema genealógico vemos que que María es hija de Helí. Este nombre es apócope
de Heliaquín que etimológicamente traduce: Dios establece".
¿La Niña recibe el Nombre de María de Nazaret?
"Hoy vi una gran fiesta en casa de Ana. En torno de la sala vi una mesa amplia, baja, llena de platos y fuentes para la comida. En el centro se había levantado un altar. Al lado del Altar había un atril cubierto, con rollos de pergamino conteniendo oraciones. Delante del altar había cinco sacerdotes de Nazaret con vestimentas de ceremonias. Joaquín estaba con ellos. Enue, la hermana de Isabel, trajo a la pequeña María, poniéndola en brazos de Joaquín. Los sacerdotes se colocaron delante del altar, cerca de los rollos y recitaron en alta voz las oraciones. Joaquín entregó la niña al principal de ellos, el cual alzándola en el aire, mientras rezaba, como para ofrecerla a Dios, la dejó luego en su cuna, sobre el altar. Tomó después unas tijeras de forma particular, con las cuales cortó tres pequeñas guedejas de cabello a ambos lados de la cabeza y la frente de la criatura, quemándolas en el brasero. Tomó luego una caja que contenía aceite y ungió los cinco sentidos de la niña, tocándole con el pulgar las orejas, los ojos, la nariz, la boca y el hueco del estómago. Sobre el pecho de la criatura colocó un pergamino donde estaba escrito el Nombre de María"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap. XVI, Tomo II, Libro I y IV ( Extractos ), Pág., 145.
¿Qué nos dicen otros autores sobre el santo Nombre de María?
"Le fue impuesto a la Santísima Virgen el nombre de María, el cual corresponde al hebreo Miryam, nombre de la hermana de Moisés y Aarón. Los setenta lo transcribieron en la forma de Mariam, mientras que en la Vulgata aparece como María"., Cfr. "The Little Encyclopedia of Virgin Mary", Mons. Pbro. José Gabriel Tisnés Jiménez, #29, Pág., X (2002).
"Para la interpretación del Nombre de María se han propuesto cerca de sesenta etimologías. Pero científicamente en hebreo solamente se podrían admitir las procedentes de la raíz marah; mará, ser bella, o mirya, como el nombre de la hermana de Moisés ( Ex. 15, 20 ), que se llama la profetisa, de la raíz ra'ah, ver, ser vidente. Pero el Evangelio da la transcripción aramea del nombre: Maryam. Su etimología responde a la raíz mar y mari, señora. Maryam es abreviatura de Mariame o Mariamme, nombre muy usual en la época desde los días de los asmoneos. El Talmud da como equivalente del nombre de Maryam, hija del que fue sumo sacerdote Boethos"., Cfr. "Biblia Comentada", Texto de la Nácar-Colunga, II Evangelios, Lic. P. Manuel de Tuya, O.P. San Lucas, Págs., 754-755, Tomo V, 1961 (B.A.C.).
¿La niña llegó a la edad de un año?
"Y, cuando la niña llegó a la edad de un año, Joaquín celebró un gran banquete, e invitó a él a los sacerdotes y a los escribas y al Consejo de los Ancianos y a todo el pueblo israelita. Y presentó la niña a los sacerdotes, y ellos la bendijeron, diciendo: “Dios de nuestros padres, bendice a esta niña, y dale un nombre que se repita siglos y siglos, a través de las generaciones”. Y el pueblo dijo: “Así sea, así sea”. Y Joaquín la presentó a los príncipes de los sacerdotes, y ellos la bendijeron, diciendo: “Dios de las alturas, dirige tu mirada a esta niña, y dale una bendición suprema”. Y su madre la llevó al santuario de su dormitorio, y le dio el pecho. Y Ana entonó un cántico al Señor Dios, diciendo: “Elevará un himno al Señor mi Dios, porque me ha visitado, y ha alejado de mí los ultrajes de mis enemigos, y me ha dado un fruto de su justicia, a la vez uno y múltiple ante Él. ¿Quién anunciará a los hijos de Rubén que Ana amamanta a un hijo? Sabed, sabed, vosotras las doce tribus de Israel, que Ana amamanta a un hijo”. Y dejó reposando a la niña en el santuario del dormitorio, y salió y sirvió a los invitados. Y, terminado el convite, todos salieron llenos de júbilo y glorificando al Dios de Israel"., Cfr. Ob. Cit. Papiro Bodmer Siglo III, Evangelios Apócrifos, traducción española de Edmundo González Blanco, de la Editorial Creación, 2008.
¿El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones?
"Y los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: “Llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda”. Y Ana respondió: “Esperemos al tercer año, a fin de que la niña no nos eche de menos”. Y Joaquín repuso: “Esperemos”. Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: “Llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor”. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor”. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: “El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel”. E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó. Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glorificando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor"., Cfr. Ob. Cit. Papiro Bodmer Siglo III, Evangelios Apócrifos, traducción española de Edmundo González Blanco, de la Editorial Creación, 2008.
¿La Niña María una pequeña exepcional en todo?
"La niña soberana era tratada como los demás niños de su edad. Era su comida la común, aunque la cantidad muy poca, y lo mismo era del sueño, aunque la aplicaban para que durmiese; pero no era molesta, ni jamás lloró con el enojo de otros niños, mas era en extremo agradable y apacible; y disimulábase mucho esta maravilla con llorar y sollozar muchas veces — aunque como Reina y Señora, cual en aquella edad se permitía— por los pecados del mundo y por alcanzar el remedio de ellos y la venida del Redentor de los hombres.
De ordinario tenía, aun en aquella infancia, el semblante alegre, pero severo y con peregrina majestad, sin admitir jamás acción pueril, aunque tal vez admitía algunas caricias; pero las que no eran de su madre, y por eso menos medidas, las moderaba en lo imperfecto con especial virtud y la severidad que mostraba. Su prudente madre Ana trataba a la niña con incomparable cuidado, regalo y caricia; y también su padre Joaquín la amaba como padre y como Santo, aunque entonces ignoraba el misterio, y la niña se mostraba con su padre más amorosa,
como quien le conocía por padre y tan amado de Dios. Y aunque admitía de
él más caricias que de otros, pero en el padre y en los demás puso Dios
desde luego tan extraordinaria reverencia y pudor para la que había elegido
por Madre, que aun el candido afecto y amor de su padre era siempre muy
templado y medido en las demostraciones sensibles.
En todo era la niña Reina agraciada, perfectísima y admirable; y si
bien pasó por la infancia por las comunes leyes de la naturaleza, pero no
impidieron a la gracia; y si dormía, no cesaba ni interrumpía las acciones
interiores del amor y otras que no penden del sentido exterior. Y siendo
posible este beneficio aun a otras almas con quien el poder Divino lo habrá
mostrado, cierto es que con la que elegía por Madre suya y Reina de todo lo
criado haría con ella sobre todo otro beneficio y sobre todo pensamiento de
las demás criaturas.
En el sueño natural habló Dios a Samuel (1 Sam., 3, 4)
y otros santos y profetas, y a muchos dio sueños misteriosos (Gén., 37, 5.
9) o visiones; porque a su poder poco le importa para ilustrar el
entendimiento que los sentidos exteriores duerman con el sueño natural, o
que se suspendan con la fuerza que los arrebata en el éxtasis, pues en uno y
otro cesan, y sin ellos oye y atiende y habla el espíritu con sus objetos
proporcionados. Esta fue ley perpetua con la Reina desde su concepción
hasta ahora, y toda la eternidad; que no fue su estado de viadora en estas
gracias con intervalos, como en otras criaturas. Cuando estaba sola o la
recogía a dormir, como el sueño era tan medido, confería los misterios y
alabanzas del Altísimo con sus Santos Ángeles y gozaba de divinas
visiones y hablas de Su Majestad", Cfr. Mística Ciudad de Dios, Venerable Sor María de Jesús de Agreda de Soria, Númeral 352 - 353, Págs. 166 y 167. Ed. Vir. F.Pdf. Capítulo XXIII. Libro I. Parte Primera - Extractos - (1670).
¿La Niña María desea llegar prontamente al Templo?
La niñita María será pronto llevada al templo de Jerusalén. Vi hace algunos días a Ana en un aposento de la casa de Nazaret, teniendo delante de ella a María, ya de tres años de edad y enseñándola a rezar, porque luego vendrían los sacerdotes a examinarla para su admisión en el colegio del Santuario. Ese día había fiesta en la casa de Santa Ana, como una preparación. Se hallaban allí extranjeros, parientes, hombres, mujeres y niños; también se hallaban presentes tres sacerdotes, uno de Séforis, otro de Nazaret y el tercero de un lugar cercano. Estos sacerdotes habían venido a examinar si la niñita María se hallaba en estado de ir al templo. Después los vi ponerse en marcha al amanecer. La niñita María deseaba con ardor llegar al templo; salió de la casa con toda ligereza y fue a colocarse junto a las bestias de carga ; después de algunos días de viaje llegaron a Jerusalén.
Bien temprano Joaquín se dirigió al templo con los otros hombres, más tarde María fue llevada allí también por su madre con un acompañamiento solemne. Ana y María de Helí con su hija María de Cleofás iban adelante. Las seguía la santa niña con su saya y capa azul celeste con brazos y cuello adornados de guirnaldas, llevando en la mano una antorcha engalanada de flores. A cada lado de María marchaban tres niñas con iguales antorchas y vestidos blancos bordados de oro. Como María, también ellas llevaban capas de color azul claro, guirnaldas de flores y pequeñas coronas alrededor del cuello y de los brazos. Enseguida iban las otras vírgenes y niñitas, todas vestidas de gala pero sin uniformidad; cerraban la marcha las demás mujeres.
Cuando llegó el grupo descrito antes, vi a varios servidores del templo ocupados en abrir con grandes esfuerzos una puerta muy grande y muy pesada, brillante como el oro y sobre la cual estaban esculpidas algunas cabezas, racimos de uvas y manojos de espigas: Era la puerta Dorada.
El séquito pasó por esa puerta y para llegar a ella, tuvieron que subir por cincuenta gradas; no sé si entre ellas había algunos intervalos de piso plano. Quisieron conducir de la mano a María pero, ella lo rehusó y llena de júbilo y entusiasmo, subió las gradas rápidamente y sin tropezar. Todos se hallaban vivamente impresionados.Después del sacrificio, arreglaron un altar portátil cubierto o sea, una mesa de sacrificio con gradas. Zacarías y Joaquín con otro sacerdote, vinieron del patio de los presbíteros a éste altar, ante el cual estaban un sacerdote y dos levitas con rollos de papel y todo aparejo para escribir. Un poco a la espalda de María, se hallaban las niñas que la acompañaban; ella se arrodilló sobre las gradas, Joaquín y Ana extendieron las manos sobre la cabeza de su hija, el sacerdote le cortó algunos cabellos que fueron quemados en un bracero.
Los padres pronunciaron ciertas palabras por las cuales ofrecían a su hija, palabras que los dos levitas escribieron. Entretanto las niñas cantaban el salmo 44: "¡Oh Dios, hemos oído con nuestros oídos, y nuestros padres nos han contado lo que tú hiciste en sus días, en aquellos tiempos pasados...!". (Un Aparte). Y los sacerdotes el salmo 49: "¡Voy a hablar con sabiduría y expresaré pensamientos profundos; pondré atención a los refranes, y diré mi secreto al son del arpa!". (Un Aparte). Y los niños acompañaban con sus instrumentos.
Entonces dos sacerdotes tomaron a María de la mano y subiendo por muchas gradas, la pusieron en un sitio elevado del muro que lo separaba del vestíbulo del santuario. Colocaron a la niña en una especie de nicho situado en la mitad de este muro de modo que ella podía ver en el templo donde se hallaban en el orden muchos hombres que me parecieron consagrados a éste santo edificio. Dos sacerdotes estaban a los lados de la niña y sobre las gradas habían otros dos que recitaban en voz alta las oraciones prescritas en los rollos.
Por otro lado del muro, un anciano príncipe de los sacerdotes estaba de pié junto a un altar, en un sitio tan elevado que apenas podía vérsele la mitad del cuerpo. Lo vi ofrecer el incienso cuyo humo se esparció alrededor de María. Los presbíteros tomaron las coronas con que la niña rodeaba sus brazos y la antorcha que llevaba en la mano y se las dieron a sus compañeras. Le colocaron sobre la cabeza una especie de velo moreno y haciéndola bajar por unas gradas, la condujeron a una sala vecina donde otras seis vírgenes del templo mayores que ella vinieron a recibirla esparciéndole flores a su paso.
Seguían la sus maestras, Noemí hermana de la madre de Lázaro, la profetiza Ana y otras más. Los sacerdotes recibieron entre sus manos a la niña y después de esto, se retiraron. Se hallaban también allí el padre y la madre de la niña y sus más próximos parientes. Acabándose las cánticos sagrados, la niña se despidió de su familia. Joaquín sobretodo se hallaba sumamente conmovido; tomó a María en sus brazos, la estrechó contra su corazón y le dijo bañado en lágrimas: “Acuérdate de mi alma delante de Dios”.
Entonces María con la maestra y muchas niñas se dirigió a la habitación de las mujeres en la parte septentrional del templo. Ellas ocupaban piezas que habían sido construidas en sus gruesos muros.
Podían ellas por medio de pasajes y escaleras, subir a pequeños oratorios colocados cerca del santuario del Santo de los Santos. Vi a la santa Virgen en el venerado edificio, ya en el colegio con las demás niñas, ya en su aposento, progresando siempre en el estudio, en la oración y en el trabajo. Hilaba, tejía, hacía encajes para el servicio del templo, lavaba los paños y limpiaba los vasos.
Muchas veces la vi rezar y … aparte de las oraciones prescritas por las reglas del colegio, la vida de María era un anhelo incesante de la Redención y una continua oración interior; pero hacía todo eso de un modo pacífico y secreto.
Cuando todos dormían, ella se levantaba de la cama e invocaba a Dios. Muchas veces la vi bañada en lágrimas e inundada de la Luz durante la oración, oraba con velo. Se ocultaba de igual modo con el velo cuando hablaba a los sacerdotes o cuando bajaba a una sala contigua al templo para recibir el trabajo que debía ejecutar o bien, entregar el ya hecho.
Vi a la santa Virgen frecuentemente en el templo arrebatada en éxtasis en oración; parecía que su alma no se hallaba en la tierra y a menudo recibía consuelos celestiales. Ardientemente suspiraba por el cumplimiento de la promesa y en su humildad apenas se atrevía a formar el deseo de ser la última criada de la Madre del Redentor.
La maestra que cuidaba de María, de llamaba Noemí, hermana de la madre de Lázaro y tenía cincuenta años. De ésta, aprendía María a trabajar y con ella andaba cuando limpiaba los vasos y paños manchados con la sangre de los sacrificios o cuando dividía o preparaba ciertas porciones de la carne de las víctimas reservadas para los sacerdotes y mujeres del templo.
Difícil era que los sacerdotes desconocieran del todo los destinos que la Providencia le había asignado a María. Su conducta, la gracia que la adornaba y su discreción extraordinaria eran tan notables desde su infancia, que ni su extremada humildad bastaba para ocultarlas enteramente.
¿La Muerte de Ana y Joaquín?
"Dice Jesús: ¡Cuántas pruebas sufrieron estos dos justos que merecieron tener por hija a María! La persecución política que los arrojó de la tierra de David, empobreciéndolos excesivamente. La tristeza de ver caer en la nada los años sin que una flor les dijese: "Yo os continuaré".
Y luego la congoja por haberla tenido a una edad en que ciertamente no la iban a ver hacerse mujer. Y, más tarde, el tener que arrancarse de su corazón esta flor para depositarla sobre el altar de Dios.
Y el vivir en un silencio más oprimente aún que el primero, ahora que se habían acostumbrado al gorjeo de su tortolita, al rumor de sus pasitos, a las sonrisas, a los besos de su criatura; y esperar en el recuerdo la hora de Dios.
Y más, y más todavía: enfermedades, calamidades por la intemperie, abusos de los poderosos... muchos golpes de ariete contra el débil castillo de su modesta prosperidad. Y no acaba aquí todo: el dolor de esa criatura lejana, que se quedaba sola y pobre, y que, a pesar de todas las atenciones y todos los sacrificios, no tendría sino un resto del bien paterno.
¿Y cómo podía encontrarlo, si durante años todavía quedaría yermo, cerrado, esperándola? Temores, miedos, pruebas y tentaciones. Y fidelidad, fidelidad, fidelidad, siempre, a Dios.
La tentación más fuerte: no negarse el consuelo de su hija en torno a su vida ya declinante. Pero, los hijos son de Dios antes que de los padres. Todos los hijos pueden decir lo que Yo le dije a mi Madre: "¿No sabes que debo ocuparme de los intereses del Padre de los Cielos?".
Y todas las madres y todos los padres deben aprender la actitud a guardar en estos casos, mirando a María y a José en el Templo, a Ana y a Joaquín en la casa de Nazaret, cada vez más vacía y triste, aunque, no obstante, en ella una cosa no disminuyese nunca, sino que, al contrario, crecía cada vez más: la santidad de dos corazones, la santidad de una unión matrimonial.
¿Qué luz le queda a Joaquín, enfermo; qué luz le queda a su dolorida esposa en las largas y silenciosas tardes propias de ancianos que se sienten morir? Los vestiditos, las primeras sandalitas, los pobres juguetitos de su criatura lejana, y los recuerdos, los recuerdos, los recuerdos. Y, con éstos, una paz que proviene del poder decir: "Sufro, pero he cumplido mi deber
de amor hacia Dios".
Pues bien, he aquí que se produce una alegría sobrehumana de celestial brillo, no conocida por los hijos de este mundo, y que no se opaca por el hecho de que un grave párpado descienda sobre dos ojos que mueren, sino que en la postrera hora resplandece más, e ilumina verdades que habían estado dentro durante toda la vida, cerradas como mariposas en su capullo, que daban señales de estar dentro de ellos sólo por unos suaves movimientos de ligeros destellos, mientras que ahora abren sus alas de sol mostrando las palabras que las decoran.
Y la vida se apaga en el conocimiento de un futuro beato para ellos y para su estirpe, bendiciendo a su Dios. Así fue la muerte de mis abuelos, como era justo que fuera por su vida santa. Por la santidad merecieron ser los primeros depositarios de la Amada de Dios, y, sólo cuando un Sol mayor se mostró en su vital ocaso, ellos intuyeron la gracia que Dios les había concedido.
Por la santidad que tuvieron, Ana no padeció la tortura propia de la puérpera, sino que experimentó el éxtasis de quien llevó a la Sin Culpa. No sufrieron la angustia de la agonía, sino que fueron languidez que se apaga, como dulcemente se apaga una estrella cuando el Sol sale con la aurora.
Y, si bien no experimentaron el consuelo de tenerme como Encamada Sabiduría, como me tuvo José, Yo, no obstante, estaba allí, invisible Presencia que decía sublimes palabras, inclinado hacia su almohada para adormecerlos en la paz en espera del triunfo.
Hay quien dice: "¿Por qué no debieron sufrir al generar y al morir, puesto que eran hijos de Adán?". A éste le respondo: "Si el Bautista, hijo de Adán y concebido con la culpa de origen, fue presantificado en el seno de su madre porque Yo le visité, ¿ninguna gracia va a haber recibido la madre santa de la Santa sin Mancha, de la Preservada por Dios que llevó consigo a Dios en su espíritu casi divino y en el corazón embrional, y que no se separó nunca de Él desde que fue pensada por el Padre, desde que fue concebida en un seno, hasta que retornó a poseer a Dios plenamente en el Cielo para una eternidad gloriosa?".
A éste le respondo: "La recta conciencia proporciona una muerte serena y las oraciones de los santos os obtienen tal muerte". Joaquín y Ana tenían toda una vida de recta conciencia a sus espaldas, y ésta se alzaba como sosegado panorama y los guió hasta el Cielo; y tenían a la Santa en oración por ellos, sus padres lejanos, ante el Tabernáculo de Dios. Dios, Bien supremo, era antes que ellos, pero Ella amaba a sus padres, como querían la ley y el sentimiento, con un amor sobrenaturalmente perfecto., Cfr. El Hombre-Dios, María Valtorta, Volumen Uno, Primera Parte, Tomo 1, Capítulo 15, Págs., 53-54.
¿Y donde quedaron los despojos de Santa Ana? Según una tradición el cuerpo de Santa Anna o Ana fue llevado a la Galia por los primeros cristianos. En ese momento la Galia era una provincia del imperio romano. E incluía lo que ahora son los países de Francia y norte de Italia. Estamos hablando de Anna, la madre de la Virgen María.
Osea, primeramente el cuerpo de Santa Ana fue enterrado en una iglesia clandestina o cripta en Tierra Santa durante el primer siglo de la era cristiana. En aquellos días de persecución, fue necesario ocultar varias reliquias de mártires y santos. Después sus despojos fueron trasladados a Constantinopla en el año 710. En la Pascua del año 792, Carlomagno descubrió providencialmente las reliquias de Santa Ana.
La tradición de la Iglesia de Apt, en el sur de Francia dice que el cuerpo de Ana fue llevado a Apt por los primeros cristianos y fue escondido por San Auspicio en una gruta, Obispo de Toul, una diócesis sureña en la localidad y comuna francesa perteneciente al departamento de Meurthe y Mosela, en la región de Lorena, en el siglo VII después de Cristo y que no debe confundirse con San Auspicio (Siglo II d. de Cristo). Apt es una localidad y comuna francesa, situada en el departamento de Vaucluse y en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul.
La cabeza se mantuvo en Mainz como reliquia hasta 1510, cuando fue hurtada y llevada a Düren, Alemania. Lamentablemente, no hay sólidos fundamentos para asegurar la autenticidad de esta reliquia y con todos los argumentos juntos.
Varios detalles de esta interesante historia se encuentran consignados en la correspondencia del Papa San León III. Además el martirologio de Apt, uno de las más antiguos en el continente europeo, también hace mención de ellos.
Algunos aseguran que estas reliquias fueron llevadas por Lázaro y los que le acompañaban a Galia, catorce años después de la muerte de Jesucristo Nuestro Señor y la misma Ana Catalina Emmerick no relaciona en ningún momento la llegada de su persona, Marta y Magdalena en el Sur de Francia con los restos de Santa Anna y fija además su arribo a Masilla, hoy Marsella, "tres o cuatro años después de la muerte de Cristo"., Cfr. Visiones de los Apóstoles, Tomo Cuarto, Libro III y X # 15, Pág., 309.
Fueron otros cristianos que siguieron el mismo sendero que habían tomado muy seguramente sus predecesores. Ellos temían que fuera profanado en la destrucción, la que Jesús les había dicho que iba a venir sobre la ciudad de Jerusalén.
El primer obispo de Apta Julia, San Auspicius, había tomado fuertes precauciones para proteger este tesoro sagrado de la profanación y tenía el cuerpo enterrado aún más profundo en la capilla subterránea. Todo acercamiento a él fue cuidadosamente ocultado hasta que las persecuciones y las invasiones cesaran. Durante siglos, el país fue invadido varias veces por hordas de bárbaros. Y era natural que durante estos años agitados el lugar preciso donde San Auspicius había ocultado cuidadosamente su tesoro se perdiera en la oscuridad.
Después de la victoria decisiva de Carlomagno sobre los sarracenos (musulmanes) en el final del siglo octavo, la paz y la seguridad regresaron a la Galia. Los largos años de paz, que la sabia regla de Carlomagno dio al sur de Francia, permitió a la gente construir una iglesia nueva y magnífica en el sitio de la antigua capilla en Apt. El trabajo extraordinario y laborioso había logrado un edificio de gran estructura.
Fue entonces que la jerarquía católica de Apta Julia comenzaron a buscar el punto exacto de la cripta donde San Auspicius había escondido el sarcófago de Santa Ana, pero infructuosamente no encontraban ninguna pista, que les condujera al sitio exacto de donde se encontraba. Cuando el día de la consagración de la Catedral llegó [(el domingo de Pascua, 792 dC)], la comprometida de Carlomagno, sin sospechar lo que había para ella, se declaró feliz de verdad de haber viajado muchos kilómetros para estar presente para la ocasión santa.
Durante las solemnidades de Semana Santa, había la presencia de una enorme multitud de nobles, clero y el pueblo. Sin embargo, había una causa de tristeza o de incertidumbre en medio de la alegría, a saber, que todos los esfuerzos posibles para encontrar los restos de Santa Ana habían resultado infructuosos. Un milagro, sin embargo, iba a conducir al descubrimiento de su lugar de descanso. Entre los jóvenes nobles que acompañaron a sus padres en esta ocasión estaba Juan, un adolescente de catorce años, el hijo del barón de Casanova, sordo, mudo y ciego de nacimiento.
En la parte más solemne de la ceremonia, el menor – por lo general tranquilo e impasible – sorprendió a aquellos que lo conocían. Porque estaba completamente distraído en su atención acto y quedó de repente tremendamente emocionado. Con la cara absorta y vuelta hacia arriba parecía estar escuchando voces desde arriba. Se levantó de su asiento, caminó por el pasillo de las gradas del altar, y para consternación de toda la iglesia, golpeó con su palo una u otra vez en un escalón del altar mayor. Su familia avergonzada trató de llevarlo, pero él no se movía.
Él continuó golpeando frenéticamente el escalón, en un esfuerzo con sus pobres sentidos tratando de impartir un conocimiento irremediablemente sellado dentro de él. Su persistencia causó considerables perturbaciones en medio de los ritos solemnes, pero ni el clero ni los guardias reales podían calmar o frenar al muchacho. Los ojos de la gente se volvieron hacia el Emperador, y él, al parecer inspirado por Dios, tomó el asunto en sus propias manos. Llamó a los obreros para eliminar los escalones.
Después de la Santa Eucaristía, él ordenó que se hiciera la excavación deseada por el joven inspirado por el Cielo. Se eliminaron los escalones del altar y apareció una puerta cerrada con enormes piedras. Un pasaje subterráneo fue revelado directamente por debajo del lugar en que el niño había indicado. El muchacho ciego saltó al pasaje como si sus ojos se hubieran abierto de repente, seguido por el emperador, los sacerdotes y los obreros.
Se abrieron paso con la tenue luz de las velas, y cuando avanzaron se encontraron con un muro que bloqueaba el avance. El muchacho afirmó que este también debía ser eliminado. Cuando cayó el muro, quedó a la vista todavía otro pasillo largo y oscuro. Al final de este, los buscadores encontraron una cripta.
En la que, para su profunda admiración, había una lámpara de vigilia, encendida en un hueco de las paredes, que emitía un resplandor celestial. Cuando Carlomagno, su afligido pequeño guía y sus compañeros, estuvieron ante la lámpara, su luz se apagó. Y en el mismo instante, el niño, ciego, sordo y mudo de nacimiento, sintió que la vista, el oído y el habla inundaba sus jóvenes ojos, sus oídos, y su lengua.
Esta era la antigua cripta en la que San Auspicius había acostumbrado celebrar los santos misterios y alimentar a su rebaño con el Pan de la Vida. Su tamaño y adornos recuerdan a las catacumbas romanas. “El cuerpo de Santa Ana, la madre de la Virgen María, Madre de Dios, está descansando allá”, fueron las primeras palabras del niño. “¡Es ella! ¡Es ella!”, exclamó. El emperador, sin saber a qué se refería, sin embargo, repitió las palabras de él. La llamada fue escuchada por la multitud en la iglesia de arriba, y las personas cayeron de rodillas, ante la presencia de algo celestial y santo.
La cripta, por fin se abrió y una fragancia dulce como la de bálsamo oriental llenó el aire. Un ataúd de madera de ciprés fue descubierto conteniendo el cuerpo de Santa Ana envuelto con pliegues de tela preciosa. En el ataúd estaba la inscripción: “Aquí yace el cuerpo de la Santísima Ana, la madre de la Virgen María”. Y se encontró un cuerpo incorrupto dentro de él de una señora. Era el de Anna de Nazaret.
Carlomagno, muy abrumado, veneró con profunda gratitud las reliquias de la madre de la Reina del Cielo. Permaneció mucho tiempo en oración. Los sacerdotes y el pueblo, impresionados por las gracias recibidas en tal abundancia, y por la elección de su territorio para tal manifestación celestial, hablaron durante tres días y luego en voz baja. El emperador pidió un informe completo y detallado de la búsqueda milagrosa elaborado por un notario y se envió al Papa San León III, con una carta propia.
Estos documentos y la respuesta del Papa se conservan hasta nuestros días. Muchas bulas papales han dado testimonio, una y otra vez, de la autenticidad de las reliquias de Santa Ana en Apt. El descubrimiento milagroso de inmediato hizo a la Catedral de Apt el centro de atracción para los miles de peregrinos cristianos de todas partes de la Galia y del orbe. En las guerras que siguieron al reinado de Carlomagno hasta nuestros tiempos, el clero y el pueblo de Apt han mirado con amor el tesoro sagrado que es la gloria de su ciudad, hoy otro sitio obligado, de peregrinación.
Grandes personajes, sacerdotes y reyes, religiosos y laicos oraron en la cripta y la colmaron con muchos favores. El papa Urbano II predicó allí sobre la Primera Cruzada, y el Papa Urbano V fue a rezar ante la tumba de la madre de Dios y la abuela de Jesús.
Las principales ciudades de la Galia se apresuraron a solicitar a la iglesia partes del cuerpo santificado y tan milagrosamente descubierto. Fragmentos fueron a varios lugares a través del favor de los soberanos o grandes prelados, pero la mayor parte del cuerpo sagrado de Santa Ana aún reposa en Apt.
Tan fue así, que algunas reliquias del cuerpo incorrupto de Ana aparecen veneradas -como en peregrinación- en el año de 1333 en la Iglesia de Santa Sofía. La cabeza se mantuvo en Mainz como reliquia hasta 1510, cuando fue hurtada y llevada a Düren, Alemania. Lamentablemente, no hay sólidos fundamentos para asegurar el rastro y la autenticidad de esta reliquia. Además algunos creen que todos estos fragmentos o partes, fueron nuevamente a parar a la ciudad de Apta Julia o Apt por orden de la Santa Sede.
Un breve del Papa Clemente VII, de 30 de octubre de 1533 concede indulgencias a los peregrinos. Y recomienda a los fieles custodiar los templos “donde descansan los cuerpos de varios santos, y en especial las reliquias de Santa Ana, la madre de la gloriosa Virgen María”.
El cuerpo incorrupto se mantuvo durante cinco siglos después de su descubrimiento en la cripta inferior de la iglesia. Las reliquias se llevaron a 21 de abril de 1392 a una capilla construida en el coro. Permanecieron allí hasta 28 de julio 1664, cuando el cuerpo de Santa Ana fue trasladado con gran pompa a la capilla real construida por Ana de Austria.
Curas y conversiones maravillosas obtenidas por la intercesión Santa Ana se registran en varios actos pontificios. Los cronistas, entre ellos el historiador Legrand, citan milagros realizados con relativa frecuencia.
¿Qué nos dice la Venerable Sor María de Jesús de Agreda?
"Dispúsulos con abundante gracia y bendiciones de su diestra y los enriqueció con todo género de virtudes y con iluminación de la divina ciencia y dones del Espíritu Santo. Y después de haberles evangelizado a los dos santos Joaquín y Ana que se le daría una hija admirable y bendita entre las mujeres, se ejecutó la obra de la primera concepción, que era la del cuerpo purísimo de María. Tenían los padres de edad, cuando se casaron, Santa Ana veinte y cuatro años y Joaquín cuarenta y seis. Pasáronse veinte años después del matrimonio sin tener hijos y así tenía la madre, al tiempo de la concepción de la hija, cuarenta y cuatro años, y el padre sesenta y seis. Y aunque fue por el orden común de las demás concepciones, pero la virtud del Altísimo le quitó lo imperfecto y desordenado y le dejó lo necesario y preciso de la naturaleza para que se administrase la materia debida de que se había de formar el cuerpo más excelente que hubo ni ha de haber en pura criatura"., Cf. Mística Ciudad de Dios, I Parte, Libro I, Cap. XV, Art. 210, Pág., 98. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Qué nos dice la Beata Sor Ana Catalina Emmerick?
"Pude ver también a algunos hombres perversos acercarse a ellos y ofenderlos, diciéndoles que debían ser muy malos para no tener hijos. La vergüenza de su esterilidad la afligía profundamente, no pudiendo mostrarse en la sinagoga sin recibir ofensas. Vi el júbilo y el fervor de los esposos y su agradecimiento a Dios, pensando en su misericordia hacia ellos; obsérvelos a menudo orando juntos, con los ojos bañados en lágrimas. Se me explicó en esta ocasión que los padres de la Santísima Virgen la engendraron en una pureza perfecta, por el efecto de la obediencia. Si no hubiera sido con el fin de obedecer a Dios, habrían guardado perpetua continencia. Comprendí, al mismo tiempo, cómo la pureza, la castidad, la reserva de los padres y su lucha contra el vicio impuro tiene incalculable influencia sobre la santidad de los hijos engendrados. Después de cuatro meses y medio, menos tres días, de haber concebido Ana bajo la puerta dorada, he visto formarse el alma de María por la Santísima Trinidad"., Cf. Encuentro de Joaquín y Ana, Julio - Agosto de 1820, Tomo II, Libro I y IV. Cap., VII. Extractos. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Qué nos dice la Mística María Valtorta?
"¡La Castidad de los Esposos! Ellos la tuvieron, porque no es necesario ser virgen para ser casto. Los lechos castos tienen como guardias a los ángeles y de esos lechos nacen los hijos buenos, que vivirán virtuosamente al imitar las virtudes de sus padres. Y con un de alegría mira a Joaquín y levantando sus brazos dice: "Soy madre, ¡querido mío!" y se le echa sobre el corazón, entre los brazos que él le abrió y que ahora los cierra para abrazar a su feliz esposa. El más casto y feliz abrazo que haya visto desde que estoy en el mundo. Casto y ardiente en medio de su pureza. Un dulce reproche se oye entre los cabellos grises de Anna: "¿Y por qué no me lo habías dicho?". "Porque quería estar segura... Pues ya estoy vieja...¡saber que soy madre!... no podía crer que fuese verdad... y no quería causarte una desilusión más amarga que todas las demás. Desde fines de diciembre siento que algo se mueve en lo más profundo de mis entrañas, y que producen, como digo, una nueva rama. Y ahora en ese ramo hay un fruto... ¿Comprendes? Esta tela es para el ser que vendrá"., Cfr. El Hombre-Dios, Volumen I, I Parte, Pág., 14.
¿Qué nos dice San Bernardino?
"La Virgen, aún cuando estaba en el seno de su madre, tuvo uso del libre albedrío y perfecta luz en el entendimiento y la razón, y fue elevada a tan grande contemplación que aún en el claustro materno la tuvo más perfecta que la que haya tenido nunca otro en edad perfecta"., Cfr. Sermon #51.
¿Cuándo celebra la liturgia católica el nacimiento de la Virgen María?
"Doscientos cincuenta años después del tránsito de María al Cielo vi a un piadoso peregrino atravesar la Tierra Santa y visitar y anotar todos los lugares por donde había estado Jesús en su peregrinación sobre la Tierra, para venerarlos y recordarlos.
Este hombre gozó de una inspiración sobrenatural que le guiaba. En algunos lugares se detenía varios días, probando especial dulzura y contento, y recibía revelaciones mientras estaba en oración y meditación piadosas.
Había tenido siempre la -impresión- de que del 7 al 8 de Septiembre había una grande alegría en la naturaleza en Tierra Santa y oía en ese tiempo armoniosos trinares de pájaros. Finalmente obtuvo, después de mucho pedir en oración, la revelación de que esa era la fecha del nacimiento de María ( que debía celebrarse solemnemente en la Iglesia ).
Tuvo esta revelación en el camino al monte Sinaí y el aviso de que allí había una capilla murada dedicada a María, en una gruta del Profeta Elías. Se le dijo que debía decir estas cosas a los solitarios que habitaban en las faldas del monte Sinaí, adonde le he visto llegar.
Donde ahora están los monjes, había ya ermitaños que vivían aislados: el lugar era entonces tan agreste del lado del valle, como ahora, necesitándose un aparato para poder subir arriba.
Observé que, según sus indicaciones, se celebró allí la festividad del nacimiento de María el 8 de Septiembre del año 250 y que luego pasó esta fiesta a la Iglesia Universal"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XII, Pág., 138, Tomo II, Libro I y IV.
"Es una de las más antiguas fiestas de la Virgen María. Parece que se celebraba ya el 8 de Septiembre en Jerusalén en el Siglo V, y se extiende por el Oriente en el Siglo XV. En Roma se celebra desde el tiempo de el Papa San Sergio I (687 - 701).
Las Iglesias Orientales celebran la Preeortia-vigilia-de la Natividad de Nuestra Señora. Según la tradición, la Virgen se apareció al Cacique de los indios Cospes el 8 de Septiembre de 1552"., Cfr., "Año Mariano, narraciones para meditar cada día del año", Robles, S.J. - Figares, S.J, 7-8 de Septiembre, Págs., 586 - 593.
¿Por qué no el 5 de Agosto y si el 8 de Septiembre?
El 5 de Agosto, día en que la Iglesia Católica celebra y recuerda la fiesta más antigua de Nuestra Señora en la liturgia romana cual es la dedicación de la Basílica Patriarcal de Santa María la Mayor ( Una de las cuatro Basílicas Mayores de la Ciudad de Roma ), la Fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, de Nuestra Señora de Africa (Patrona de Ceuta), de la Virgen del Remedio ( Patrona de Alicante ) y la Aparición de Nuestra Señora a los religiosos del Cister, según refieren los monólogos de la Orden, también celebramos el ¡Cumpleaños de la Santísima Virgen María! ¿Por qué?
Recordemos que Nuestra querida Madre del Cielo nos ha compartido en varias de sus Apariciones, como una muestra más de su tierno amor, el día de su cumpleaños: ¡El 5 de Agosto!
Aunque desea que continuemos celebrando el anterior día en la fecha que ha dispuesto Nuestra Santa Madre Iglesia: ¡El 8 de Septiembre!, Natividad de la Santísima Virgen María.
En Medjugorje celebran ambas fechas el 5 de Agosto y el 8 de Septiembre de cada año. La Santa Iglesia Católica eligio el 8 de Septiembre como celebración de la Natividad de María de manera convencional ya que ¿no conocía cuándo había realmente nacido su santa persona?
La Virgen María le dijo a Amparo Cuevas, en Prado Nuevo, El Escorial que el 'día 5 de Agosto era la verdadera fecha de su nacimiento'.
A la Vidente Anita de Oliveto Citra le dice el 5 de Agosto de 1981: "¡Hoy es un día de fiesta! ¡Es mi Cumpleaños!".
A la vidente Jelena, en Medjugorje, en Bosnoa Herzegovina, se lo ratifica en Agosto de 1984.
También se lo repitió a los chicos en Monte Carmelo ( Chile ), a los de Veracruz ( México ) y a un Teólogo en Colombia: "¡El 5 de Agosto!".
Para confirmar la fecha del cumpleaños de Nuestra Señora, hay otros hechos que han ocurrido el mismo 5 de Agosto. En la ciudad de Roma, en el octavo mes del año 352, la Madre del Cielo, se les apareció al mismo tiempo y en sueños a Giovanni Patricio juntó con su esposa, que vivían en la Colina de Esquilino y al Papa Liberio (352 - 366). Todos tres recibieron -el día 5 de Agosto- unas enseñanzas, unas indicaciones y una prueba de la Madre del Cielo, a través de una inusual nevada. Que fue verificada 'en pleno verano' por muchos testigos. Cada año la recreación del milagro de Nuestra Señora de las Nieves en el Esquilino, tiene lugar a partir de las 21 horas, en la Basílica. Durante el canto del Gloria se realiza la tradicional lluvia de pétalos blancos desde el techo de la Basílica, recordando suceso.
¡Va a nacer de un momento a otro!
"Veo a Ana saliendo al huerto - jardín. Va apoyándose en el brazo de una pariente (se ve porque se parecen). Está muy gruesa y parece cansada, quizás también porque hace bochorno, un bochorno muy parecido al que a mí me hace sentirme abatida. A pesar de que el huerto sea umbroso, el ambiente es abrasador y agobiante. Bajo un despiadado cielo, de un azul ligeramente enturbiado por el polvo suspendido en el espacio, el aire es tan denso, que podría cortarse como una masa blanda y caliente. Debe persistir ya mucho la sequía, pues la tierra, en los lugares en que no está regada, ha quedado literalmente reducida a un polvo finísimo y casi blanco. Un blanco ligeramente tendente a un rosa sucio. Sin embargo, por estar humedecida, es marrón oscura al pie de los árboles, como también a lo largo de los cortos cuadros donde crecen hileras de hortalizas, .y en torno a los rosales, a los jazmines o a otras flores de mayor o menor tamaño (que están especialmente a lo largo de todo el frente de una hermosa pérgola que divide en dos al huerto hasta donde empiezan las tierras, ya despojadas de sus mieses).
La hierba del prado, que señala el final de la propiedad, está requemada; se ve rala. Sólo permanece la hierba más verde y tupida en los márgenes del prado, donde hay un seto de espino blanco silvestre, ya todo adornado de los rubíes de los pequeños frutos; en ese lugar, en busca de pastos y de sombra, hay unas ovejas con su zagalillo. Joaquín, con otros dos hombres como ayuda, está dedicado a las hortalizas y a los olivos. A pesar de ser anciano, es rápido y trabaja con gusto. Están abriendo unas pequeñas protecciones de las lindes de una parcela para proporcionar agua a las sedientas plantas.
Y el agua se abre camino borboteando entre la hierba y la tierra quemada, y se extiende en anillos que, en un primer momento, parecen como de cristal amarillento para luego ser anillos oscuros de tierra húmeda en torno a los sarmientos y a los olivos colmados de frutos. Lentamente, Ana, por la umbría pérgola, bajo la cual abejas de oro zumban ávidas del azúcar de los dorados granos de las uvas, se dirige hacia Joaquín, el cual, cuando la ve, se apresura a ir a su encuentro.
-¿Has llegado hasta aquí?.
- La casa está caliente como un horno».
- Y te hace sufrir».
- Es mi único sufrimiento en este último período mío de embarazo. Es el sufrimiento de todos, de hombres y de animales. No te sofoques demasiado, Joaquín.
- El agua que hace tanto que esperamos, y que hace tres días que parece realmente cercana, no ha llegado todavía. Las tierras arden. Menos mal que nosotros tenemos el manantial cercano, y muy rico en agua. He abierto los canales. Poco alivio para estas plantas cuyas hojas ya languidecen cubiertas de polvo. No obstante, supone ese mínimo que las mantiene en vida. ¡Si lloviera!…
Joaquín, con el ansia de todos los agricultores, escudriña el cielo, mientras Ana, cansada, se da aire con un abanico (parece hecho con una hoja seca de palma traspasada por hilos multicolores que la mantienen rígida).
La pariente dice:
- Allí, al otro lado del Gran Hermón, están formándose nubes que avanzan velozmente. Viento del norte. Bajará la temperatura y dará agua.
- Hace tres días que se levanta y luego cesa cuando sale la Luna. Sucederá lo mismo esta vez - Joaquín está desalentado.
- Vamos a casa. Aquí tampoco se respira; además, creo que conviene volver - dice Ana, que ahora se le ha puesto de improviso pálida la cara.
-¿Sientes dolor?
- No. Siento la misma gran paz que experimenté en el Templo cuando se me otorgó la gracia, y que luego volví a sentir otra vez al saber que era madre. Es como un éxtasis. Es un dulce dormir del cuerpo, mientras el espíritu exulta y se aplaca con una paz sin parangón humano. Yo te he amado, Joaquín, y, cuando entré en tu casa y me dije: “Soy esposa de un justo", sentí paz, como todas las otras veces que tu próvido amor se prodigaba en mí. Pero esta paz es distinta. Creo que es una paz como la que debió invadir, como una deleitosa unción de aceite, el espíritu de Jacob, nuestro padre, después de su sueño de ángeles. O semejante, más bien, a la gozosa paz de los Tobías tras habérselas manifestado Rafael.
Si me sumerjo en ella, al saborearla, crece cada vez más. Es como si yo ascendiera por los espacios azules del cielo… y, no sé por qué, pero, desde que tengo en mí esta alegría pacífica, hay un cántico en mi corazón: el del anciano Tobit. Me parece como si hubiera sido compuesto para esta hora… para esta alegría… para la tierra de Israel que es su destinataria… para Jerusalén, pecadora, mas ahora perdonada… bueno… no os riáis de los delirios de una madre… pero, cuando digo: “Da gracias al Señor por tus bienes y bendice al Dios de los siglos para que vuelva a edificar en ti su Tabernáculo", yo pienso que aquel que reedificará en Jerusalén el Tabernáculo del Dios verdadero, será este que está para nacer… y pienso también que, cuando el cántico dice: “Brillarás con una luz espléndida, todos los pueblos de la tierra se postrarán ante ti, las naciones irán a ti llevando dones, adorarán en ti al Señor y considerarán santa tu tierra, porque dentro de ti invocarán el Gran Nombre.
Serás feliz en tus hijos porque todos serán bendecidos y se reunirán ante el Señor. ¡Bienaventurados aquellos que te aman y se alegran de tu paz!…", cuando dice esto, pienso que es profecía no ya de la Ciudad Santa, sino del destino de mi criatura, y la primera que se alegra de su paz soy yo, su madre feliz…
El rostro de Ana, al decir estas palabras, palidece y se enciende, como una cosa que pasase de luz lunar a vivo fuego, y viceversa. Dulces lágrimas le descienden por las mejillas, y no se da cuenta, y sonríe a causa de su alegría. Y va yendo hacia casa entre su esposo y su pariente, que escuchan conmovidos en silencio.
Se apresuran, porque las nubes, impulsadas por un viento alto, galopan y aumentan en el cielo mientras la llanura se oscurece y tirita por efectos de la tormenta que se está acercando. Llegando al fibra! de la puerta, un primer relámpago lívido surca el cielo. El ruido del primer trueno se asemeja al redoble de un enorme bombo ritmado con el arpegio de las primeras gotas sobre las abrasadas hojas.
Entran todos. Ana se retira. Joaquín se queda en la puerta con unos peones que le han alcanzado, hablando de esta agua tan esperada, bendición para la sedienta tierra. Pero la alegría se transforma en temor, porque viene una tormenta violentísima con rayos y nubes cargadas de granizo.
- Si rompe la nube, la uva y las aceitunas quedarán trituradas como por rueda de molino. ¡Pobres de nosotros!».
Joaquín tiene además otro motivo de angustia: su esposa, a la que le ha llegado la hora de dar a luz al hijo. La pariente le dice que Ana no sufre en absoluto. Él está, de todas formas, muy inquieto, y, cada vez que la pariente u otras mujeres (entre las cuales está la madre de Alfeo) salen de la habitación de Ana para luego volver con agua caliente, barreños y paños secados a la lumbre, que, jovial, brilla en el hogar central en una espaciosa cocina, él va y pregunta, y no le calman las explicaciones tranquilizadoras de las mujeres. También le preocupa la ausencia de gritos por parte de Ana. Dice:
- Yo soy hombre. Nunca he visto dar a luz. Pero recuerdo haber oído decir que la ausencia de dolores es fatal….
Declina el día antes de tiempo por la furia de la tormenta, que es violentísima. Agua torrencial, viento, rayos… de todo, menos el granizo, que ha ido a caer a otro lugar. Uno de los peones, sintiendo esta violencia, dice:
- Parece como si Satanás hubiera salido de la Gehena con sus demonios. ¡Mira qué nubes tan negras! ¡Mira qué exhalación de azufre hay en el ambiente, y silbidos y voces de lamento y maldición! Si es él, ¡está enfurecido esta noche!.
El otro peón se echa a reír y dice:
- Se le habrá escapado una importante presa, o quizás Miguel de nuevo le habrá lanzado el rayo de Dios, y tendrá cuernos y cola cortados y quemados.
Pasa corriendo una mujer y grita:
-¡Joaquín! ¡Va a nacer de un momento a otro! ¡Todo ha ido rápido y bien!
Y desaparece con una pequeña ánfora en las manos.
Se produce un último rayo; tan violento, que lanza contra las paredes a los tres hombres. En la parte delantera de la casa, en el suelo del huerto, queda como recuerdo un agujero negro y humeante. Luego, de repente, cesa la tormenta. De detrás de la puerta de Ana viene un vagido (parece el lamento de una tortolita en su primer arrullo). Mientras, un enorme arco iris extiende su faja semicircular por toda la amplitud del cielo.
Surge, o por lo menos lo parece, de la cima del Hermón (la cual, besada por un filo de sol, parece de alabastro de un blanco - rosa delicadísimo), se eleva hasta el más terso cielo septembrino y, salvando espacios limpios de toda impureza, deja debajo las colinas de Galilea y un terreno llano que aparece entre dos higueras, que está al Sur, y luego otro monte, y parece posar su punta extrema en el extremo horizonte, donde una abrupta cadena de montañas detiene la vista.
-¡Qué cosa más insólita!
-¡Mirad, mirad!
- Parece como si reuniera en un círculo a toda la tierra de Israel, y… ya… ¡fijaos!, ya hay una estrella y el Sol no se ha puesto todavía. ¡Qué estrella! ¡Reluce como un enorme diamante!…
-¡Y la Luna, allí, ya llena y aún faltaban tres días para que lo fuera! ¡Fijaos cómo resplandece!.
Las mujeres irrumpen, alborozadas, con un “ovillejo” rosado entre cándidos paños.
¡Es María, la Mamá! Una María pequeñita, que podría dormir en el círculo de los brazos de un niño; una María que al máximo tiene la longitud de un brazo, una cabecita de marfil teñido de rosa tenue, y unos labiecillos de carmín que ya no lloran sino que instintivamente quieren mamar (tan pequeñitos, que no se ve cómo van a poder coger un pezón), y una varicita diminuta entre dos carrillitos redondetes. Si la estimulan abre los ojitos: dos pedacitos de cielo, dos puntitos inocentes y azules que miran, y no ven, entre sutiles pestañas de un rubio tan tenue que es casi rosa.
También el vello de su cabeza redondita tiene una veladura entre rosada y rubia como ciertas mieles casi blancas. Tiene por orejas dos conchitas rosadas y transparentes, perfectas; y por manitas… ¿qué son esas dos cositas que gesticulan y buscan la boca? Cerradas, como están, son dos capullos de rosa de musgo que hubieran hendido el verde de los sépalos y asomaran su seda rosa tenue; abiertas, como están ahora, dos joyeles de marfil apenas rosa, de alabastro apenas rosa, con cinco pálidos granates por uñitas. ¿Cómo podrán ser capaces de secar tanto llanto esas manitas?
¿Y los piececitos? ¿Dónde están? Por ahora son sólo pataditas escondidas entre los lienzos. Pero, he aquí que la pariente se sienta y la destapa… ¡Oh, los piececitos! De la largura aproximada de cuatro centímetros, tienen por planta una concha coralina; por dorso, una concha de nieve veteada de azul; sus deditos son obras maestras de escultura liliputiense, coronados también por pequeñas esquirlas de granate pálido.
Me pregunto cómo podrán encontrarse sandalias tan pequeñas que valgan para esos piececitos de muñeca cuando den sus primeros pasos, y cómo podrán esos piececitos recorrer tan áspero camino y soportar tanto dolor bajo una cruz. Pero esto ahora no se sabe. Se ríe o se sonríe de cómo menea los brazos y las piernas, de sus lindas piernecitas bien perfiladas, de los diminutos muslos, que, de tan gorditos como son, forman hoyuelos y aritos, de su barriguita (un cuenco invertido), de su pequeño tórax, perfecto, bajo cuya seda cándida se ve el movimiento de la respiración y se oye ciertamente, si, como hace el padre feliz ahora, en él se apoya la boca para dar un beso, latir un corazoncito… Un corazoncito que es el más bello que ha tenido, tiene y tendrá la tierra, el único corazón inmaculado de hombre.
¿Y la espalda? Ahora la giran y se ve el surco lumbar y luego los hombros, llenitos, y la nuca rosada, tan fuerte, que la cabecita se yergue sobre el arco de las vértebras diminutas, como la de un ave escrutadora en torno a sí del nuevo mundo que ve, y emite un gritito de protesta por ser mostrada en ese modo; Ella, la Pura y Casta, ante los ojos de tantos, Ella, que jamás volverá a ser vista desnuda por hombre alguno, la Toda Virgen, la Santa e Inmaculada.
Tapad, tapad a este Capullo de azucena que nunca se abrirá en la tierra, y que dará, más hermosa aún que Ella, su Flor, sin dejar de ser capullo. Sólo en el Cielo la Azucena del Trino Señor abrirá todos sus pétalos. Porque allí arriba no existe vestigio de culpa que pudiera involuntariamente profanar ese candor. Porque allí arriba se trata de acoger, a la vista de todo el Empíreo, al Trino Dios - Padre, Hijo, Esposo - que ahora, dentro de pocos años, celado en un corazón sin mancha, vendrá a Ella.
De nuevo está envuelta en los lienzos y en los brazos de su padre terreno, al que asemeja. No ahora, que es un bosquejo de ser humano. Digo que le asemeja una vez hecha mujer. De la madre no refleja nada; del padre, el color de la piel y de los ojos, y, sin duda, también del pelo, que, si ahora son blancos, de joven eran ciertamente rubios a juzgar por las cejas. Del padre son las facciones — más perfectas y delicadas en Ella por ser mujer, ¡y qué Mujer!; también del padre es la sonrisa y la mirada y el modo de moverse y la estatura.
Pensando en Jesús como lo veo, considero que ha sido Ana la que ha dado su estatura a su Nieto, así como el color marfil más cargado de la piel; mientras que María no tiene esa presencia de Ana (que es como una palma alta y flexible), sino la finura del padre. También las mujeres, mientras entran con Joaquín donde se encuentra la madre feliz para devolverle a su hijita, hablan de la tormenta y del prodigio de la Luna, de la estrella, del enorme arco iris.
Ana sonríe ante un pensamiento propio:
- Es la estrella – dice Su signo está en el cielo. ¡María, arco de paz! ¡María, estrella mía! ¡María, Luna pura! ¡María, perla nuestra!.
- ¿María la llamas?.
- Sí. María, estrella y perla y luz y paz…
- Pero también quiere decir amargura… ¿No temes acarrearle alguna desventura?
- Dios está con Ella. Es suya desde antes de que existiera. El la conducirá por sus vías y toda amargura se transformará en paradisíaca miel. Ahora sé de tu mamá… todavía un poco, antes de ser toda de Dios….
Y la visión termina en el primer sueño de Ana madre y de María recién nacida"., Cfr. El Hombre Dios, María Valtorta, Volumen I, Primera Parte, la Preparación, Capítulo VII, Págs. 19-25. Escrito el 26 de Agosto de 1944. Con Aprobación Eclesiástica. Tomo 1.
¿Dos revelaciones de dos Santas?
"Vi muchas cosas relacionadas con Santa Brígida y tuve conocimiento de varias comunicaciones hechas a esta santa sobre la Concepción Inmaculada y la Natividad de María.
Recuerdo que la Virgen Santísima le dijo que cuando las mujeres embarazadas santifican la víspera del día de su Nacimiento, ayunando y recitando con devoción nueve veces el Ave María, en honor de los nueve meses que ella había pasado en el seno de su Madre, y cuando renuevan con frecuencia este ejercicio de piedad en el curso de su preñez y la víspera de su alumbramiento, acercándose con piedad a los sacramentos, lleva ella esas oraciones ante Dios y les obtiene un parto feliz, aunque las condiciones se presenten difíciles.
En cuanto a mí, se me acercó la Virgen, y me dijo, entre otras cosas, que quien en el día de hoy, ( En el día del Cumpleaños de Nuestra Señora ), por la tarde, recite con devoción nueve veces el Ave María en honor de su permanencia de nueve meses en el seno de su madre y de su nacimiento, y continúe durante nueve días este ejercicio de piedad, da a los ángeles cada día nueve flores destinadas a formar un ramillete que ella recibe en el cielo y presenta a la Santísima Trinidad, con el fin de obtener una gracia para la persona que ha dicho esas mismas oraciones"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XIII, Pág., 139, Tomo II, Libro I y IV.
¿El Santo Nombre de María?
"A los ocho días del nacimiento de la gran Reina, descendieron de las alturas multitud de ángeles hermosísimos y rozagantes; y traían un escudo en que venía grabado brillante y resplandeciente el Nombre de María; y manifestándose todos a la dichosa madre Ana, le dijeron que el nombre de su hija era el que llevaban allí de María; que la divina providencia se lo había dado y ordenaba que se lo pusiesen"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro I, Capítulo 21, # 336, Pág., 150.
"El Nombre MIRIAM se descompone así: Mir = Señora. Iam = Mar. Señora del Mar ( de la Gracia). En el esquema genealógico vemos que que María es hija de Helí. Este nombre es apócope de Heliaquín que etimológicamente traduce: Dios establece.
Es nuestro Joaquín, cuya traducción etimológica es: El Señor establece. Helí, Heliaquín o Joaquín se casa con Ana, que traduce: Gracia. Y del matrimonio Joaquín - Ana o "El Señor establece Gracia", nace María, a quien el arcángel llama llena de gracia. Y la llena de gracia nos da a Jesús, quien es el dador de la Gracia y la gracia misma"., Cfr. "Estudios Bíblicos y Marianos", Lic. Raúl Maya Cardenas., Pág., 5 ( 2001 ).
¿La Niña recibe el Nombre de María de Nazaret?
"Hoy vi una gran fiesta en casa de Ana. En torno de la sala vi una mesa amplia, baja, llena de platos y fuentes para la comida. En el centro se había levantado un altar. Al lado del Altar había un atril cubierto, con rollos de pergamino conteniendo oraciones. Delante del altar había cinco sacerdotes de Nazaret con vestimentas de ceremonias.
Joaquín estaba con ellos. Enue, la hermana de Isabel, trajo a la pequeña María, poniéndola en brazos de Joaquín. Los sacerdotes se colocaron delante del altar, cerca de los rollos y recitaron en alta voz las oraciones.
Joaquín entregó la niña al principal de ellos, el cual alzándola en el aire, mientras rezaba, como para ofrecerla a Dios, la dejó luego en su cuna, sobre el altar.
Tomó después unas tijeras de forma particular, con las cuales cortó tres pequeñas guedejas de cabello a ambos lados de la cabeza y la frente de la criatura, quemándolas en el brasero.
Tomó luego una caja que contenía aceite y ungió los cinco sentidos de la niña, tocándole con el pulgar las orejas, los ojos, la nariz, la boca y el hueco del estómago. Sobre el pecho de la criatura colocó un pergamino donde estaba escrito el Nombre de María"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap. XVI, Tomo II, Libro I y IV ( Extractos ), Pág., 145.
¿Qué nos dicen otros autores sobre el santo Nombre de María?
"Le fue impuesto a la Santísima Virgen el nombre de María, el cual corresponde al hebreo Miryam, nombre de la hermana de Moisés y Aarón. Los setenta lo transcribieron en la forma de Mariam, mientras que en la Vulgata aparece como María"., Cfr. "The Little Encyclopedia of Virgin Mary", Mons. Pbro. José Gabriel Tisnés Jiménez, #29, Pág., X ( 2002 ).
"Para la interpretación del Nombre de María se han propuesto cerca de sesenta etimologías. Pero científicamente en hebreo solamente se podrían admitir las procedentes de la raíz marah; mará, ser bella, o mirya, como el nombre de la hermana de Moisés ( Ex. 15, 20 ), que se llama la profetisa, de la raíz ra'ah, ver, ser vidente.
Pero el Evangelio da la transcripción aramea del nombre: Maryam. Su etimología responde a la raíz mar y mari, señora. Maryam es abreviatura de Mariame o Mariamme, nombre muy usual en la época desde los días de los asmoneos.
El Talmud da como equivalente del nombre de Maryam, hija del que fue sumo sacerdote Boethos"., Cfr. "Biblia Comentada", Texto de la Nácar-Colunga, II Evangelios, Lic. P. Manuel de Tuya, O.P. San Lucas, Págs., 754-755, Tomo V, 1961 (B.A.C.).
¿La niña Soberana?
"La niña soberana era tratada como los demás niños de su edad. Era su comida la común, aunque la cantidad muy poca, y lo mismo era del sueño, aunque la aplicaban para que durmiese; pero no era molesta ni jamás lloró con el enojo de otros niños, mas era en extremo agradable y apacible.
En todo era la niña Reina agraciada, perfectísima y admirable; y si bien pasó por la infancia por las comunes leyes de la naturaleza, pero no impidieron a la gracia; y si dormía, no cesaba ni interrumpía las acciones interiores del amor y otras que no penden del sentido exterior"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro I, Capítulo 22, #s. 352 y 353 ( Extractos ), Pág., 156.
¿La Niña María y su relación con los Ángeles?
"En todas sus acciones y movimientos era gobernada por el Espíritu Santo, con que siempre obraba lo perfectísimo, pero ejecutándolo no se satisfacía su ardentísimo amor, que de continuo renovaba sus efectos fervorosos para emular mejores carismas (Cf. 1 Cor. 12, 31).
Las revelaciones divinas y visiones intelectuales eran en esta niña Reina muy continuas, asistiéndola siempre el Altísimo. En estos coloquios y otros muchos, que no alcanza toda nuestra capacidad, pasaba la niñez María Santísima con sus ángeles y con el Altísimo, en quien estaba transformada.
No sería fácil, ni aun posible, decir lo que obró la niña divina María en estos diez y ocho meses que estuvo en la compañía de su madre, la que mirando algunas veces a su hija, más venerable que el arca figurativa del testamento, derramaba copiosas y dulces lágrimas de amor y agradecimiento.
Y para lo que ella hacía por sí misma pedía la bendición y licencia a su madre, besándole la mano con grande humillación y reverencia; pero aunque la prudente madre lo consentía en lo exterior, con el interior reverenciaba la gracia y dignidad de su hija santísima"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Capítulos 24 y 25, #s. 380, 383 y 399; Págs. 167, 168 y 402 ( Extractos ). Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Niña María y su Visión con la Divinidad?
"Pocos días antes que cumpliese María Santísima los tres años, tuvo una visión de la divinidad abstractivamente, en que le fue manifestado se llegaba ya el tiempo en que Su Majestad ordenaba llevarla a su templo, donde viviese dedicada y consagrada a su servicio.
Luego tuvo Santa Ana otra visión en que le mandó el Señor cumpliese la promesa llevando al templo a su hija, para presentarla a Su Majestad el mismo día que cumpliese los tres años.
Al mismo tiempo había tenido San Joaquín otra visitación o visión del Señor, que le mandaba también lo mismo que a Santa Ana"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro I, Capítulo 25, #s. 407, 408 y 409 ( Extractos ), Pág., 176. Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Niña María y su Voto de presentarse en el Templo?
"María era de tres años de edad y tres meses cuando hizo el voto de presentarse en el templo entre las vírgenes que allí moraban. He visto en casa de Ana los preparativos de María para ser conducida al Templo. Era una fiesta muy grande.
Estaban presentes cinco sacerdotes de Nazaret, de Séforis y de otras regiones, entre ellos Zacarías y un hijo del hermano del padre de Ana. Ensayaban una ceremonia con la niña María. Era una especie de examen para ver si estaba madura para ser recibida en el Templo.
Además de los sacerdotes estaban presentes la hermana de Ana de Séforis y su hija, María Helí y su hijita y algunas pequeñas niñas y parientes. Sobre el altar estaban los tres vestidos de María. María los dejó a todos maravillados con su forma de proceder y con las respuestas que les daba.
He visto durante todo el tiempo a los ángeles en torno a ella, que le sugerían y guiaban en todos los casos. Por último fué bendecida la niña María por el sacerdote. Y vi que la níña estuvo desde entonces como penetrada de una ardorosa concentración interior.
Vi que Zacarías recibió una celestial revelación de que María era el vaso elegido del misterio o sacramento. Había recibido él un rayo de luz que yo vi salir de María"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XVIII, Pág., 146 y Sgtes, Tomo II, Libro I, (Extractos ), 1821. Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Partida de la Niña María al Templo de Jerusalén?
"He visto a Joaquín, a Ana y a su hija mayor, María de Helí, ocupados toda la noche preparando paquetes y utensilios. Ardía una lámpara con varias mechas. Al rayar el alba vi que se ponían en camino para Jerusalén.
La pequeña María deseaba vivamente llegar al Templo y salió apresuradamente de la casa acercándose a la bestia de carga. Uno de los asnos, el más cargado, iba conducido por un servidor y debía ir siempre delante de los viajeros. El otro, que estaba delante de la casa, cargado con más bultos, tenía preparado un asiento, y María fué colocada sobre él. Joaquín conducía el asno.
Llevaba un bastón largo con un grueso pomo redondo en la extremidad. Uno de los sacerdotes acompañó a la comitiva durante algún tiempo. Los viajeros bebieron bálsamo y echaron un poco en el agua, llenando pequeños recipientes.
Más tarde vi a los viajeros entrar en una casa aislada, en la que fueron bien recibidos y tomaron provisiones, pues los moradores parecían ser de la familia. He visto a la pequeña María llegando con sus padres a Bet-Horon. Bet- Horon es una ciudad de Levitas de cierta importancia: produce hermosas uvas y gran cantidad de frutas. La Santa comitiva entró en la casa de unos amigos, que estaba muy bien situada.
Con motivo de la llegada de la pequeña María hubo grandes fiestas. El maestro de escuela y otras personas hicieron toda clase de preguntas a María y le pusieron guirnaldas en la cabeza. Todos estaban asombrados por la sabiduría que manifestaba en sus respuestas.
Oí hablar en esta ocasión del juicio y prudencia de otra niña que había pasado por allí poco antes, volviendo de la escuela del templo a la casa de sus padres. Esta niña se llamaba Susana y más tarde figuró entre las santas mujeres que seguían a Jesús. María ocupo su puesto vacante en el templo, pues había un número fijo de plazas para estas jóvenes.
Susana tenía quince años cuando dejó el templo, es decir, cerca de once más que la niña María. También Santa Ana había sido educada allí a la edad de cinco años. La pequeña María estaba llena de júbilo por hallarse tan cerca del templo. He visto a Joaquín que la estrechaba entre sus brazos, llorando y diciéndole: ''Hija mía, ya no volveré a verte".
Habían preparado comida y mientras estaban en la mesa, vi a María ir de un lado a otro, apretarse contra su madre, llena de gracia, o, deteniéndose detrás de ella, echarle los bracitos al cuello"., Cfr. "Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XIX, Págs. 150 a 155, Tomo II, Libro I y IV, (Extractos), 1821. Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Llegada a la Ciudad de Jerusalén?
"Muy temprano vi a los viajeros salir de Bet-Horon para dirigirse a Jerusalén. Todos los parientes con sus criaturas se habían juntado a ellos y lo mismo los dueños de la casa. Llevaban regalos para la niña, consistetentes en ropas y frutas. Me parece ver una fiesta en Jerusalén.
Cuanto más se acercaban a la ciudad tanto más se mostraba María contenta y ansiosa. Solía correr delante de sus padres. Al mediodía he visto llegar la comitiva que acompañaba a María al Templo de Jerusalén.
Los viajeros llegaron con la pequeña María, por el Norte, a Jerusalén: con todo, no entraron por ese lado, sino que dieron vuelta alrededor de la Ciudad hasta el muro Oriental, siguiendo una parte del Valle de Josafat.
Dejando a la izquierda el Monte de los Olivos y el camino de Betania, entraron en la Ciudad por la Puerta de las Ovejas, que conducía al mercado de las bestias.
La comitiva, después de haber entrado en la ciudad, torció de nuevo a la derecha y entró en otra barriada siguiendo un largo valle interno dominado de un lado por las altas murallas de una zona más elevada de la ciudad, llegando a la parte occidental. Los caminantes fueron recibidos con demostraciones de contento y conducidos hasta la casa de Zacarías, donde se festejó la llegada.
"Zacarías acudió también para guiar a la comitiva desde la casa paterna hasta la posada. Pusieron a la pequeña María su segundo vestidito de ceremonias con el pelo celeste. Zacarías iba adelante con Joaquín y Ana; luego la niña María rodeada de cuatro niñas vestidas de blanco, y las otras chicas con sus padres cerraban la marcha. Se dirigieron hacia el ángulo Noreste del Templo, dejando atrás la fortaleza Antonia, edificio muy alto, situado al Noroeste.
Subieron por unos escalones abiertos en una muralla alta. La pequeña María subió sola, con alegre prisa, sin permitir que nadie la ayudara. Todos la miraban con asombro. Joaquín y Ana se dirigieron luego con María a la habitación de los sacerdotes, situada más arriba.
Aquí la niña María, como elevada por el espíritu interior, subió ligerísimamente los escalones con un impulso extraordinario. Después de haber conversado del viaje y de la próxima ceremonia de la 'presentación', hicieron llamar a una de las mujeres del Templo.
La matrona que acaba de llegar estaba tan bien envuelta en su ropaje que apenas podía vérsele la cara. Los sacerdotes y los padres de María se la presentaron, confiándola a sus cuidados. Ella estuvo dignamente afectuosa, sin perder su gravedad.
La niña María se mostró humilde y respetuosa. La instruyeron en todo lo que se relacionaba con la niña y su entrada solemne en el templo. Las mujeres se instalaron allí y prepararon la fiesta que debía tener lugar al día siguiente"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap. XX, Pág., 156 - 159 ( Extractos ), Tomo II, Libro I y IV.
¿La Niña María con su manto Azul Celeste?
"Pude ver a la pequeña María paseando con las otras jóvenes en torno de su casa. Esta mañana fueron al Templo Zacarías, Joaquín y otros hombres. Más tarde fué llevada María por su madre en medio de un acompañamiento solemne. Ana y su hija María Helí, con la pequeña María Cleofás, marchaban delante; iba luego la santa niña María con su vestidito y su manto azul celeste, los brazos y el cuello adornados con guirnaldas: llevaba en la mano un cirio ceñido de flores.
A su lado caminaban tres niñitas con cirios semejantes. En María se notaba algo de santo y de conmovedor. A la llegada de la comitiva he visto a varios servidores del Templo empeñados en abrir con grande esfuerzo una puerta muy alta y muy pesada, que brillaba como oro y que tenía grabadas varias figuras. Era la Puerta Dorada.
La comitiva entró por esa puerta. Para llegar a ella era preciso subir cincuenta escalones; creo que había entre ellos algunos descansos. Quisieron llevar a María de la mano; pero ella no lo permitió: subió los escalones rápidamente, sin tropiezos, llena de alegre entusiasmo.
Todos se hallaban profundamente conmovidos. Bajo la Puerta Dorada fue recibida María por Zacarías, Joaquín y algunos sacerdotes que la llevaron hacia la derecha, bajo la amplia arcada de la puerta, a las altas salas donde se había preparado una comida en honor de alguien "Aquí se separaron las personas de la comitiva. La mayoría de las mujeres y de las niñas se dirigieron al sitio del Templo que les estaba reservado para orar. Los sacerdotes hicieron todavía algunas preguntas a María en una sala y cuando se hubieron retirado, asombrados de la sabiduría, Ana vistió a su hija con el tercer traje de fiesta, que era de color azul violáceo y le puso el manto, el velo y la corona.
Cuando la puerta del muro estaba abierta, algunas mujeres podían ver el altar. María y las otras jóvenes se hallaban de pie, delante de Ana, y las demás parientas estaban a poca distancia de la puerta. María se arrodilló sobre los escalones; Joaquín y Ana extendieron las manos sobre su cabeza. El sacerdote cortó un poco de sus cabellos, quemándolos luego sobre un bracero.
Los padres pronunciaron algunas palabras, ofreciendo a su hija, y los levitas las escribieron. Entretanto las niñas cantaban el salmo 44:
"Para el [sacerdote] que preside. Canto de instrucción para los hijos de Koraj. Un maskil; O Elohim, lo hemos oído con nuestros oídos; nuestros padres nos dijeron de ello – las obras que hiciste en sus días, en los tiempos de la antigüedad. Con tu mano totalmente destruiste a los Goyim para plantarlos; afligiste las naciones, y las echaste fuera. Porque no heredaron La Tierra por sus propias espadas, ni su propio brazo les dio la victoria; más bien, fue tu mano derecha, tu brazo [Yahshúa] y la luz de tu semblante; porque Tú estabas complacido con ellos. Tú eres ciertamente mi Rey, y mi Elohim, quien ordena victoria para Ya'akov. Contigo echamos fuera a nuestros enemigos, por Tu Nombre traemos a nada aquellos que se levantan contra nosotros. Pues yo no me fío en mi arco, ni mi espada me puede dar victoria. No, Tú nos salvaste de nuestros adversarios. Avergonzaste a los que nos odian. Nos jactaremos en nuestro Elohim todo el día y daremos gracias a Tu Nombre para siempre. Selah Pero ahora nos has echado a un lado y nos has avergonzado; Tú no marchas con nuestros ejércitos. Nos haces retroceder delante del adversario, y aquellos que nos odian nos saquean a su antojo. Nos has entregado a ellos como ovejas para ser devoradas y nos has dispersado entre las naciones. Tú vendiste a tu pueblo sin precio, y no hubo ganancia en su intercambio. Nos haces reproche para nuestros vecinos, uno de escarnio y mofa para aquellos que nos rodean. Nos hiciste proverbio entre los Goyim; las naciones se burlan de nosotros meneando la cabeza. Todo el día mi confusión está delante de mí, y la vergüenza cubre mi rostro, al sonido de la voz de los calumniadores e injuriosos, a causa del enemigo y vengador. Todas estas cosas están sobre nosotros, no nos hemos olvidado de ti; no hemos tratado injustamente en tu Pacto; Nuestros corazones no se han vuelto atrás, nuestros pasos no se extraviaron de tu senda, pero Tú nos derribaste a lugar de aflicción, y la sombra de muerte nos ha cubierto. Si hemos olvidado El Nombre de nuestro Elohim o abierto nuestros brazos a un dios extraño, ¿no habría descubierto esto Elohim, puesto que El conoce los secretos de nuestro corazón? Por amor a ti somos puestos a muerte todo el día, somos considerados ovejas para el matadero. ¡Despierta, YAHWEH! ¿Por qué estás dormido? ¡Levántate! No nos deseches para siempre. ¿Por qué vuelves tu rostro, olvidando nuestra pobreza y aflicción? Pues yacemos acostados en el polvo, y nuestros cuerpos se aferran a la tierra. ¡O YAHWEH, levántate y ven a ayudarnos! ¡Por amor a Tu Nombre, redímenos!".
Observé entonces que dos sacerdotes tomaron a María de la mano y la llevaron por unos escalones hacia un lugar elevado del muro, que separaba el vestíbulo del Santuario.
Colocaron a la niña en una especie de nicho en el centro de aquel muro. Durante esta ceremonia vi en torno de María un cuadro simbólico. Vi una gloria luminosa debajo del Corazón de María y comprendí que ella encerraba la promesa de la sacrosanta bendición de Dios"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXI, Págs., 160 (f), 161 - 163 ( Extractos), Tomo II, Libro I y IV.
¿Sólo María y la gloria que la rodeaba lo llenaba todo?
"Esta gloria aparecía rodeada por el Arca de Noé, de manera que la cabeza de María se alzaba por encima y el arca tomaba a su vez la forma del Arca de la Alianza, viendo luego a ésta como encerraba en el Templo. Luego vi que todas estas formas desaparecían mientras el cáliz de la Santa Cena se mostraba fuera de la gloria, delante del pecho de María, y más arriba, ante la boca de la Virgen, aparecía un pan marcado con una cruz.
A los lados brillaban rayos de cuyas extremidades surgían figuras con símbolos místicos de la Santísima Virgen, como todos los nombres de las Letanías que le dirige la Iglesia. Subían, cruzándose desde sus hombros, dos ramas de olivo y de ciprés, o de cedro y de ciprés, por encima de una hermosa palmera junto con un pequeño ramo que vi aparecer detrás de ella.
En los espacios de las ramas pude ver todos los instrumentos de la pasión de Jesucristo. El Espíritu Santo, hallase suspendido sobre el cuadro, por encima del cual vi el cielo abierto, el centro de la celestial Jerusalén, la Ciudad de Dios, con todos sus palacios, jardines y lugares de los futuros santos.
Todo estaba lleno de ángeles, y la gloria, que ahora rodeaba a la Virgen Santísima, lo estaba con cabezas de estos espíritus. ¡Ah, quién pudiera describir estas cosas con palabras humanas!...
"El Templo mismo parecía esfumarse y desaparecer: sólo María y la gloria que la rodeaba lo llenaba todo. Mientras estas visiones pasaban delante de mis ojos, dejé de ver a la Virgen Santísima bajo forma de niña: me pareció entonces grande y como suspendida en el aire.
Con todo veía también, a través de María, a los sacerdotes, al sacrificio del incienso y a todo lo demás de la ceremonia. Parecía que el sacerdote estaba detrás de ella, anunciando el porvenir e invitando al pueblo a agradecer y a orar a Dios, porque de esta habría de salir algo muy grandioso.
Todos los que estaban en el Templo, aunque no veían lo que yo veía, estaban recogidos y profundamente conmovidos. Este cuadro se desvaneció gradualmente de la misma manera que lo había visto aparecer. Al fin sólo quedó la gloria bajo el corazón de María y la bendición de la promesa brillando en su interior.
Luego desapareció también y sólo vi a la Niña María adornada entre los sacerdotes. Los sacerdotes tomaron las guirnaldas que estaban alrededor de sus brazos y la antorcha que llevaba en la mano, y se las dieron a las compañeras"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXI, Pág., 164, Tomo II, Libro I y IV, (Extractos), 1821.
¿Los sacerdotes recibieron a la pequeña María?
"Le pusieron en la cabeza un velo pardo y la hicieron descender las gradas, llevándola a una sala vecina, donde seis vírgenes del Templo, de mayor edad, salieron a su encuentro arrojando flores ante ella. Detrás iban sus maestras, Noemí, hermana de la madre de Lázaro, la Profetisa Anna y otra mujer.
Los sacerdotes recibieron a la pequeña María, retirándose luego. Los padres de la Niña, así como sus parientes más cercanos, se encontraban allí. Una vez terminados los cantos sagrados, despidióse María de sus padres. Joaquín, que estaba profundamente conmovido, tomó a María entre sus brazos y apretándola contra su corazón, dijo en medio de las lágrimas: "¿Acuérdate de mi alma ante Dios?".
María se dirigió luego con las maestras y varias otras jóvenes a las habitaciones al Norte del Templo. Los deudos de María volvieron a la sala contigua a la Puerta Dorada, donde antes se habían detenido quedándose a comer en compañía de los sacerdotes. Las mujeres comían en sala aparte.
He olvidado, ¿por qué la fiesta había sido tan brillante y solemne? Sin embargo, sé que fué a consecuencia de una revelación de la Voluntad de Dios. Los padres de María eran personas de condición acomodada y si vivían pobremente era por espíritu de mortificación y para poder dar limosnas a los pobres.
"Así es cómo Ana, no sé por cuánto tiempo, sólo comió alimentos fríos. A pesar de esto trataban a la servidumbre con generosidad y la dotaban. He visto a muchas personas orando en el Templo. Otras habían seguido a la comitiva hasta la puerta misma.
Algunos de los presentes debieron tener cierto presentimiento de los destinos de la Niña, pues recuerdo una palabras que Santa ana en un momento de entusiasmo jubiloso dirigió a las mujeres, cuyo sentido era: "¡He aquí el Arca de la Alianza, el Vaso de la Promesa, que entra ahora en el Templo!". Los padres de María y demás parientes regresaron hoy a Bet-Horon"., Cfr., "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXI, Págs., 164 y 165, Tomo II, Libros I y IV ( Extractos ). Con Aprobación Eclesiástica.
¿María lloraba a menudo por el ansia de ver al niño Redentor?
"He visto una fiesta en las habitaciones de las vírgenes del Templo. María pidió a las maestras y a cada doncella en particular si querían admitirla entre ellas, pues esta era la costumbre que se practicaba.
Hubo una comida y una pequeña fiesta en la que algunas niñas tocaron instrumentos de música. Por la noche vi a Noemí, una de las maestras, que conducía a la niña María hasta la pequeña habitación que le estaba reservada y desde la cual podía ver el interior del Templo.
María habló a Noemí de su deseo de levantarse varias veces durante la noche, pero ésta no se lo permitió. El dormitorio de María era uno de los más retirados, frente al Santo de los Santos. A la izquierda, contra el muro de la habitación, había una alfombra arrollada, que cuando estaba extendida formaba el lecho sobre el cual reposaba la niña María.
En un nicho de la muralla estaba colocada una lámpara, cerca de la cual vi a la níña de pie, sobre un escabel, leyendo oraciones en un rollo de pergamino. Había en la habitación una mesa baja y redonda.
Vi entrar en la habitación a la profetisa Ana, que colocó sobre la mesa una fuente con frutas del grosor de una haba y una anforita. María tenía una destreza superior a su edad: desde entonces la vi trabajar en pequeños pedazos de tela blanca para el servicio del Templo.
"Las paredes de su pieza estaban sobrepuestas con piedras triangulares de varios colores. A menudo oía yo a la niña decir a Ana: "¡Ah, pronto el Niño prometido nacerá!¡Oh, si yo pudiera ver al niño Redentor!"...Anna le respondía: ¡Yo soy ya anciana y debí esperar mucho a ese Niño". ¡Tú, en cambio, eres tan pequeña!"...
María lloraba a menudo por el ansia de ver al niño Redentor. Las niñas que se educaban en el Templo se ocupaban de bordar, adornar, lavar y ordenar las vestiduras sacerdotales y limpiar los utensilios sagrados del Templo.En sus habitaciones, desde donde podían ver el Templo, oraban y meditaban.
He visto a la Santísima Virgen en el Templo, una veces en la habitación de las mujeres con las demás niñas, otras veces en su pequeño dormitorio, creciendo en medio del estudio, de la oración y del trabajo, mientras hilaba y tejía para el servicio del Templo.
María lavaba la ropa y limpiaba los vasos sagrados. Como todos los santos, sólo comía para el propio sustento, sin probar jamás otros alimentos que aquéllos a los que había prometido limitarse. Pude verla a menudo entregada a la oración y a la meditación.
Además de las oraciones vocales prescriptas en el Templo, la vida de María era una aspiración incesante hacia la redención, una plegaria interior continua. Hacía todo esto con gran serenidad y en secreto, levantándose de su lecho e invocando, al Señor cuando todos dormían"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXII, Pág., 166 (a), y Stes. Tomo II, Libros I y IV. Con Aprobación Eclesiástica.
¿María rezaba con el rostro velado?
"A veces la vi llorando, resplandeciente, durante la oración. María rezaba con el rostro velado. También se cubría cuando hablaba con los sacerdotes o bajaba a una habitación vecina para recibir su trabajo o entregar el que había terminado. En tres lados del Templo estaban estas habitaciones, que parecían a nuestras sacristías.
Se guardaban en ellas los objetos que las mujeres debían cuidar o confeccionar. He visto a María en estado de éxtasis continuo y de oración interior. Su alma no parecía hallarse en la Tierra y recibía a menudo consuelos celestiales. Suspiraba continuamente por el cumplimiento de la promesa y en su humildad apenas podía formular el deseo de ser la última entre las criadas de la Madre del Redentor.
La maestra que la cuidaba era Noemí, hermana de la madre de Lázaro. Tenía cincuenta años y pertenecía a la sociedad de los esenios, así como las mujeres agregadas al servicio del Templo. María aprendió a trabajar a su lado, acompañándola cuando limpiaba las ropas y los vasos.
Más tarde se ocupó con mayor actividad de los quehaceres domésticos. Cuando Zacarías se hallaba en el Templo, de turno, la visitaba a menudo; Simeón también la conocía.
"Los destinos para los cuales estaba llamada María no podían ser completamente desconocidos por los sacerdotes. Su manera de ser, su porte, su gracia infinita, su sabiduría extraordinaria, eran tan notables que ni aún su extrema humildad lograba ocultar"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXII, Tomo II, Libro I y IV, Págs., 164 - 165. Con Aprobación Eclesiástica.
¿María y la ciencia infusa?
"Leía mucho en las sagradas Escrituras antiguas; y con la ciencia infusa estaba tan capaz de todas ellas y de sus profundos misterios, que ninguno se le oculto, porque le manifestó el Altísimo todos sus secretos y sacramentos, y con los santos ángeles de su custodia los trataba y confería, confirmándose en ellos y preguntándoles muchas cosas con incomparable profundidad y grande agudeza.
Y si esta soberana Maestra escribiera lo que entendió, tuviéramos otras muchas escrituras divinas, y de las que tiene la Iglesia alcanzáramos toda la inteligencia perfecta de sus profundos sentidos y misterios"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro II, Capítulo IV, #476, Pág., 203.
¿La Virgen María sus virtudes y cómo las iba ejecutando?
"Y a más de las virtudes que recibió infusas tuvo también las adquiridas, que con el uso y ejercicio granjeó. Y si en las demás almas un acto se suele decir que no es virtud, porque son necesarios muchos repetidos para adquirirla, pero las obras de María Santísima fueron tan eficaces, intensas y perfectas, que cada una excedía a todas las de todas las demás criaturas"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Libro II, Cap. V, #483, Pág., 205.
¿La Muerte de la madre y padre de María Santísima?
"Joaquín y Anna la amaron. Y ella estuvo con ellos en la pruebas: la pena que tenían al saber que su hijita estaba lejos, que se quedaba sola y pobre, y que la casa de Nazaret cada vez más se ve solitaria, pero, en la que una cosa no disminuye nunca, antes bien siempre crece: la santidad de dos corazones, la santidad de un matrimonio.
Ambos tuvieron no la angustía de la agonía, sino la languidez que se apaga, como se apaga suavemente una estrella cuando el sol se levanta en el oriente.
Y si no tuvieron el consuelo de verme encarnado, como lo tuvo José, Yo, con mi invisible presencia, les decía palabras sublimes, inclinado sobre su almohada para cerrar sus ojos en la paz, en la esperanza del triunfo"., Cfr. "El Hombre-Dios", Jesús de Nazaret a la Sierva de Dios María Valtorta, Volumen Primero, Primera Parte, Tomo I, #XV, Pág., 53-54 ( Extractos), 1944.
¿Sor María de Jesús de Agreda y la muerte de Joaquín?
"Ocho días antes de la muerte del santo Patriarca Joaquín tuvo María Santísima otro nuevo aviso del Señor, declarándole el día y hora en que había de morir, como en efecto sucedió, habiendo pasado sólo seis meses después que nuestra Reina entró a vivir en el templo.
Sucedió esta feliz muerte del patriarca San Joaquín medio año -como dije arriba- después que su hija María Santísima entró en el templo, que eran tres y medio de su tierna edad, cuando quedó sin padre natural en la tierra; y de la edad del patriarca eran sesenta y nueve años, partidos y divididos en esta forma: de cuarenta y seis años recibió a Santa Ana por esposa, a los veinte años del matrimonio tuvieron a María Santísima, y tres y medio que su Alteza tenía, hacen los sesenta y nueve y medio, día más o menos"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Primera Parte, Libro II, Capítulo 16, #671, Pág., 285.
¿Dios les concedió a Joaquín y Ana el gran regalo de la Virgen María?
"Algunos autores quieren suponer que santa Ana conoció a su nieto Jesús, pero es muy inseguro. Además, después del nacimiento de Jesús en Belén, José y María lo llevaron a Egipto. Y no se dice en el evangelio que Joaquín o Ana estuvieran en Belén, lo que hubiera sido un dato importante, de ser cierto. De todos modos, quedémonos con el dato de que Ana era estéril, y después de mucha oración, Dios les concedió a Joaquín y Ana el gran regalo de la Virgen María, como premio a su vida de santidad. Otro dato importante de la tradición es que María, a los tres años, fue llevada por sus padres al templo con las vírgenes del templo de Jerusalén hasta el momento de escoger esposo, como era lo normal en Israel, donde la esterilidad era considerada una afrenta. En el templo María aprendió la Sagrada Escritura y todas las tareas para ser una buena esposa. Además estaba dedicada a la oración y al cuidado del templo con las otras vírgenes. Su estadía en el templo fue para ella un tiempo de aprendizaje para su futura vida como esposa, madre y buena judía".
"Fue sepultada junto a los restos de su esposo Joaquín en Nazaret, donde habían vivido. Después sus restos fueron exhumados y llevados a Jerusalén, a un lugar junto al huerto de los Olivos. El año 70 Jerusalén fue destruida por los romanos. Comenzó entonces un período de persecución para los cristianos que duró tres siglos, durante los cuales los cristianos no podían tener iglesias y oraban en las catacumbas o lugares escondidos. Fue preciso esperar a santa Elena, la madre del emperador Constantino, para que se construyera en el siglo IV en Jerusalén, sobre la casa que habitaron en esta ciudad Joaquín y Ana, una iglesia llamada de Santa María, porque se supone que allí nació la Virgen María. Esta emperatriz construirá otras dos basílicas, una en Nazaret y otra en Belén. San Epifanio (310-403), san Gregorio de Nisa y san Eustaquio nos hablan de santa Ana, al igual que san Juan Crisóstomo. Procopio (+565) afirma que conoció una iglesia dedicada a santa Ana. La Iglesia griego bizantina fue la primera en festejar la fiesta de santa Ana tres veces al año, el 26 de julio; y junto con san Joaquín el 9 de septiembre y el 9 de diciembre"., Cfr. "Santa Ana, Madre de la Santísima Virgen María", P. Ángel Peña, O.A.R., Pág., 8. 2018.
¿Quién será el Esposo de Santa María Virgen?
"Vi a un sacerdote muy anciano que no podía caminar: debía ser el Sumo Pontífice. Fue llevado por otros sacerdotes hasta el -Santo de los Santos- y mientras encendía un sacrificio de incienso leía las oraciones en un rollo de pergamino colocado sobre una especie de atril.
Hallándose arrebatado en éxtasis tuvo una aparición y su dedo fue llevado sobre el pergamino al siguiente pasaje de Isaías: " Un retoño saldrá de la raíz de Jessé y una flor ascenderá de esa raíz".
Cuando el anciano volvió en sí, leyó este pasaje y tuvo conocimiento de algo al respecto. Luego se enviaron mensajeros a todas las regiones del País convocando al Templo a todos los hombres de la raza de David que no estaban casados.
Cuando varios de ellos se encontraron reunidos en el Templo, en traje de fiesta, les fue presentada María. En cuanto a ésta, volvió a su celda y derramó muchas lágrimas, sin poder imaginar siquiera que habría de permanecer siempre virgen.
Después de esto vi al Sumo Sacerdote, obedeciendo a un impulso interior, presentar unas ramas a los asistentes, ordenando que cada uno de ellos marcara una con su nombre y la tuviera en la mano durante la oración y el sacrificio.
"María tenía catorce años y debía salir pronto del Templo para casarse, junto con otras siete jóvenes, vi a Santa Ana visitarla en el Templo. Cuando hubieron hecho esto, las ramas fueron tomadas nuevamente de sus manos y colocadas en un altar delante del -Santo de los santos-, siéndoles anunciado que aquél de entre ellos cuya rama floreciere sería el designado por el Señor para ser el esposo de María de Nazaret.
Luego vi a los sacerdotes del Templo buscando nuevamente en los registros de las familias si quedaba algún descendiente de la familia de David que no hubiese sido llamado... Hallaron la indicación de seis hermanos que habitaban en Belén, uno de los cuales era desconocido y andaba ausente desde hacía tiempo. Buscaron el domicilio de José, descubriéndolo a poca distancia de Samaría, en un lugar cerca a un riachuelo.
Habitaba a la orilla del río y trabajaba bajo las órdenes de un carpintero. Obedeciendo a las órdenes del Sumo Sacerdote, acudió José a Jerusalén y se presentó en el Templo. Mientras oraban y ofrecían sacrificio pusiéronle también en las manos una vara, y en el momento en que él se disponía a dejarla sobre el Altar, delante del -Santo de los Santos-, brotó de la Vara una Flor blanca, semejante a una Azucena; y pude ver una aparición luminosa bajar sobre él: era como si en ese momento José hubiese recibido el Espíritu Santo.
Así se supo que éste era el hombre designado por Dios para ser prometido de María Santísima, y los sacerdotes lo presentaron a María. María, resignada a la voluntad de Dios, lo aceptó humildemente, sabiendo que Dios todo lo podía, puesto que Él había recibido su voto de pertenecer sólo a Él"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap. XXV, Pág., 174 y Sgtes. Tomo II, Libro I ( Extractos ).
¿Quién es José de Nazaret?
"José, cuyo padre se llamaba Jacob, era el tercero entre seis hermanos. Sus padres habitaban un edificio situado poco antes de llegar a Belén, que había sido en otro tiempo la casa paterna de David, cuyo padre, Jesé, era el dueño.
¿A los Ocho años José de Nazaret?
José y sus hermanos habitaban en la parte alta [de la casa] con un viejo judío, su preceptor.
También vi a los padres, los cuales se relacionaban poco con sus hijos. No me parecieron ni buenos ni malos. José tendría ocho años más o menos. De natural muy distinto a sus hermanos, era muy inteligente, y aprendía todo muy fácilmente, a pesar de ser sencillo, apacible, piadoso y sin ambiciones. Sus hermanos lo hacían víctima de toda clase de travesuras.
Aquellos muchachos poseían pequeños jardines divididos en compartimentos: vi en ellos muchas plantas y arbustos. He visto que a menudo iban los hermanos de José a escondidas y le causaban destrozos en sus parcelas, haciéndole sufrir mucho.
Lo he visto con frecuencia bajo la galería del patio, de rodillas, rezando con los brazos extendidos. Sucedía entonces que sus hermanos se deslizaban detrás de él y le golpeaban. Estando de rodillas una vez uno de ellos le golpeó por detrás, y como José parecía no advertirlo, volvió aquél a golpearlo con tal insistencia, que el pobre José cayó hacia delante sobre las losas del suelo. Comprendí por esto que José debía estar arrebatado en éxtasis durante la oración.
Los padres no le mostraban tampoco mayor cariño. Hubieran deseado que empleara su talento en conquistarse una posición en el mundo; pero José no aspiraba a nada de esto. Los padres encontraban a José demasiado simple; les parecía mal que amara tanto la oración y el trabajo manual.
¿A los doce años José de Nazaret?
En otra época en que podría tener doce años lo vi a menudo huir de las molestias de sus hermanos, yendo al otro lado de Belén, y detenerse allí algún tiempo al lado de unas piadosas mujeres pertenecientes a la comunidad de los esenios. Habitaban estas mujeres en cuevas cavadas en la misma roca. Frecuentemente veía al pequeño José buscar refugio cerca de ellas. También lo vi detenerse en las grutas, una de las cuales habría de ser más tarde el lugar de nacimiento del Redentor. Oraba solo allí o se ocupaba en fabricar pequeños objetos de madera.
Un viejo carpintero tenía su taller en la vecindad de los esenios. José iba allí a menudo y aprendía poco a poco ese oficio.
¿El joven José de Nazaret huye de su casa?
Finalmente las molestias de sus hermanos le hicieron imposible la convivencia en la casa paterna. Un amigo le dio ropa con la cual pudo disfrazarse y abandonar la casa paterna, por la noche, para ir a ganarse la vida en otra parte con su oficio de carpintero. Tendría entonces de dieciocho a veinte años.
Primero lo vi trabajando en casa de un carpintero de Libona. Su patrón era un hombre pobre que no hacía sino trabajos rústicos. José era piadoso, sencillo y bueno; todos lo querían. Lo he visto prestar, con perfecta humildad, toda clase de servicios a su patrón.
Mientras tanto sus padres creían que José había sido robado por bandidos. Luego vi que sus hermanos descubrieron dónde se hallaba y le hicieron vivos reproches, pues tenían mucha vergüenza de la baja condición en que se había colocado. José quiso quedarse en esa condición, por humildad; pero dejó aquel sitio y se fue a trabajar a Taanac. Allí vivió en casa de un patrón rico, donde se hacían trabajos más delicados.
¿María tiene que casarse con José de Nazaret?
María vivía en el Templo con otras muchas jóvenes. Cuando llegaban a la mayoría de edad, se las casaba. Sus padres las habían entregado totalmente a Dios, y entre los israelitas más piadosos existía el presentimiento que de uno de esos matrimonios se produciría el advenimiento del Mesías.
Cuando María tenía catorce años y debía salir pronto del Templo para casarse, la vi profundamente conmovida, declarando al sacerdote que no deseaba abandonar el templo, pues se había consagrado sólo a Dios y no tenía inclinación por el matrimonio. A todo esto le fue respondido que debía aceptar algún esposo.
Vi a un sacerdote muy anciano, que no podía caminar: debía ser el Sumo Pontífice. Fue llevado por otros sacerdotes hasta el Santo de los Santos y, mientras encendía un sacrificio de incienso y leía las oraciones, hallándose arrebatado en éxtasis, tuvo una aparición y su dedo fue llevado sobre el pergamino al siguiente pasaje de Isaías: “Un retoño saldrá de la raíz de Jesé y una flor ascenderá de esa raíz”. Se enviaron mensajeros a todas las regiones del país convocando al templo a todos los hombres de la raza de David que no estaban casados. Cuando se encontraron reunidos en el templo, les fue presentada María. En cuanto Ella volvió a su celda derramó muchas lágrimas.
¿Las ramas no florecieron?
Después de esto vi al Sumo Sacerdote, obedeciendo a un impulso interior, presentar unas ramas a los asistentes, siéndoles anunciado que aquél de entre ellos cuya rama floreciere sería el designado por el Señor para ser el esposo de María de Nazaret.
Después de la oración les fueron devueltas las ramas anunciándoles que ninguno de ellos había sido designado por Dios para ser el esposo.
¿José de Nazaret y su Vara Santa?
Luego vi a los sacerdotes del Templo buscando nuevamente en los registros de las familias si quedaba algún descendiente de la familia de David que no hubiese sido llamado. Buscaron a José y lo hallaron. Obedeciendo a las órdenes del Sumo Sacerdote, él acudió a Jerusalén y se presentó en el Templo. Mientras oraban y ofrecían sacrificio pusiéronle también en las manos una vara, y en el momento en que él se disponía a dejarla sobre el altar, delante del Santo de los Santos, brotó de la vara una flor blanca, semejante a una azucena; y pude ver una aparición luminosa bajar sobre él: era como si en ese momento José hubiese recibido al Espíritu Santo. Los sacerdotes lo presentaron a María, en presencia de su madre.
María, resignada a la voluntad de Dios, lo aceptó humildemente, sabiendo que Dios todo lo podía, puesto que Él había recibido su voto de pertenecer sólo a Él"., Cf. Noticias Acerca de San José de Nazareth, Esposo de María Santísima, De las Visiones de la Beata Sor Ana Catalina de Emmerick, Tomo II, Libro I y IV, Cap., XXIV. Con Aprobación Eclesiástica. (Extractos Especiales).
¿Primera manifestación de un ángel a José de Nazaret?
"Después lo vi trabajando en Tiberíades para otro patrón, viviendo solo en una casa al borde del lago. Tendría entonces unos treinta años. Sus padres habían muerto en Belén. La casa paterna ya no era propiedad de la familia.
José era muy piadoso y oraba por la pronta venida del Mesías. Estando un día ocupado en arreglar un oratorio para poder rezar en completa soledad, se le apareció un ángel, dándole orden de suspender el trabajo: que así como en otro tiempo Dios había confiado al patriarca José la administración de los graneros de Egipto, ahora el Granero que encerraba la cosecha de la Salvación habría de ser confiado a su guardia paternal. José, en su humildad, no comprendió estas palabras y continuó rezando con mucho fervor hasta que se le ordenó ir al Templo de Jerusalén. Antes de esto nunca lo he visto casado, y evitaba la compañía de las mujeres.
¿La joven María no desea abandonar el templo y casarse?
María vivía en el Templo con otras muchas jóvenes. Cuando llegaban a la mayoría de edad, se las casaba. Sus padres las habían entregado totalmente a Dios, y entre los israelitas más piadosos existía el presentimiento que de uno de esos matrimonios se produciría el advenimiento del Mesías.
Cuando María tenía catorce años y debía salir pronto del Templo para casarse, la vi profundamente conmovida, declarando al sacerdote que no deseaba abandonar el templo, pues se había consagrado sólo a Dios y no tenía inclinación por el matrimonio. A todo esto le fue respondido que debía aceptar algún esposo.
Vi a un sacerdote muy anciano, que no podía caminar: debía ser el Sumo Pontífice. Fue llevado por otros sacerdotes hasta el Santo de los Santos y, mientras encendía un sacrificio de incienso y leía las oraciones, hallándose arrebatado en éxtasis, tuvo una aparición y su dedo fue llevado sobre el pergamino al siguiente pasaje de Isaías: “Un retoño saldrá de la raíz de Jesé y una flor ascenderá de esa raíz”. Se enviaron mensajeros a todas las regiones del país convocando al templo a todos los hombres de la raza de David que no estaban casados. Cuando se encontraron reunidos en el templo, les fue presentada María. En cuanto Ella volvió a su celda derramó muchas lágrimas.
¿Los sacerdotes lo presentaron a María, en presencia de su madre?
María, resignada a la voluntad de Dios, lo aceptó humildemente, sabiendo que Dios todo lo podía, puesto que Él había recibido su voto de pertenecer sólo a Él"., Cf. Noticias Acerca de San José de Nazareth, Esposo de María Santísima, De las Visiones de la Beata Sor Ana Catalina de Emmerick, Tomo II, Libro I y IV, Cap., XXIV. Con Aprobación Eclesiástica. (Extractos Especiales).
¿La Boda de María Santísima y José de Nazaret?
"Duró de seis a siete días, fue celebrada en Jerusalén en una casa situada cerca de la montaña de Sión que se alquilaba a menudo para ocasiones semejantes. Además de las maestras y compañeras de María de la Escuela del Templo, asistieron muchos parientes de Joaquín y de Ana, entre otros un matrimonio de Gofna con dos hijas.
La boda fue solemne y suntuosa. He podido ver muy bien a María con su vestido nupcial. Llevaba una túnica muy amplia abierta por delante con anchas mangas. Era de fondo azul, con grandes rosas coloradas, blancas y amarillas, mezcladas de hojas verdes, a modo de las ricas casullas de los tiempos antiguos. El borde inferior estaba adornado con flecos y borlas.
Encima del traje llevaba un peplo celeste parecido a un gran paño. El manto de María caíale sobre los hombros volviendo hacia adelante por ambos lados y terminando en cola.
Llevaba en la mano izquierda una pequeña corona de rosas blancas y rojas de seda; en la derecha tenía, a modo de cetro, un hermoso candelero de oro, sin pie, con una pequeña bandeja sobrepuesta, en el que ardía algo que producía una llama blanquecina"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap. XXV, Pág., 176 - 177 ( Extractos ), Tomo II, Libro I y IV ( 1821 ).
¿El anillo nupcial de María?
"Las jóvenes del Templo arreglaron el cabello de María, terminando el tocado en muy breve tiempo. Ana había traído el vestido de boda, y María, en su humildad, no quería ponérselo después de los esponsales.
La cabellera de María era abundante, de color rubio de oro, cejas negras y altas, grandes ojos de párpados habitualmente entornados con largas pestañas negras, nariz de bella forma un poco alargada, boca noble y graciosa, y fino mentón.
Su estatura era mediana. Vestida con su hermoso traje, era su andar lleno de gracia, de decencia y de gravedad. He visto que el anillo nupcial de María no es de oro ni de plata ni de otro metal.
Tiene un color sombrío con reflejos cambiantes. No es tampoco un pequeño círculo delgado, sino bastante grueso como un dedo de ancho. Lo vi todo liso, aunque llevaba incrustados pequeños triángulos regulares en los cuales había letras.
Vi que estaba bien guardado bajo muchas cerraduras en una hermosa Iglesia. Hay personas piadosas que antes de celebrar sus bodas tocan esta reliquia preciosa con sus alianzas matrimoniales.
He visto una fiesta en una ciudad de Italia (Perusa) donde se conserva este anillo. Estaba expuesto en una especie de viril, encima del Tabernáculo. Había allí un gran altar embellecido con adornos de plata. Mucha gente llevaba sus anillos para hacerlos tocar en la custodia.
"Me pareció que José colocaba el anillo en el dedo de María. En aquel momento vi el anillo todo luminoso, como en movimiento. Terminadas las bodas, se volvió Ana a Nazaret, y María partió también en compañía de varias vírgenes que habían dejado el Templo al mismo tiempo que ella.
No sé hasta dónde acompañaron a María: solo recuerdo que el primer sitio donde se detuvieron para pasar la noche fue la Escuela de Levitas de Bet-Horón.
María hacía el viaje a pie. Después de la boda, José había ido a Belén para ordenar algunos asuntos de familia. Más tarde se trasladó a Nazaret"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap. XXVI, Pág., 178 ( Extractos ), Tomo II, Libros I y IV. Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Casa de María y José en Nazaret?
"La Casita de Nazaret, pertenecía a Santa Ana. No estaba lejos de la puerta de la Ciudad. Tenía delante un patiecito. Estaba sobre una colinita, no edificada ni cavada, sino que estaba separada de la colina por la parte de atrás, y a la cual conducía un sendero angosto abierto en la misma roca.
En la parte posterior tenía una abertura por arriba, en forma de ventana, que miraba a lo alto de la colina. La parte posterior era triangular y era más elevada que la anterior. En la parte posterior estaba el dormitorio de María: allí tuvo lugar la Anunciación del Ángel.
Esta pieza tenía forma semicircular. El lecho de María estaba en el lado derecho. En las paredes del hogar había varios huecos abiertos con el menaje y otros objetos. Cuando la Virgen Santísima, después de la muerte de San José, dejo la casita de Nazaret y fué a vivir en las cercanías de Cafarnaúm, se empezó a adornar la casa, conservándola como un lugar sagrado de oración.
María peregrinaba a menudo desde Cafarnaúm hasta allá, para visitar el lugar de la Encarnación y entregarse a la oración. Pedro y Juan, cuando iban a Palestina, solían visitar la casita para consagrar en ella, pues se había instalado un altar en el lugar donde había estado el hogar. El armarito que María había usado lo pusieron sobre la mesa del altar como a manera de tabernáculo.
"He tenido a menudo la visión del traslado de la Santa Casa a Loreto. La he visto llevada por siete ángeles, que flotaban sobre el mar con ella. No tenía piso, pero había en lugar del piso un fundamento de luz y de claridad. De ambos lados tenía como agarraderas.
Tres ángeles la sostenían de un lado; otros tres del otro, llevándola por los aires. Uno de los ángeles volaba delante arrojando una gran estela de luz y de resplandor.
Recuerdo haber visto que se llevaba a Europa la parte posterior de la casa, con el hogar y la Chimenea, con el altar del Apóstol y con la pequeña ventana. Veo en Loreto también la Cruz que María usó en Éfeso: está hecha de varias clases de madera.
Más tarde la poseyeron los Apóstoles. Muchos prodigios se obran por medio de esta Cruz. Las paredes de la santa casa de Loreto son absolutamente las mismas de Nazaret.
Los tirantes que estaban debajo de la Chimenea son los mismos. La imagen milagrosa de María está ahora sobre el Altar de los Apóstoles"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulos XXVII y XXVIII, Págs., 179 - 181 ( Extractos ), Tomo II, Libro I y IV. Con Aprobación Eclesiástica.
¿He aquí la Sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra?
Lucas 1, 26 - 55.
"He visto a la Virgen poco después de su desposorio, en la Casa de San José, en Nazaret. José había salido con dos asnos para traer algo que había heredado o para buscar las herramientas de su oficio. Me pareció que se hallaba aún en camino.
Además de la Virgen y de dos jovencitas de su edad que habían sido, según creo, sus compañeras en el Templo, vi en la casa a Santa Ana con aquella parienta viuda que se hallaba a su servicio y que más tarde la acompañó a Belén, después del nacimiento de Jesús.
Santa Ana había renovado todo en la casa. Al atardecer las he visto entrar y rezar de pie en torno de una pequeña mesa redonda; después comieron verduras y se separaron. Santa Ana anduvo aún en la casa de un lado a otro, como una madre de familia ocupada en quehaceres domésticos.
María y las dos jóvenes se retiraron a sus dormitorios, separados. Cuando hubo entrado la Santísima Virgen se puso, detrás de la mampara de su lecho, un largo vestido de lana blanca con ancho ceñidor y se cubrió la cabeza con un velo blanco amarillento.
Una empleada entró con una luz, encendió una lámpara de varios brazos que colgaba del techo, y se retiró. La Virgen tomó una mesita baja arrimada contra el muro y la puso en el centro de la habitación. La mesa estaba cubierta con una carpeta roja y azul, en medio de la cual había una figura bordada: no sé si era una letra o un adorno simplemente.
"Sobre la mesa había un rollo de pergamino escrito. Habiéndola colocado la Virgen entre su lecho y la puerta, en un lugar donde el suelo estaba cubierto con una alfombra, puso delante de sí un pequeño cojín redondo, sobre el cual se arrodilló, afirmándose con las dos manos delante del pecho, sin cruzar los dedos.
Durante largo tiempo la vi así orando ardientemente, con la faz vuelta al Cielo, invocando la Redención, la Venida del Rey prometido a Israel, y pidiendo con fervor le fuera permitido tomar parte en aquella misión. Permaneció mucho tiempo arrodillada, transportada en éxtasis; luego inclinó la cabeza sobre el pecho.
Entonces del techo de la habitación bajó, a su lado derecho, en línea algún tanto oblicua, un golpe tan grande de luz, que me vi obligada a volver los ojos hacia la puerta del patio. Vi, en medio de aquella masa de luz, a un joven resplandeciente, de cabellos rubios flotantes, que había descendido ante María, a través de los aires.
Cuando habló vi que salían las palabras de su boca como si fuesen letras de fuego: las leí y las comprendí. María inclinó un tanto su cabeza velada a la derecha. Sin embargo, en su modestia, no miró al ángel. El Arcángel siguió hablando.
María volvió entonces el rostro hacia él, como si obedeciera una orden, levantó un poco el velo y respondió. El ángel dijo todavía algunas palabras. María alzó el velo totalmente, miró al ángel y pronunció las sagradas palabras: "¡He aquí la Sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra!".,Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXIX, Pág., 181 - 182 ( Extractos ), Tomo II, Libro I y IV. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Hágase?
"María se hallaba en un profundo arrobamiento. La habitación resplandecía y ya no veía yo la lámpara del techo ni el mismo techo mismo. El Cielo aparecía abierto.
En el punto extremo de aquel río de luz reconocí allí Aquello que sólo se puede adorar sin comprenderlo jamás: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y sin embargo, un solo Dios Todopoderoso.
Cuando la Santísima Virgen hubo dicho: "Hágase...", Vi partir tres efluvios luminosos hacia el costado derecho de la Virgen, donde volvieron a reunirse. Cuando esta luz penetró en su costado derecho, la Santísima Virgen volviese luminosa ella misma.
Se hallaba tan penetrada de luz que no había en ella nada de opaco o de oscuro. Resplandecía como enteramente iluminada. Después de esto vi que el ángel desaparecía y que la faja luminosa de donde había salido, se desvanecía"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXIX, Pág., 183 ( Extractos ), Tomo II, Libro I y IV ( Extractos ). Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Encarnación del Redentor?
"Cuando el ángel desapareció de la presencia de la Virgen, ésta pisó la cabeza del monstruo que estaba delante de la puerta, el cual lanzó un grito tan espantoso que me hizo estremecer. Después he visto aparecer tres espíritus, que golpearon al odioso reptil echándolo fuera de la casa.
Desaparecido el ángel he visto a María arrobada en éxtasis profundo, en absoluto recogimiento. Pude ver que ya conocía y adoraba la Encarnación del Redentor en sí misma, donde se hallaba como un pequeño cuerpo humano luminoso, completamente formado y provisto de todos sus miembros.
Era más o menos la medianoche cuando contemplé todo este espectáculo. Al cabo de algún tiempo Ana entró en la habitación de María con las demás mujeres. Un movimiento admirable en la naturaleza las había despertado: una luz maravillosa había aparecido por encima de la casa.
Cuando la vieron de rodillas, bajo la lámpara, arrebatada en el éxtasis de su plegaria, se alejaron respetuosamente. Después de algún tiempo vi a la Virgen levantarse y acercarse al altarcito de la pared; encendió la lámpara y oró de pie. Sólo al amanecer la vi descansando.
Ana recibió un conocimiento interior de lo que estaba realizándose. La Santísima Virgen era flor perfectamente pura de la raza humana abierta en la plenitud de los tiempos. La Virgen María contaba poco más de catorce años cuando tuvo lugar la Encarnación de Jesucristo"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XXIX, Págs., 184 - 185 ( Extractos ). Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Visitación de la Virgen María a Isabel?
"Algunos días después de la Anunciación del Ángel a María, José volvióse a Nazaret e hizo ciertos arreglos en la casa para poder ejercer su oficio y quedarse, pues hasta entonces sólo había permanecido dos días allí. Nada sabía del misterio de la Encarnación del Verbo en María.
Ella era la Madre de Dios y era la Sierva del Señor, y guardaba humildemente el Secreto. Cuando la Virgen sintió que el Verbo se había hecho carne en Ella, tuvo un gran deseo de ir a Juta, cerca de Hebrón, para visitar a su prima Isabel, que según las palabras del ángel hallábase encinta desde hacía seis meses. José, en compañía de la Virgen Santísima, se puso en camino para Juta.
Llevaban un asno sobre el cual montaba María de vez en cuando. Isabel dijo que estaba muy agitada, pues la perseguía el pensamiento de que su prima María de Nazaret estaba en camino para visitarla.
Zacarías trató de hacerle comprender que desechase tal idea, y, por signos y escribiendo en una tablilla. Isabel no podía desechar esa idea fija, habiendo sabido en sueños que una mujer de su misma sangre se había convertido en Madre del Verbo Eterno, del Mesías prometido.
Preparó en su casa, a la derecha de la entrada, una pequeña habitación con asientos y aguardó allí al día siguiente, a la expectativa, mirando hacia el camino por si llegaba María. Pronto se levantó y salió a su encuentro por el camino ( "María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa"., Cf. San Lucas 1:56 ).
"Isabel era una mujer alta, de cierta edad: tenía el rostro pequeño y rasgos bellos. Sólo conocía a María por las voces y la fama. María, viéndola a cierta distancia, conoció que era ella Isabel y se apresuró a ir a su encuentro, adelantándose a José que se quedó discretamente a la distancia.
Pronto estuvo María entre las primeras casas de la vecindad, cuyos habitantes, impresionados por su extraordinaria belleza y conmovidos por cierta dignidad sobrenatural que irradiaba toda su persona, se retiraron respetuosamente en el momento de su encuentro con Isabel.
En aquel momento vi un punto luminoso en la Virgen Santísima y como un rayo de luz que partía de allí hacia Isabel, la cual recibió una impresión maravillosa. Se retiró Isabel un poco hacia atrás, levantando la mano y, llena de humildad, de júbilo y entusiasmo exclamó: "Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre...¡Oh, dichosa tú, que has creído!".
Después de estas palabras condujo a María a la pequeña habitación preparada, para que pudiera sentarse y reposar de las fatigas del viaje. Sólo había que dar unos pasos para llegar hasta allí. María dejó el brazo de Isabel, cruzó las manos sobre el pecho y empezó el cántico del Magníficat ( Cf. San Lucas 1, 39 - 55 ).
Isabel repetía en voz baja el Magníficat con el mismo pulso de inspiración de María. José y Zacarías están juntos conversando acerca del Mesías, de su próxima venida y de la realización de las profecías.
José quería volverse de inmediato a Nazaret; pero tendrá que quedarse ocho días allí. Vi a María y a Isabel ocupadas en la casa. Zacarías fué con José a pasear al campo"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Caps., XXX y XXXI, Págs., 185 - 192, Tomo II, Libro I y IV.
¿María regresa a Nazaret con José ya dudoso?
San Mateo 1, 18 - 25.
"María se quedó tres meses en casa de Santa Isabel, hasta el nacimiento de Juan ( Bautista ). Cuando María partió para Nazaret, José acudió a su encuentro a la mitad del camino.
Cuando José volvió a Nazaret con la Santísima Virgen, notó que se hallaba encinta y le asaltaron toda clase de dudas y de inquietudes, pues ignoraba la aparición del ángel y su revelación a María. José, turbado e inquieto, no demostraba nada exteriormente; pero luchaba en silencio contra sus dudas.
La Virgen, que había previsto esto, permanecía grave y pensativa, lo cual aumentaba las angustias de José.
La inquietud de José aumentó de tal manera, que cuando María volvió a su lado, José se había formado el propósito de dejarla, huyendo secretamente de la casa y de su lado.
Mientras iba pensando estas cosas se le apareció un ángel, que le dijo palabras que tranquilizaron su ánimo"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap., XXXIV, Pág., 198, Tomo II, Libros I y IV.
¿Las dudas de José?
San Mateo 1, 19 - 21.
"La Divina Madre rogaba mucho por su José, y de hecho el Santo sintió algún alivio a su gran dolor y pensaba en su interior esperar para ver qué cosa habría pasado con el avanzar del tiempo, y Ella misma se manifestaba con él más que nunca amble y caritativa, compadeciendo mucho a su José por la angustia en la cual se encontraba.
Cada mañana el Santo esposo se quedaba con mucho anhelo de observarla a la salida de su habitación, para ver si se notaba más en Ella esas señales de gravidez, y al ver que se manifestaban siempre más claras, se angustiaba mucho. La Divina Madre entendía todo aquello que su apenado esposo iba diciendo en su interior, y Ella también sentía mucha pena.
Y de hecho se iba el Santo donde su esposa, pero con los ojos fijos en el suelo para no verla sino para oírla solamente.
Decidido ya en dejar a su esposa, se retiró de noche a su pequeña habitación y allí de rodillas oró a Dios, le pidió su ayuda en esa circunstancia tan grande. Así todo en lágrimas se levantó José de la oración, y tomó lo que era necesario para su viaje.
Arregló su pequeño bulto y se puso a descansar para esperar que se hiciera de día. Una vez que el afligido José se quedó dormido se le apareció el ángel y le habló en el sueño, como era de costumbre. El Ángel no dijo nada más, porque José movido por el gozo se despertó, y fue tanta su alegría, que Dios hizo un milagro de su Poder.
"Consolado sobremanera nuestro José, por haber oído la Voz de su Amado, se levantó y rindió afectuosas gracias a su Dios. El afortunado José se fue rápidamente a la puerta de la habitación donde estaba la Madre Divina, y aquí se puso de rodillas para esperar que Ella saliera para prestar también a Ella los debidos respetos, como Madre del Verbo Divino Encarnado.
Aquí, nuestro José arrebatado en éxtasis, y allí vio a su divina esposa que estaba orando y vio y adoró al Verbo Divino en su seno purísimo, como dentro de una custodia. Aquí el alma de José se inundó de un mar de alegría, y le fueron revelados por el Verbo Encarnado los altísimos misterios de la Encarnación.
Al volver luego del éxtasis, Ella salió afuera toda luminosa, bella sobremanera. Adoró al Verbo Divino Encarnado en el Seno virginal de su Santa Esposa.
El humilde José se levantó del suelo y comenzó a conversar con su Santa esposa. Luego se quedaron por algún tiempo conversando sobre el beneficio muy especial que Dios había hecho al mundo al enviar al Mesías prometido"., Cfr. "Vida del glorioso Patriarca San José Esposo purísimo de la gran Madre de Dios y Padre Adoptivo de Jesús", manifestado por Jesucristo a su hija la vidente Hermana Cecilia Baij en revelación, Tomo III, Capítulos II y III, Págs., 17 - 34 ( Extractos ), Año de 1736. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Partida de María y de José hacia Belén?
"Veo que mientras vivió Ana casi no tenían hogar independiente del todo, pues recibían siempre de ella todo lo que necesitaban para su manutención. Veo desde hace quince días a María ocupada en preparativos para el nacimiento de Jesús: cose colchas, tiras y pañales.
Su padre Joaquín ya no vive. En la casa hay una niña de unos siete años de edad que está a menudo junto a la Virgen y recibe lecciones de María. Creo que es la hija de María de Cleofás y que también se llama María (¿María Rosa?). José no está en Nazaret, pero debe llegar muy pronto.
José atravesando la llanura de Kimki, a seis leguas de Nazaret, se le apareció un ángel, indicándole que partiera con María para Belén, pues era allí donde debía nacer el Niño. Le dijo que debía llevar pocas cosas y ninguna colcha bordada. Además del asno sobre el cual debía ir Montada María, era necesario que llevase consigo una pollina de un año, que aún no hubiese tenido cría.
Debía dejarla correr en libertad, siguiendo siempre el camino que el animal tomara. Ana se fué a Nazaret con la Virgen María, pues sabían que José debía llegar. Llego José a Nazaret. Les hizo conocer lo que el ángel le había ordenado. Ana estaba muy triste. La Virgen sabía de antemano que el Niño debía nacer en Belén. Estaba enterada de todo por las profecías. Aceptó con júbilo la voluntad de Dios.
"Vi a la Sagrada Familia caminando por un sendero que subía a la cima de Gelboé. No pasaban por los poblados, y seguían a la pollina, que tomaba caminos de atajo. Se detuvieron y José preparó con las colchas un asiento para la Virgen, a la cual ayudó a desmontar del asno.
Comieron algunos panecillos y frutas, y bebieron agua de la fuente vecina, mezclándola con gotas del bálsamo que José llevaba en su cántaro. José consoló y alegró a María. Hoy vi a la Sagrada Familia, a dos leguas al Sur del Terebinto. José preparó su lámpara y se puso a orar en compañía de la Virgen Santísima, guardando la observancia del Sábado con piedad conmovedora.
Comieron alguna cosa y descansaron sobre esteras extendidas en el suelo. Los he visto hacer unas seis leguas de camino. Al atardecer se encontraban en una llanura a una legua al Sureste de Siquem. Entraron en una casa de pastores bastante grande donde fueron recibidos bien.
Ahora José bendice a algunos niños que encontró en la casa. Les he visto seguir un sendero más uniforme. La Virgen desmontaba a ratos, siguiendo a pie algunos trechos.
Era de noche cuando llegaron a una casa aislada. José llamó y pidió hospitalidad; pero el dueño de casa no quiso abrir. Llegaron a la ruta que lleva de Gábara hasta Jerusalén, que en este lugar era el límite entre Samaría y Judea"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulos XXXVI a XXXVIII, Págs. 203 - 207, (Extractos ), Tomo II, Libro I y IV.
¿Las últimas Etapas del Camino hacia Belén?
San Lucas 2, 1 - 3.
"En las últimas etapas José se detuvo varias veces, pues María estaba cada vez más fatigada. Hicieron un rodeo de un día y medio al Este de Jerusalén. Siguieron a la boriquilla a lo largo de los Valles y se acercaron algo al Jordán. Vi a la Sagrada familia abandonar la finca donde se habían alojado.
A media legua dieron vuelta a la derecha, en dirección de Jerusalén, y arribaron a una posada grande.
José y María tomaron alimento, rezaron juntos y se entregaron al descanso. A mediodía María y José se pusieron en camino hacia Belén de donde se hallaban sólo a unas tres leguas.
En Belén, José dijo que tenía varios amigos allá y que estaba seguro de ser bien recibido. A mí me apenaba oírle hablar con tanta convicción de la buena acogida que le harían. Aún habló de esto mismo con María en el camino. Desde el último alojamiento, Belén distaba una tres leguas.
Soldados romanos le preguntan quién es y consultan grandes rollos escritos; los despliegan y leen su genealogía, como también la de María. José parecía no saber que también María, por Joaquín, descendía en línea directa de David. Le preguntan cuáles son sus medios de vida; él responde que no posee bienes raíces, que vivía de su oficio y que además recibía ayuda de su suegra.
"Cuando estuvo arreglado lo de José, hicieron venir a María ante los escribas, pero no pidieron papeles. Dijeron a José que no era necesario haber traído a su mujer consigo. Añadieron algunas bromas a causa de la juventud de María, dejando al pobre José lleno de confusión. Entraron en Belén. Las casas aparecen muy separadas unas de otras.
José iba de casa en casa; pero no encontró ninguna donde quisieran recibirlos. Volvió lleno de tristeza al lado de María. Las tentativas fueron infructuosas. Los amigos de quienes había hablado a María apenas si lo reconocían. José lloró y María lo consoló con dulces palabras.
Fue una vez más, de casa en casa, representando el estado de su mujer, para hacer más eficaz la petición; pero era rechazado precisamente también a causa de eso mismo. Al fin volvió José, tan conturbado, que apenas se atrevía a acercarse a María.
Le dijo que conocía un lugar, fuera de la Ciudad, donde los pastores solían reunirse cuando iban a Belén con sus rebaños: que allí podrían encontrar siquiera un abrigo. José conocía aquel lugar desde su Juventud. Cuando sus hermanos lo molestaban, se retiraba con frecuencia allí para rezar fuera del alcance de sus perseguidores.
Salieron, pues, de Belén por el Este siguiendo un sendero desierto que torcía a la izquierda. En la extremidad Sur de la Colina, alrededor de la cual torcía el camino que lleva al valle de los pastores, estaba la gruta en la cual José buscó refugio para María. Había allí otras grutas abiertas en la misma roca"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, (Extractos), Caps., XXXIX - XLII, Págs., 207 - 213, Tomo II, Libros I y IV. Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Gruta de Belén?
"La entrada estaba al Oeste y un estrecho pasadizo conducía a una habitación redondeada por un lado, triangular por otro, en la parte Este de la Colina. La gruta era natural. José volvió a abrirla para mayor comodidad.
Saliendo por allí hacia la izquierda, había otra abertura más amplia, que llevaba a una cueva estrecha e incómoda a mayor profundidad, que terminaba debajo de la gruta del pesebre. La entrada común a la gruta del pesebre miraba hacia el Oeste. Desde el lugar se podían ver los techos de algunas casitas de Belén.
Las paredes de la gruta, aunque no completamente lisas, eran bastantes uniformes y limpias, hasta agradables a la vista. Al Norte del corredor había una entrada a otra gruta lateral más pequeña. Pasando delante de esta entrada, se hallaba el sitio donde José solía encender fuego; luego la pared daba vuelta al Noreste en la otra gruta, más amplia, situada a mayor altura.
Allí he visto más tarde el asno de José. En la parte Este de esta gruta, frente a la entrada, fue donde se encontraba la Virgen Santísima cuando nació de ella la Luz del mundo.
En la parte que se extiende al mediodía estaba colocado el pesebre donde fue adorado el Niño Jesús. Delante del pesebre, hacia el Este de esta parte de la gruta, estaba sentada la Virgen con el Niño Jesús cuando vinieron los tres Reyes a ofrecerle sus dones.
"Afuera, en la parte Meridional de la gruta, pasaba el camino que conducía al Valle de los pastores. Diseminados por las colinas, veíanse casitas, y en el llano cobertizos con techos de cañas, sostenidos por estacas.
Delante de la gruta la Colina bajaba a un Valle sin salida, cerrado por el Norte, ancho de más o menos cuarto de legua. Había allí Zarzales, árboles y jardines. He sabido muchas cosas de la gruta del pesebre, sucedidas en los antiguos tiempos.
Set, el niño de la promesa, fue concebido y dado a luz en esta gruta por Eva, después de un período de penitencia de siete años. Abrahán había alzado sus carpas en los alrededores de la gruta. Más tarde he visto que Santa Elena hizo construir allí una Iglesia, donde se celebró la Santa Misa"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XLII, Pág., 213 y Sgtes, Tomo II, Libro I y IV (Extractos), Con Aprobación Eclesiástica.
¿Los Santos Esposos se refugian en la Gruta de Belén?
"Era bastante tarde cuando José y María llegaron hasta la boca de la gruta. La boriquilla, que desde la entrada de la Sagrada Familia en la casa paterna de José había desaparecido corriendo en torno de la ciudad, corrió entonces a su encuentro y se puso a brincar alegremente cerca de ellos.
Viendo esto la Virgen, dijo a José: "Ves seguramente es la Voluntad de Dios que entremos aquí". José condujo el Asno bajo el alero, delante de la gruta [(Ojo. No dentro de la Gruta y peor, cerca al niño Jesús)]; preparó un asiento para María, la cual se sentó mientras él hacía un poco de luz y penetraba en la gruta.
La entrada estaba un tanto obstruida por atados de paja y esteras apoyadas contra las paredes. También dentro de la gruta había diversos objetos que dificultaban el paso. José lo despejó, preparando un sitio cómodo para María, por el lado del Oriente.
Colgó de la pared una lámpara encendida e hizo entrar a María, la cual se acostó sobre el lecho que José le había preparado con colchas y envoltorios. José le pidió humildemente perdón por no haber podido encontrar algo mejor que este refugio tan impropio; pero María, en su interior, se sentía feliz, llena de santa alegría.
Cuando estuvo instalada María, José salió con una bota de cuero y fue detrás de la Colina, a la pradera, donde corría una fuente, y llenándola de agua volvió a la gruta.
"Más tarde fue a la ciudad, donde consiguió pequeños recipientes y un poco de carbón. José volvió trayendo carbones encendidos en una caja enrejada; los puso a la entrada de la gruta y encendió fuego con un manojito de astillas; preparó la comida, que consistió en panecillos y frutas cocidas. Después de haber comido y rezado, José preparó un lecho para María Santísima.
Luego metió al asno y lo ató en un sitio donde no podía incomodar; tapó las aberturas de la bóveda por donde entraba aire, y dispuso en la entrada un lugarcito para su propio descanso. Sábado Noviembre 24. Cuando empezó el Sábado, José se acercó a María, bajo la lámpara, y recitó con ella las oraciones correspondientes; después salió a la ciudad.
María se envolvió en sus ropas para el descanso. María pasó la fiesta del Sábado rezando en la gruta, meditando con gran concentración. José fue a la Sinagoga de Belén. Por la tarde, María le dijo que el nacimiento tendría lugar a medianoche, cuando se cumplían los nueve meses transcurridos desde la salutación del ángel del Señor.
María le había pedido que lo tuviera dispuesto todo, de modo que pudiesen honrar en la mejor forma posible la entrada al mundo del Niño prometido por Dios y concebido en forma sobrenatural. Pidió también a José que rezara con ella por las gentes que, a causa de la dureza de sus corazones, no habían querido darles hospitalidad.
María le dijo que no tenía necesidad del socorro de nadie. José volvió a Belén, donde compró los objetos más necesarios: una escudilla, una mesita baja, frutas secas y pasas de uva, volviendo con todo esto a la gruta [(¿Los primeros regalos de Navidad? )]"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap., XLIII, Págs. 217 - 219 ( Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Virgen María da a luz al Hombre - Dios?
"Cuando la Virgen le indicó que se acercaba la hora, instándole a ponerse en oración, José colgó del techo varias lámparas encendidas y salió de la gruta, porque había escuchado un ruido a la entrada. Encontró a la pollina que hasta entonces había estado vagando en libertad por el Valle de los pastores y volvía ahora, saltando y brincado, llena de alegría, alrededor de José.
Este la ató bajo el alero, delante de la gruta y le dio su forraje. Cuando volvió a la gruta vió, antes de entrar en ella, a la Virgen rezando de rodillas sobre su lecho, vuelta de espaladas y mirando al Oriente. Le pareció que toda la gruta estaba en llamas y que María estaba rodeada de luz sobrenatural. José miró todo esto como Moisés la Zarza ardiente.
Luego, lleno de santo temor, entró en su celda y se prosternó hasta el suelo en oración. He visto que la luz que envolvía a la Virgen se hacía cada vez más deslumbrante, de modo que la luz de las lámparas encendidas por José no eran ya visibles.
María con su amplio vestido desceñido, estaba arrodillada en su lecho, con la cara vuelta hacia Oriente. Llegada la medianoche la vi arrebatada en éxtasis, suspendida en el aire, a cierta altura de la tierra [(en Levitación)]. Tenía las manos cruzadas sobre el pecho. El resplandor en torno de ella crecía por momentos. Luego ya no vi más la bóveda.
"Una estela luminosa, que aumentaba sin cesar en claridad, iba desde María hasta lo más alto de los Cielos. Allá arriba había un movimiento maravilloso de glorias celestiales, que se acercaban a la Tierra, y aparecieron con toda claridad seis coros de ángeles celestiales.
La Virgen Santísima, levantada de la Tierra en medio del éxtasis, oraba y bajaba las miradas sobre su Dios, de quien se había convertido en Madre. El Verbo eterno, débil Niño, estaba acostado en el suelo delante de María.
Vi a nuestro Señor bajo la forma de un pequeño Niño todo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el resplandor circundante, acostado sobre una alfombrita ante las rodillas de María. Me parecía muy pequeñito y que iba creciendo ante mis miradas; pero todo esto era la irradiación de una luz tan potente y deslumbradora que no puedo explicar cómo pude mirarla.
La Virgen permaneció algún tiempo en éxtasis; luego cubrió al Niño con un paño, sin tocarlo y sin tomarlo aún en sus brazos. Poco tiempo después vi al Niño que se movía, y lo oí llorar. En ese momento fue cuando María pareció volver en sí misma, y, tomando al Niño, lo envolvió en el paño con que lo había cubierto, y lo tuvo en sus brazos, estrechándolo contra su pecho.
Se sentó, ocultándose toda ella con el Niño bajo su amplio velo, y creo que le dió el pecho. Vi entonces en torno a los ángeles, en forma humana, hincándose delante del Niño, recién nacido, para adorarlo.
Cuando habría transcurrido una hora desde el nacimiento del Niño Jesús, María llamó a José, que estaba aún orando con el rostro pegado a la tierra"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XLIII y XLIV, Pág., 219 y Sgtes. Tomo II, Libro I y IV. (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Qué nos dice Sor María de Jesús de Agreda del Nacimiento de Jesús?
"Estuvo María Santísima en este rapto y visión beatífica más de una hora inmediata a su divino parto; y al mismo tiempo que salía de ella y volvía en sus sentidos, reconoció y vio que el cuerpo del niño Dios se movía en su virginal vientre, soltándose y despidiéndose de aquel natural lugar donde había estado nueve meses, y se encaminaba a salir de aquel sagrado tálamo.
Quedó en el cuerpo tan espiritualizada, tan hermosa y refulgente, que no parecía criatura humana y terrena: el rostro despedía rayos de luz como un sol entre color encarnado bellísimo, el semblante gravísimo con admirable majestad y el efecto infamado y fervoroso.
Y con esta disposición, en el término de aquel divino rapto, dio al mundo la eminentísima Señora al Unigénito del Padre y suyo y nuestro Salvador Jesús, Dios y hombre verdadero, a la hora de media noche, día domingo. El Sagrado evangelista San Lucas dice que la Madre Virgen, habiendo parido a su Hijo primogénito, le envolvió en paños y le reclinó en un pesebre.
Y no declara quién le llevó a sus manos desde su virginal vientre, porque esto no pertenecía a su intento. Pero fueron ministros de esta acción los dos príncipes soberanos San Miguel y San Gabriel, que como asistían en forma humana corpórea al misterio, al punto que el Verbo humanado, penetrándose con su virtud por el tálamo virginal, salió a luz, en debida distancia le recibieron en sus manos con incomparable reverencia, y al modo que el sacerdote propone: "Al pueblo la Sagrada Hostia para que la adore, así estos dos celestiales ministros presentaron a los ojos de la Divina Madre a su Hijo glorioso y refulgente. Todo esto sucedió en breve espacio.
Y al punto que los Santos Ángeles presentaron al niño Dios a su Madre, recíprocamente se miraron Hijo y Madre santísimos, hiriendo ella el corazón del dulce niño y quedando juntamente llevada y transformada en Él"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Segunda Parte, Libro IV, Capítulo X, #s. 475 y 480, Págs., 555 y 558 ( Extractos ), 1670. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Un beso Inmaculado?
"La luz emana cada vez con más fuerza del cuerpo de María; La luz crece cada vez más. Es irresistible a los ojos. En medio de ella desaparece, como absorbida por un Velo de incandescencia, la Virgen...y de ella emerge la Madre. Sí. Cuando soy capaz de ver nuevamente la luz, veo a María con su Hijo recién nacido entre los brazos.
Un pequeñín, de color rosado y gordito, que gesticula y mueve sus manitas gorditas como capullo de rosa, y sus piecitos que podrían estar en la corola de una rosa; que llora con una vocecita trémula, como la de un corderito que acaba de nacer, abriendo su boquita que parece una fresa selvática y que enseña una lenguita que se mueve contra el paladar rosado; que mueve su cabecita tan rubia que parece como si no tuviese ni un cabello, una cabecita redonda que la Mamá sostiene en la palma de su mano, mientras mira a su Hijito, y lo adora ya sonriendo, ya llorando; se inclina a besarlo no sobre su cabecita, sino sobre su pecho, donde palpita su corazoncito, que palpita por nosotros... Allí donde un día recibirá la lanzada. Se la cura de antemano su Mamita con un beso inmaculado"., Cfr. "El Hombre-Dios", Sierva de Dios María Valtorta, Volumen Primero, I Parte, # 47, Págs., 155 y 156, ( Extractos ), Tomo I, ( 1944 ). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Dios está todo presente?
"La mano piadosa de un pastor nos indica una pobre Gruta, que se abre al mayor y divino prodigio. Está a punto de nacer a su vida humana el Hijo Unigénito del Padre... Es la Noche Santa... Mi esposo José trata de hacer mas hospitalaria la gélida Gruta y se afana para transformar en cuna un pobre pesebre.
Yo estoy absorta en una intensa oración y entro en éxtasis con el Padre Celeste, que me envuelve con su luz y con su amor me llena de su plenitud de vida y bienaventuranza, mientras el Paraíso, con todas sus milicias Angélicas, se postra en acto de adoración profunda. Cuando salgo de este éxtasis, me encuentro entre los brazos a mi Divino Niño, milagrosamente nacido de Mi, su Madre Virgen.
Lo estrecho a mi Corazón, lo recubro de tiernos besos, lo caliento con mi amor de madre, lo envuelvo en blancos pañales, lo deposito en el pesebre ya preparado. Mi Dios está todo presente en este Mi Niño.
La Misericordia del Padre se transparenta en el recién nacido, que emite sus primeros gemidos de llanto.... Miremos juntos sus ojos... Enjuguemos juntos sus lágrimas... Estrechemos juntos sus manos... Calentemos juntos sus pies... Besemos juntos su pequeño corazón, que apenas ha comenzado a latir de amor por nosotros... Acogedlo con Amor, con alegría y con felicidad inmensa"., Cfr. Pbro. Estefano Gobbi: "A los Sacerdotes, hijos predilectos de la Santísima Virgen", en Dongo, Lago di Como, Mensaje del 24 de Diciembre de 1995, Página 1117, ( Extractos ). Con Aprobación Eclesiástica.
¿De manos de un ángel ha recibido al Hijo entre sus brazos?
"Encontrándome en mi habitual estado, me he sentido fuera de mí misma. Después de dar una vuelta me he hallado dentro de una cueva y he visto a la Mamá Reina, en el acto de dar a Luz al Niño Jesús. ¡Qué extraordinario prodigio!
Me parecía que tanto la Madre cuanto el Hijo se hubieran transformado en luz purísima, pero en esa luz se veía muy bien la naturaleza humana de Jesús, que contenía en sí la Divinidad y le servía como de velo para cubrirla, de tal modo que, rasgando el velo de su naturaleza humana era Dios y cubierto con ese velo era hombre, y he aquí el prodigio de los prodigios: Dios y hombre, hombre y Dios, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene habitar con nosotros tomando carne humana, porque el verdadero amor no permite jamás separación.
Pues bien, me ha parecido que la Madre y el Hijo en aquel felicísimo instante se han vuelto como espiritualizados, y sin la menor dificultad Jesús ha salido del seno de su Madre.
Desbordándose Ambos en un exceso de amor, o sea, transformándose en Luz sus santísimos cuerpos, sin el menor obstáculo, Jesús Luz ha brotado de dentro de la luz de la Madre, quedando sanos e íntegros tanto Él como Ella, volviendo después al estado natural. ¿Pero quién podrá decir la hermosura del Niño, que en aquel momento de su nacimiento derramaba aun externamente los rayos de su Divinidad? ¿Quién podrá describir la belleza de la Madre, que quedaba toda absorbida en aquellos rayos divinos?".
"Y San José? Me pareció que no estaba presente en el momento del Nacimiento, sino que estaba en otro rincón de la cueva, totalmente absorto en aquel profundo Misterio, y aunque no vio con los ojos del cuerpo, vio muy bien con los ojos del alma, porque estaba arrebatado en sublime éxtasis.
Ahora bien, en el acto que el Niño salió a la luz, yo hubiera querido volar para tomarlo en mis brazos, pero los ángeles me lo impidieron, diciéndome que a la Madre le correspondía el honor de ser la primera en tomarlo.
Entonces la Santísima Virgen, como despertándose, ha vuelto en sí y de manos de un ángel ha recibido al Hijo entre sus brazos, lo ha estrechado tan fuerte en el ardor de su amor, que parecía como si quisiera encerrarlo de nuevo en sus entrañas; y luego, como queriendo dar desahogo a su ardiente amor, lo ha puesto a mamar a su pecho"., Cfr. "De las Visiones y Revelaciones de Luisa Picareta", el 25 de Diciembre de 1900 ( Sociedad Apostólica Hijos de la Divina Voluntad ). Extractos.
¿El Divino Niño fijó su mirada en el rostro del afortunado José?
"Habiendo estado los Santos esposos por algún tiempo en santas conversaciones, y habiendo tomado un poco de refrigerio según su pobreza, la Divina Madre se retiró en un rincón de la Cueva [(Gruta)] para pasar toda la noche en oración y santos coloquios con su Dios. También nuestro José se puso a orar; y después tomó un breve descanso sobre el duro suelo, no habiendo otra comodidad.
La Divina Madre estaba toda absorta en altísima contemplación, y ya estaba al tanto de cómo había llegado el tiempo en el cual debía nacer el Redentor. Después de haber orado por algún tiempo, nuestro José se durmió.
Tuvo un misterioso sueño en el cual le parecía que el Redentor nacería en ese establo. Después de haber terminado el sueño, el Ángel le habló y le dijo: -"José...! Despertaos, pronto, id a adorar al Redentor del mundo, porque ya ha nacido!".
Al mismo tiempo se hizo oír el Divino Redentor con sus gemidos. Una vez que se despertó, vio a su Redentor nacido, de cuyo rostro salían rayos más claros que el Sol y el establo totalmente resplandeciente.
A esa visión el afortunado José se postró en el suelo a los pies del Divino Niño y lo adoró con el rostro en el suelo. El Divino Niño fijó su mirada en el rostro del afortunado José mirándolo con gran Amor"., Cfr. "Vida de San José", Hna. María Cecilia Baij, Capítulo VII, Págs. 73 - 74, Libro II, Tomo III, (Extractos), 1736. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra para los hombres de buena Voluntad?
San Lucas 2, 8 - 21
"María fajó al Niño: tenía sólo cuatro pañales. Más tarde vi a María y a José sentados en el suelo, uno junto al otro: no hablaban, parecían absortos en muda contemplación. Ante María, fajado como un niño común, estaba recostado Jesús recién nacido, bello y brillante como un relámpago.
Yo veía a la Virgen, antes y después del nacimiento de Jesús, arropada en un vestido blanco, que le envolvía por entero. Pude verla allí durante los primeros días sentada, arrodillada, de pie, recostada o durmiendo; pero nunca la vi enferma ni fatigada.
He visto en muchos lugares, hasta en los más lejanos, una insólita alegría, un extraordinario movimiento en esta noche. He visto brotar fuentes de agua de la tierra. Al nacimiento de Jesucristo vi a tres pastores muy impresionados ante el aspecto de aquella noche tan maravillosa.
Vieron maravillados la luz extraordinaria sobre la gruta del pesebre. Como al principio se asustaron los pastores, apareció un ángel ante ellos, que les dijo: "No temas, (etc. )". Mientras el ángel decía estas palabras, el resplandor se hacía cada vez más intenso a su alrededor.
Vi a cinco o siete grandes figuras de ángeles muy bellos y luminosos. Llevaban en las manos una especie de banderola larga, donde se veían letras del tamaño de un palmo y oí que alababan a Dios cantando: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra para los hombres de buena Voluntad". Vi en Nazaret, a Ana, y en Juta, a Santa Isabel. Tenían visiones y revelaciones del nacimiento del Salvador.
"He visto muchas cosas en Roma esta noche. Cuando Jesús nació vi un barrio de la ciudad, donde vivían muchos judíos: allí brotó una fuente de aceite que causó maravilla a todos los que la vieron. Una estatua magnífica de Júpiter cayó de su pedestal en añicos, porque se desplomó la bóveda del templo.
El emperador (Augusto 63 A. de JC. - 14 D. de JC.), vio una aparición en el Cielo. Era una Virgen sobre un arco Iris, con un niño en el aire, que parecía salir de ella. A Los Reyes magos, los días que precedieron al nacimiento de Jesús, los veía sobre su observatorio, donde tuvieron varias visiones "., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulos XLIV a XLVI, Págs., 220 a 226, Tomo II, Libro I y IV ( Extractos ), Con Aprobación Eclesiástica.
¿Nuestra Señora de la tribu de Judá y de la familia de David?
La Virgen María perteneció a la Tribu de Judá y a la familia de David (San Mateo 1, 1- 17; San Lucas 3, 23- 38 ).
"La de San Mateo, como él mismo se cuida de advertírnoslo, consta de tres series, con catorce generaciones cada serie; cuarenta y dos en conjunto. La de San Lucas, aunque él nada advierte, consta de cuatro series: Tres de veintiún generaciones cada una, más otra única de catorce; en conjunto las generaciones suman setenta y siete"., Cfr. "Jesús niño, adolescente, Joven", Lic. Jesús Montánchez, Peculiaridades Genealógicas, # 93, Pág., 112 (1953 ).
¿Interesantes parentescos?
En el cuadro genealógico que nos presenta la Beata Sor Ana Catalina Emmerick se muestran interesantes parentescos y se conocen los que los "Evangelios" llaman "hermanos" de Jesús. Citamos las líneas principales, tomadas magistralmente de la Obra completa de la Santa Estigmatizada, tal cual fue, en los tiempos de Jesús y María:
Emorum (Madre Excelsa) y Estolano son padres de:
1) Emerencia; 2) Ismeria.
1. Emerencia y Afras, padres de: Isabel, casada con Zacarías; padres de Juan Bautista.
2. Ismeria y Eliud; padres de:
a) Sobe.
b) Ana.
2-a) Sobe y Salomón; padres de:
2.a.1) Eliud.
2.a.2) María Salomé.
2.a.3) Natanael (El de las Bodas de Caná).
2.a.1.a) Eliud y Maroni (La viuda de Nain) padres de Marcial, el niño de 12 años resucitado por Jesús.
2.a.2.b) María Salomé y Zebedeo, padres de:
Santiago El Mayor y Juan Evangelista.
2.b) Ana y Helí, Heliaquín o Joaquín, padres de:
2.b.1) María de Helí.
2.b.2) María Santísima.
¿Los parientes de Jesús?
2.b.1.a) María de Helí casada con Cleofás; padres de:
2.b.1.2) María Cleofás. Se casó primero con el viudo Alfeo, que ya tenía un hijo de nombre Leví y llamado luego Mateo (Apóstol).
María Cleofás y Alfeo, padres de:
Simón, Santiago el Menor y Judas Tadeo, Apóstoles. Y enviudó.
María Cleofás y Sabas, padres de:
José Barsabas por sobrenombre -el Justo- que entró en sorteo con Matías para ocupar la vacancia dejada por -Judas Iscariote-.
Y enviudó nuevamente.
María Cleofás y Jonás, padres de:
Simeón de Jerusalén.
Dice San Juan (19, 25): "Estaban junto a la Cruz de Jesús: su Madre y la hermana de su Madre, María la de Cleofás y María Magdalena". Vale decir que había cuatro Marías al pié de la Cruz:
María de Nazaret, Madre de Jesús, Él Señor,
María de Heli ( Su hermana), Esposa de Cleofás,
María Cleofás ( Sobrina de la Virgen María ), Cfr. Marcos 15, 40.
María Magdalena.
Veamos ahora los parentescos de estos -hermanos-:
Prima hermana de Jesús: María Cleofás.
Primos segundos de Jesús: Simón, Santiago el Menor (llamado -el hermano del Señor-), Judas Tadeo, José Barsabas y Simeón de Jerusalén (Hijos de María Cleofás).
¿Prima hermana de la Virgen María?
Prima en segundo grado era Santa Isabel de la Santísima Virgen María y en tercero Juan Bautista, que lo era en cuarto grado de Jesús de Nazaret.
Prima hermana de la Virgen era María Salomé, que lo era en segundo grado del Señor. Y primos en segundo grado de la Virgen María eran Santiago el Mayor y Juan (Los hijos del Zebedeo) que lo eran en tercer grado de Jesús de Nazaret.
Considerando éstos y otros antecedentes genealógicos de lo que podemos llamar santificación ascendente en la descendencia de Adán, entendemos el profundo sentido Místico de la expresión: "El Espíritu de Dios estaba incubando sobre la superficie de las aguas" (Génesis 1,2); Y, también sobre el sentido profundo de las Varas en el Antiguo Testamento, hasta Jesús:
La Varas de Jacob: (Génesis 30:37-39); La Vara de Moisés: (Éxodo 4:20); La Vara de Aarón (Éxodo 7:10), etc:
"Los Esenios habían adquirido este tesoro (La Vara de Aarón y el cáliz donde estaba depositada una parte del sacramento o misterio del Arca de la Alianza). La vara de Aarón estaba guardada en una vaina de forma de arbolito con hojas amarillas alrededor.
"No podría decir si el arbolito era verdadero o sólo un trabajo artístico, como una raíz de Jessé. Cuando rezaba el superior de los Esenios, por causa de un casamiento, tomaba la Vara de Aarón en sus manos. Si la unión se refería a la genealogía de María Virgen ( Como lo acabamos de ver ), la vara daba un brote y éste varias floraciones con la señal de la elección. Los antepasados de Ana fueron elegidos brotes de esta genealogía, y sus hijas lo fueron por medio de estas señales, las cuales daban otros brotes cuando estaban por contraer matrimonio. Este arbolito con sus retorcidas ramas, era como el árbol genealógico, como la raíz de Jessé, mediante el cual se podía conocer, según lo que hubiera crecido, la proximidad del nacimiento de María"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo II, Pág., 114, Tomo II, Libros I y IV, (Extractos), 1821. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Se enredan los cronologistas al fijar la fecha del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo?
"Jesucristo nació antes de cumplirse el año 3997 del mundo. Más tarde fueron olvidados los cuatro años, menos algo, transcurridos desde su nacimiento hasta el fin del 4000.
Después se hizo comenzar nuestra era cuatro años más tarde. El nacimiento de Jesús tuvo lugar en un año judío de trece meses ( Ve - Adar), que era un arreglo semejante a nuestros años bisiestos.
Creo también que los judíos tenían meses de veinte días dos veces al año y uno de veintidós días.
Pude oír algo de esto a propósito de los días de fiesta; pero ahora no me queda más que un recuerdo confuso. He visto que se hicieron varias veces cambios en el calendario"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XLVIII, Pág., 227, Tomo II, Libros I y IV (Extractos).
"Se enredan los cronologistas al fijar la fecha del nacimiento del Señor. Que nació -dicen- tres o cuatro o siete, etc., años de nuestra Era.
La cuestión es más simple: nació el Señor en el año 45 del reinado de Augusto. Y murió Herodes en el año 7 de nuestra Era.
Herodes reinó 40 años, los siete primeros de los cuales no fue independiente. Los acontecimientos sucedieron en fechas distintas a las celebradas por nosotros.
Si proyectamos nuestro calendario gregoriano al año primero de nuestra Era, vamos a tener lo siguiente, con casi precisión:
Nacimiento de María de Nazaret................. El Sábado 5 De Agosto del Año 3982 Antes de Jesucristo.
Presentación de María en el Templo........... 8 De Noviembre del Año 3985 Antes de Jesucristo.
Anunciación y Encarnación del Verbo Divino.............. Entre el 24 de Febrero y el 19 de Marzo del Año 3997. Nuestra Señora tenía 14 años de edad.
Nacimiento del Mesías......................A las 12:00 M del 25 de Noviembre del Año 3997 después de Adán. Año 1 en Jesucristo ( Nos lo confirma Nuestra Señora en Medjugorje el 25 de Noviembre, de: 1988, 2008).
Circuncisión del Niño Jesús.............2 de Diciembre del Año 3997 después de Adán. Año 1 en Jesucristo.
Los Santos Pastores delante del pequeño Jesús..................21 de Diciembre del Año 3997 después de Adán. Año 1 en Jesucristo (Nos lo confirma Nuestra Señora en Medjugorje el 21 de Diciembre de 1984)., Cf. San Lucas 2, 8-20.
Adoración de los Sabios (Reyes) de Oriente............24 de Diciembre del año 1 en Jesucristo., Cf. San Mateo 2, 1-12.
Presentación en el Templo (Demorada tres días por razón de una fiesta)............ Domingo 6 de Enero. Año 2 en Jesucristo. Cf. San Lucas 2, 21-38.
Huida a Egipto.................. 12 de Marzo del Año 3 en Jesucristo. "Jesús tenía entonces año y medio"., Cf. Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Tomo II, Libro II, LXXXIII. Cf. San Mateo 2, 16-23.
¿Fechas Importantes de la Santa Familia de Nazaret en Jesucristo?
Muerte de Herodes el Grande............El 12 de Marzo del Año 3 en Jesucristo.
Regresa la Sagrada Familia de Egipto...........Entre el 7 y el 14 de Septiembre del año 9 en Jesucristo. "El Regreso de Egipto tuvo lugar en el mes de Septiembre. La edad de Jesús entonces era de ocho años menos tres semanas"., Cf. Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Tomo II, Libro II y V, Cap., XCII.
Muere San José, a los 60 Años de Edad en Nazaret........El 19 de Marzo del año 31 en Jesucristo.
Bautismo del Señor Jesús...........28 de Septiembre del Año 31 en Jesucristo (Faltaban al Señor, 56 días para cumplir sus 30 años de Edad. El Evangelio dice: Jesús tenía unos 30 años cuando comenzó su actividad"., Cfr. San Lucas 3, 23).
Santa Cena.............. Jueves 29 de Mayo del año 35 en Jesucristo (Toda la tarde y hasta las 9:00 de la Noche).
Ante pilato el Señor Jesús......... "Eran las ocho y cuarto (8:15 del día Viernes 30 de Mayo del Año 35 en Jesucristo ) cuando llegaron al Palacio de Pilatos. La multitud era muy numerosa; los fariseos corrían en medio del pueblo y lo excitaban; Pilatos, acordándose de la sedición de los celadores galileos en la última Pascua, disponía de mil hombres que ocupaban el Pretorio, el cuerpo de guardia, las entradas de la plaza y las de su Palacio"., Cf. "La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo", Jesús Conducido de Herodes a Pilatos, Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap., XXI, Pág., 110, Visiones y Revelaciones Completas, Tomo IV, Libro I y IX. El Evangelio nos dice: " Cuando amaneció... Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador Romano"., Cf. San Mateo 27, 1a- 2.
La Crucifixión del Señor Jesús.......... Viernes 30 de Mayo del Año 35 en Jesucristo. El Evangelio, dice: "Eran las 9:00 de la mañana cuando lo crucificaron"., Cfr. San Marcos 15, 25.
Se Oscurece Todo........ Viernes 30 de Mayo del Año 35 en Jesucristo. El Evangelio, dice: "Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad. El Sol dejó de brillar"., Cfr. San Lucas 23, 44.
Jesús Gritá......... Viernes 30 de Mayo del Año 35 en Jesucristo. "A las tres, Jesús gritó en alta voz: "¡Eli, Eli, lamma sabacthani!" Lo que significa: "¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?". El Evangelio dice: "A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: "Eli, Eli, lema sabactani?"., Cfr. San Mateo 27:40a.
Muerte del Redentor............Viernes 30 de Mayo del Año 35 en Jesucristo (Hacia las 3:30 de la Tarde). El Evangelio, dice: " A esa misma hora"., Cfr. San Mateo 27, 46.
Resurrección Gloriosa del Salvador.........1 de Abril del Año 35. Hacia las 1:02 y 3:30 de la Madrugada. El Evangelio, dice: "El primer día de la Semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada"., Cfr. San Juan 20, 1.
Jesucristo Asciende al Cielo.........10 de Junio del Año 35 hacia las 1:02 del Mediodía.¿Apenas son las nueve de la mañana?
Día de Pentecostés........... El 20 de Junio del Año 35, Después de Jesucristo. Entre las 3:00 y las 9:00 de la mañana. Los Hechos, dicen: "Estos no están borrachos como ustedes creen, ya que apenas son las nueve de la mañana"., Cfr. Los Hechos 2, 15.
Muerte de la Madre de Dios....... El 13 de Agosto del Año 49, Después de Jesucristo, a los 63 Años y nueve meses en Efeso. Bastante factible es que su Santo Cuerpo se haya bilocado frente a los miembros de la Comunidad de Jerusalén y este recuerdo haya quedado en la memoria de los testigos. Y años después se haya dicho que su santa persona falleció en Jerusalén. No siendo así precisamente.
Asunción de la Santísima Virgen María, en Cuerpo y Alma al Cielo.........El 15 de Agosto del Año 49, Después de Jesucristo, en Efeso.
Además. Dice también el Evangelio que empezó Juan El Bautista (Pariente de Jesús) a bautizar en el Jordán en el año 15 de Tiberio César. Por tanto, habían transcurrido los últimos 14 Años de Augusto ( Jesús nació en el 45 de su Reinado ) y 15 de Tiberio. Esto nos da 29 años para el principio de la misión de Juan Bautista. Y unos meses después de iniciada, bautizó a Jesús de Nazaret"., Cfr. "Reflexiones e Investigaciones Bíblicas y Marianas", Lic. Raúl Maya C, Siervos de Jesús y María del Fin y Nuevo Tiempo de los Tiempos, Pág. 2 (2005).
¿La Estrella de Belén?
San Mateo 2, 2b.
"El Santo ángel que fue desde Belén a los Reyes formó de la materia del aire una estrella refulgentísima, aunque no de tanta magnitud como las del firmamento, porque ésta no subió más alta que pedía el fin de su formación y quedó en la región aérea para encaminar y guiar a los santos Reyes hasta el portal donde estaba el niño Dios.
Pero era de claridad nueva y diferente donde estaba el niño Dios. De claridad nueva y diferente que la del Sol y de las otras estrellas, y con su luz hermosísima alumbraba de noche, como antorcha lucidísima, y de día se manifestaba entre el resplandor del Sol con extraordinaria actividad.
Al salir de su casa cada uno de estos Reyes ("Unos Sabios de Oriente")., Cfr. San Mateo 2: 1c, aunque de lugares diferentes, vieron la nueva estrella, siendo ella una sola; porque fue colocada en tal distancia y altura que a todos tres pudo ser patente a un mismo tiempo.
Y encaminándose todos tres hacia donde los convidaba la milagrosa estrella, se juntaron brevemente; y luego se les acercó mucho más, bajando y descendiendo multitud de grados en la región del aire, con que gozaban más inmediatamente de su refulgencia.
Y confirieron juntos las revelaciones que habían tenido y los intentos que cada uno llevaba, que eran uno mismo. Y en esta conferencia se encendieron más en la devoción y deseos de adorar al niño Dios recién nacido.
Prosiguieron los Magos sus jornadas, encaminados de la Estrella, sin perderla de vista hasta que llegaron a Jerusalén. En Saliendo los Magos de Jerusalén, hallaron la estrella que a la entrada habían perdido y con su luz llegaron a Belén y al portal del nacimiento, sobre el cual se detuvo su curso y se inclinó entrando por la puerta y menguando su forma corporal, hasta ponerse sobre la cabeza del infante Jesús, no paró, y le bañó todo con su luz, y luego se deshizo y resolvió la materia de que se formó primero.
Estaba ya nuestra gran Reina prevenida por el Señor de la llegada de los Reyes, y cuando entendió que estaba cerca del portal, dio noticia de ello al santo esposo José, no para que se apartase, sino para que asistiese a su lado, como lo hizo.
Y aunque el texto sagrado del Evangelio no lo dice, porque esto no era necesario para el misterio, como tampoco otras cosas que dejaron los evangelistas en silencio, pero es cierto que el santo José estuvo presente cuando los Reyes adoraron al infante Jesús"., Cfr. "Mística Ciudad de Dios", Venerable Sor María de Jesús de Agreda, Segunda Parte, Libro IV, Capítulo XVI, Págs., 594 - 595, #s. 556, 557 y 559. Con Aprobación Eclesiástica.
¿Los Pastores ante el Niño Dios?
Y ahora veo extensos campos. La Luna está en su cénit surcando tranquila un cielo colmado de estrellas. Parecen bullones de diamante hincados en un enorme palio de terciopelo azul oscuro; la Luna ríe en medio con su carota blanquísima de la que descienden ríos de luz láctea que pone blanca la tierra. Los árboles, desnudos, sobre este suelo emblanquecido, parecen más altos y negros; y los muros bajos, que acá o allá se levantan como lindes, parecen de leche. Una casita lejana parece un bloque de mármol de Carrara.
A mi derecha veo un recinto, dos de cuyos lados son un seto de espinos; los otros dos, una tapia baja y tosca. En ésta apoya la techumbre de una especie de cobertizo ancho y bajo, que en el interior del recinto está construido parte de fábrica y parte de madera: como si en verano las partes de madera se debieran quitar y se transformase así el cobertizo en un pórtico. De dentro del cercado viene, de tanto en tanto, un balar intermitente y breve. Deben ser ovejas que sueñan, o que quizás creen que pronto se hará de día, por la luz que da la Luna; una luz que es tan intensa que incluso es excesiva y que aumenta como si el astro se estuviera acercando a la Tierra o centellease debido a un misterioso incendio.
Un pastor se asoma a la puerta, se lleva un brazo a la frente para proteger los ojos y mira hacia arriba. Parece imposible que uno tenga que proteger los ojos de la luz de la Luna, pero, en este caso es tan intensa que ciega, especialmente si uno sale de un lugar cerrado oscuro. Todo está en calma, pero esa luz produce estupor.
El pastor llama a sus compañeros. Salen todos a la puerta: un grupo numeroso de hombres rudos, de distintas edades. Entre ellos hay algunos que apenas si han llegado a la adolescencia, otros ya tienen el pelo cano. Comentan este hecho extraño. Los más jóvenes tienen miedo, especialmente uno, un chiquillo de unos doce años, que se echa a llorar, con lo cual se hace objeto de las burlas de los más mayores.
-¿A qué le tienes miedo, tonto? - le dice el más viejo - ¿No ves qué serenidad en el ambiente? ¿No has visto nunca resplandecer la Luna? ¿Has estado siempre pegado a las faldas de tu madre, como un pollito a la gallina, no? ¡Pues anda que no tendrás que ver cosas! Una vez, yo había llegado hasta los montes del Líbano, e incluso los había sobrepasado, hacia arriba.
Era joven, no me pesaba andar, incluso era rico entonces… Una noche vi una luz de tal intensidad que pensé que estuviera volviendo Elías en su carro de fuego. El cielo estaba todo de fuego. Un viejo — entonces el viejo era él — me dijo: “Un gran advenimiento está para llegar al mundo". Y para nosotros supuso una desventura, porque vinieron los soldados de Roma. ¡Oh, muchas cosas tendrás que ver, si la vida te da años!….
Pero el pastorcillo ya no le está escuchando. Parece haber perdido incluso el miedo. De hecho, alejándose del umbral de la puerta, dejando a hurtadillas la espalda de un musculoso pastor, detrás del cual estaba refugiado, sale al redil herboso que está delante del cobertizo. Mira hacia arriba y se pone a caminar como un sonámbulo, o como uno que estuviera hipnotizado por algo que le embelesara. Llegado un momento grita:
-¡Oh! - y se queda como petrificado, con los brazos un poco abiertos.
Los demás se miran estupefactos.
- Pero, ¿qué le pasa a ese tonto? - dice uno.
- Mañana lo mando con su madre. No quiero locos cuidando a las ovejas - dice otro.
El anciano que estaba hablando poco antes dice:
- Vamos a ver antes de juzgar. Llamad también a los que están durmiendo y coged palos. No vaya a ser un animal malo o gente malintencionada…
Entran llamando a los otros pastores, y salen con teas y garrotes. Llegan donde el muchacho.
- Allí, allí - susurra sonriendo - Más arriba del árbol, mirad esa luz que se está aproximando. Parece como si siguiera el rayo de la Luna. Mirad. Se acerca. ¡Qué bonita es!
- Yo lo único que veo es una luz más viva.
- Yo también.
- Yo también» dicen los otros.
- No. Yo veo como un cuerpo - dice uno. Lo reconozco: es el pastor que ofreció leche a María.
-¡Es un… es un ángel! - grita el niño - Mirad, está bajando, y se acerca… ¡De rodillas ante el ángel de Dios!
Un « ¡oh!» largo y lleno de veneración se alza del grupo de los pastores, que caen rostro en tierra. Cuanto más ancianos son, más contra el suelo se les ve por la aparición fulgente. Los jovencitos están de rodillas, pero miran al ángel, que se aproxima cada vez más, hasta detenerse, candor de perla en el candor de luna que le circunda, suspendido en el aire, moviendo sus grandes alas, a la altura de la tapia del recinto.
- No temáis. No vengo como portador de desventura, sino que os traigo el anuncio de un gran gozo para el pueblo de Israel y para todo el pueblo de la tierra - La voz angélica es como una armonía de arpa acompañada del canto de gargantas de ruiseñores.
- Hoy en la ciudad de David ha nacido el Salvador - Al decir esto, el ángel abre más las alas, y las mueve como por un sobresalto de alegría, y una lluvia de chispas de oro y de piedras preciosas parece desprenderse de ellas. Un verdadero arco iris de triunfo sobre el pobre redil.
- ...El Salvador, que es Cristo - El ángel resplandece con mayor luz. Sus dos alas, ahora ya detenidas, tendiendo su punta hacia el cielo, como dos velas inmóviles sobre el zafiro del mar, parecen dos llamas que suben ardiendo. - … ¡Cristo, el Señor! - El ángel recoge sus dos fulgidas alas y con ellas se cubre — es como un manto de diamante sobre un vestido de perla —, se inclina como adorando, con las manos cruzadas sobre su corazón; su rostro, inclinado sobre su pecho, queda oculto entre la sombra de los vértices de las alas recogidas. No se ve sino una oblonga forma luminosa, inmóvil durante el tiempo que dura un “Gloria".
Se mueve de nuevo. Vuelve a abrir las alas, levanta ese rostro suyo en que luz y sonrisa paradisíaca se funden, y dice:
- Lo reconoceréis por estas señales: en un pobre establo, detrás del Belén, encontraréis a un niño envuelto en pañales en un pesebre, pues para el Mesías no había un techo en la ciudad de David - El ángel se pone serio al decir esto; más que serio, triste.
Y del Cielo vienen muchos — ¡oh, cuántos! — muchos ángeles semejantes a él, una escalera de ángeles que desciende exultando y anulando la Luna con su resplandor paradisíaco, y se reúnen en torno al ángel anunciador, batiendo las alas, emanando perfumes, con un arpegio de notas en que las más hermosas voces de la creación encuentran un recuerdo, alcanzada en este caso la perfección del sonido. Si la pintura es el esfuerzo de la materia para transformarse en luz, aquí la melodía es el esfuerzo de la música para hacer resplandecer ante los hombres la belleza de Dios; y oír esta melodía es conocer el Paraíso, donde todo es armonía de amor, que de Dios emana para hacer dichosos a los bienaventurados, y que de éstos va a Dios para decirle: «¡Te amamos!».
El “Gloria” angélico se extiende en ondas cada vez más vastas por los campos tranquilos, y con él la luz. Las aves unen a ello un canto que es saludo a esta luz precoz, y las ovejas sus balidos por este sol anticipado. Mas a mí, como ya con el buey y el asno en la gruta, me place creer que es el saludo de los animales a su Creador, que viene a ellos para amarlos como Hombre además de como Dios.
El canto se hace más tenue, y la luz, mientras los ángeles retornan al Cielo…
…Los pastores vuelven en sí.
-¿Has oído?
-¿Vamos a ver?
-¿Y las ovejas?
-¡No les sucederá nada! ¡Vamos para obedecer a la palabra de Dios!…
- Pero, ¿a dónde?
-¿Ha dicho que ha nacido hoy? ¿Y que no ha encontrado sitio en Belén? - El que habla ahora es el pastor que ofreció la leche - Venid, yo sé. He visto a la Mujer y me ha dado pena. He indicado un lugar para Ella, porque pensaba que no encontrarían hospedaje, y al hombre le he dado leche para Ella. Es muy joven y hermosa. Debe ser tan buena como el ángel que nos ha hablado. Venid. Venid. Vamos a coger leche, quesos, corderos y pieles curtidas. Deben ser muy pobres y… ¡quién sabe qué frío no tendrá Aquel a quien no oso nombrar! Y pensar que yo le he hablado a la Madre como si se tratara de una pobre esposa cualquiera!...
Entran en el cobertizo y, al poco rato, salen; quién con unas pequeñas cantimploras de leche, quién con unos quesitos de forma redondeada dentro de unas rejillas de esparto entretejido, quién con cestas con un corderito balando, quién con pieles de oveja curtidas.
- Yo llevo una oveja. Ha parido hace un mes. Tiene la leche buena. Les puede venir bien, si la Mujer no tiene leche. Me parecía una niña, ¡y tan blanca!… Un rostro de jazmín bajo la luna - dice el pastor que ofreció la leche. Y los guía.
Caminan bajo la luz de la luna y de las teas, tras haber cerrado el cobertizo y el recinto. Van por senderos rurales, entre setos de espinos deshojados por el invierno.
Van a la parte de atrás de Belén. Llegan al establo, yendo no por la parte por la que fue María, sino por la opuesta, de forma que no pasan por delante de los establos más lindos, y aquél es el primero que encuentran. Se acercan a la entrada.
-¡Entra!
- No me atrevo.
- Entra tú.
- No.
- Mira, al menos.
- Tú, Leví, mira tú que has sido el primero que ha visto al ángel, que es señal de que eres mejor que nosotros - La verdad es que antes lo han llamado loco… pero ahora les conviene que él se atreva a lo que ellos no tienen el valor de hacer. El muchacho vacila, pero luego se decide. Se acerca a la entrada, descorre un poquito el manto, mira, y… se queda extático.
-¿Qué ves? - le preguntan ansiosos en voz baja.
- Veo a una mujer, joven y hermosa, y a un hombre inclinados hacia un pesebre, y oigo…, oigo que llora un niñito, y la mujer le habla con una voz… ¡oh, qué voz!
-¿Qué dice?
¿Los Tres Sabios de Oriente ante el Niño Dios?
San Mateo 2, 1 - 12.
"Hallándome fuera de mí misma, me parecía ver cuando los santos reyes Magos llegaron a la cueva de Belén. Apenas estuvieron en presencia del Niño tuvo a bien hacer que externamente resplandecieran los rayos de su Divinidad, comunicándose a los Magos de tres maneras: con el amor, con la belleza y con la potencia, de forma que quedaron arrebatados y sumidos en la presencia del Niño Jesús, tanto que si el Señor no hubiera retirado otra vez interiormente los rayos de su Divinidad, se hubieran quedado allí para siempre, sin poderse mover más.
Así que, apenas el Niño retiró su Divinidad, volviendo en sí los santos reyes Magos, se sacudieron estupefactos al ver un exceso de amor tan grande, porque en esa luz el Señor les hizo comprender el misterio de la Encarnación.
Se levantaron, pues, y ofrecieron sus dones a la Reina Madre y Ella les habló largamente, pero no sé decir todo lo que les dijo; sólo recuerdo que les inculcó fuertemente, no sólo su salvación, sino que tuvieran muy en el corazón la salvación de sus pueblos, sin miedo de exponer incluso la vida con tal de obtenerla"., Cfr. De las "Visiones y Revelaciones", de Luisa Piccarrata, La Pequeña Hija de la Divina Voluntad, el 6 de Enero de 1901 ( Sociedad Apostólica Hijos de la Divina Voluntad ). Extractos.
"Cuando estuvieron juntos los Tres Reyes Magos, he visto que el último, Teokeno, tenía la piel amarillenta. Cada uno de los Reyes Magos llevaba consigo a cuatro parientes cercanos o amigos más íntimos, de modo que en el cortejo había como unas quince personas de alto rango sin contar la muchedumbre de camelleros y de otros criados.
Reconocí a Eleazar, que más tarde fué mártir, entre los jóvenes que acompañaban a los Reyes. Mensor, el de los cabellos negros, fué bautizado más tarde por Santo Tomás y recibió el nombre de Leandro. El más moreno de los tres, se llamaba Sair o Seir. Estos nombres tienen relación con los de Gaspar (Teokeno), Melchor (Mensor) y Baltasar (Sair).
Mensor, era de Caldea. Sair, su patria tenía un nombre como de Parthermo. Teokeno, el blanco, venía de la media, comarca situada en un lugar alto, entre dos mares. Sair vivía a tres días de viaje del lugar de Mensor... María había tenido una visión de la próxima llegada de los Reyes, cuando éstos se detuvieron con el Rey de Causur, y vió también que este rey quería levantar un altar para honrar al Niño.
Comunicoló a José y a Isabel, diciéndoles que sería preciso vaciar cuanto se pudiera la gruta del Pesebre y preparar la recepción de los Reyes... La estrella estaba muy crecida y derramaba mucha luz; por eso la miraban con grande asombro. Los tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta.
Mensor la abrió, y vió su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo, sentada, teniendo al Niño tal como él y sus compañeros la habían contemplado en sus visiones. Volvió para contar a sus compañeros lo que había visto. En esto José salió de la gruta acompañado de un pastor anciano y fué a su encuentro. Los Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne.
En la cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubríanlo todo con sus grandes mantos. Los Reyes siguieron a José. Mensor, cuando estuvo delante de la Santísima Virgen, depositó estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una rodilla en tierra. Entre tanto María había descubierto un poco la parte superior del Niño, quien miraba con semblante amable desde el centro del velo que lo envolvía.
Después se retiró, retrocediendo, con sus cuatro acompañantes; mientras Sair, el rey cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba, ofreciendo su presente. Se retiró y se adelantó Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad. Permaneció de pie, profundamente inclinado.
María aceptó los presentes con actitud de humilde acción de gracias. El cuerpecito del Niño brillaba bajo los pliegues del manto de María. Después la Virgen dijo palabras humildes y llenas de gracia a cada uno de los Reyes. Terminada la adoración del Niño, los Reyes se volvieron a sus carpas con sus acompañantes"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Visiones y Revelaciones de la Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Tomo II, Libros II y V, Del Capítulo LV al LXIV, Págs., 242 a la 269, (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Circuncisión dolorosa del Niño Jesús?
San Lucas 2, 21.
"Ardían varias lámparas en la gruta. Durante la noche se rezó largo tiempo y se entonaron cánticos. La ceremonia de la circuncisión tuvo lugar al amanecer. María estaba preocupada e inquieta. Había dispuesto por si misma los paños destinados a recibir la sangre y a vendar la herida, y los tenía delante, en un pliegue de su manto.
Uno de los sacerdotes se apoyó sobre el asiento y la Virgen que se había quedado envuelta en el fondo de la gruta con el Niño Jesús en brazos, se lo entregó a la criada con los paños preparados. José lo recibió de manos de la mujer y lo dió a la que había venido con los sacerdotes.
Esta mujer colocó al Niño, cubierto con un velo, sobre la cobertura de la piedra. Recitaron nuevas oraciones. La mujer quitó al Niño sus pañales y lo puso sobre las rodillas del sacerdote que se hallaba sentado.
José inclinóse por encima de los hombros del sacerdote y sostuvo al Niño por la parte superior del cuerpo. Dos sacerdotes se arrodillaron a derecha e izquierda, teniendo cada uno de ellos uno de sus piececitos, mientras el que realizaba la operación se arrodilló delante del niño.
Descubrieron la piedra octogonal y levantaron la placa metálica para tener a mano las tres cajas de ungüento; había allí aguas para las heridas. Tanto el mango como la hoja del cuchillo eran de piedra.
El mango era pardo y pulido; tenía una ranura por la que se hacía entrar la hoja, de color amarillento, que no me pareció muy filosa. La incisión (en el Glans Penis) fué hecha con la punta curva de cuchillo.
El sacerdote hizo uso también de la uña cortante de su dedo. Exprimió la sangre de la herida y puso encima el ungüento y otros ingredientes que sacó de las cajas.
La cuidadora tomó al Niño y después de haber vendado la herida lo envolvió de nuevo en sus pañales y le pusieron en torno de la cabeza el velo que lo cubría anteriormente. Después de esto el Niño fué puesto de nuevo sobre la piedra octogonal y recitaron otras oraciones.
El ángel había dicho a José que el Niño debía llamarse Jesús (Yesúa); pero el sacerdote no aceptó al principio ese nombre y por eso se puso a rezar. Vi entonces a un ángel que se le aparecía y le mostraba el nombre de Jesús.
Lo vi muy emocionado escribiendo ese nombre en un pergamino, como impulsado por una inspiración de lo alto. El Niño Jesús lloró mucho después de la ceremonia de la circuncisión. He visto que José lo tomaba y lo ponía en brazos de María.
María tomó al Niño, llorando, se retiró al fondo donde se hallaba, se sentó cubierta con el velo y calmó al Niño dándole el pecho. José le entregó los pañales teñidos en sangre. Se recitaron nuevamente oraciones y se cantaron salmos.
La lámpara ardía, aunque había amanecido completamente. Poco después la Virgen se aproximó con el Niño y lo puso en la piedra octogonal. Los sacerdotes inclinaron hacia ella sus manos cruzadas sobre la cabeza del niño, y luego se retiró María con el Niño Jesús.
Durante la noche siguiente he visto al Niño a menudo desvelado a causa de sus dolores, y que lloraba mucho. María y José lo tomaban en brazos unos después de otro y lo paseaban alrededor de la gruta tratando de calmarlo"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Cap., LI, Págs., 233 - 234 (Extractos), Tomo II, Libro I y IV. Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Presentación del Niño Jesús en el Templo?
San Lucas 2, 21 - 38.
"Acercándose el día en que la Virgen debía presentar su Primogénito en el Templo y rescatarlo según lo prescribía la Ley, se hicieron los preparativos para que la Sagrada Familia pudiese ir al Templo y de allí volver a Nazaret. He visto a María y a José con el Niño visitando por última vez la gruta y despedirse del paraje.
Tendieron la Carpeta de los Reyes en el lugar donde Jesús había nacido, pusieron allí al Niño y rezaron. De allí pasaron al sitio de la circuncisión y también allí se detuvieron rezando. Al amanecer he visto a la Virgen sentarse sobre el asno que los pastores dejaron ensillado delante de la gruta. José tuvo al Niño mientras María se acomodaba, y luego se lo dio.
Los pastores se despidieron con mucha emoción acompañándolos un trecho. Los vi seguir el camino con lentitud, recorriendo la distancia bastante corta de Belén a Jerusalén. Los vi entrando en la casa pequeña de dos esposos ancianos. Eran esenios, parientes de Juana Chusa.
María estuvo casi todo el día sola con el Niño en una habitación: lo tenía junto a ella sobre una alfombra. Vi aparecer en la habitación a varios ángeles que adoraban al Niño Jesús. Antes de amanecer, he visto a la Sagrada Familia en compañía de los dueños de casa, que dejaban el albergue.
Llevaban una linterna, pues no había aclarado aún. El anciano Simeón salió al encuentro de María. La Virgen fue llevada por la mujer que le servía de guía hasta el vestíbulo del templo, donde se hacía la purificación.
"Simeón se acercó a María que tenía envuelto en una tela azul celeste; y la condujo por la reja hasta la mesa de las ofrendas, donde María puso al Niño en la cuna. Desde ese momento vi el templo lleno de luz de un resplandor indescriptible.
Vi que Dios estaba allí, y encima del Niño Jesús, vi los cielos abiertos hasta el trono de la Santísima Trinidad. Simeón volvió a llevar a María al sitio donde se encontraban las mujeres detrás de la reja. María tenía azul celeste y velo blanco, y estaba envuelta en largo amarillento.
En tanto Simeón, quedaba con María ante el altar de las ofrendas, el sacerdote, detrás del altar, tomó al Niño Jesús, lo alzó en el aire presentándolo hacia diversos lados del templo y oró largo tiempo. Después entregó el Niño al anciano Simeón, el cual lo puso en brazos de María, leyendo ciertas oraciones en un rollo puesto a su lado sobre un atril.
Terminada esta ceremonia Simeón acercóse a María, recibió al Niño en sus brazos y, lleno de entusiasmo, habló de Él durante largo tiempo en términos sumamente expresivos. Todos los presentes manifestaron grandes muestras de respeto al Niño y a su Madre.
María brillaba como una rosa del Paraíso. Como habían traído el asno, María montó en él, con el Niño en brazos, y saliendo del templo se dirigieron a Nazaret, atravesando Jerusalén.
No pude ver la ceremonia de la presentación de los demás niños; tengo la impresión de que todos ellos recibieron gracias particulares, y que muchos fueron de aquellos niños inocentes degollados por orden de Herodes"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo LXX, Págs., 281 a 285, Tomo II, Libro I y IV (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Un suave resplandor salía del niño Jesús?
"Joseph se despierta, porque siente que Myriam llora con sollozos contenidos, acaso para no llamar su atención. Enciende un candil, y se llega al lecho de Myriam a quien encuentra con el niño en brazos.— ¿Qué pasa Myriam que lloras así? ¿Está acaso enfermo el niño?—No —dice ella— El duerme. Mírale.—Y bien si está tranquilito y duerme ¿por qué lloras tú?—Mañana hará ocho días que nació.
Myriam dio un gran gemido y sus sollozos se hicieron más hondos. Joseph apenado hasta lo sumo, no certaba con la causa de aquel dolor.—-Una voz me ha despertado en el sueño —dijo por fin Myriam— y esa voz me dijo:
—Joseph, siéntate aquí a mi lado y yo te explicaré lo que me ha acontecido. Yo me desperté porque la canastilla del niño estaba llena de luz y creí que eras tú que habías encendido el candil para velarle. Y entonces comprendí que no era luz de candil sino un suave resplandor que salía de mi niñito, y esta luz alumbraba los rostros venerables y hermosos de varios ancianos de blancas vestiduras que le contemplaban con inefable ternura. Por fin viéndome que yo les observaba, uno de ellos me dijo:
—Somos —me contestaron— los depositarios de los libros de Moisés que desde él hasta hoy, habitamos oscuras cavernas en agrestes montañas, para que la Divina Sabiduría traída por él no sea corrompida y borrada de la faz de la Tierra. Somos los Ancianos del gran Templo Esenio de Moab, y en sueños te visitamos para advertirte la voluntad Divina. Y en prueba de ser esto cierto, mañana estará enfermo el Hazzam de la Sinagoga, Joseph encontrará un sacerdote que viene de Jerusalén, Esdras, que es de nosotros y a quien acabamos de visitar, como a ti, para que venga a esta Sinagoga. Id a él poco antes de medio día, y llevadle al niño que él sabe lo que ha de hacer. Y dicho esto, desapareció el resplandor y los ancianos. ¿Has oído Joseph?
Llevado el niño a la Sinagoga y como Myriam había dicho que el niño debía llamarse Jhasua (Jesús en castellano), y Esdras sabía también que así debía llamarse, tal nombre le fue impuesto.
—Dime Myriam —le decía Esdras— si es que puedes recordarlo, ¿Cómo era la investidura de los ancianos que viste junto a la cuna de tu hijo?— ¡Oh... los recuerdo bien, sí! —contestaba ella—. Tenían los cabellos y las barbas blancas y largas donde no había rastro de tijeras, ni navajas; llevaban las túnicas ajustadas con cordones de púrpura, sobre la frente una cinta blanca con siete estrellas de cinco puntas que resplandecían con viva luz.—Y dime ¿nunca viste uno de nuestros templos esenios del Monte Carmelo o del Monte Hermon?—No... aún no.
—Cuando volváis a vuestra casita de Nazareth y sea el niño más crecidito y fuerte, subiréis juntamente conmigo al templo esenio del Monte Tabor, y allí podrás ver algunos ancianos tal como lo que viste en tu sueño. Myriam le miraba con sus grandes ojos dulces, como avellanas mojadas de rocío... miradas en las cuales se trasparentaba el oleaje ininterrumpido de sus emociones más íntimas, que asomaban a sus pupilas y que parecían asomar a sus labios, pero que ella guardaba siempre como si temiera que se evaporasen al salir al exterior.
Más, por fin, todas ellas se condensaron en esta sencilla interrogación.— ¿Pero... ¿quién es este niño que me ha nacido?— ¿Que quién es este niño? ¡Mujer bienaventurada por los siglos de los siglos! — exclamó el sacerdote Esenio, que si era doctor de la Ley en el Templo de Jerusalén por su descendencia de antigua familia sacerdotal, más era esenio por convicción, por educación, por íntima afinidad con la sabiduría Esenia transmitida de su madre.— ¡Mujer bienaventurada! Este niño, es la Luz Increada hecha hombre, es el Amor Divino hecho carne; es la Misericordia infinita hecha corazón humano.
Es un Hombre-Dios! ¿Comprendes Myriam?...—Yo sólo sé y comprendo que es mi hijo; que es un pedazo de mi propia vida, que este cuerpecito de leche y rosas se fue formando poco a poco dentro de mi seno, donde se ha ocultado nueve meses, y que al llegar al mundo exterior, aun necesita de que yo le dé vida con la savia de mi propia vida. ¡Es mi hijo!... ¡es mío!... ¡más mío que de nadie! ¡El vive de mí y yo vivo.. . vivo para él!
El Esenio Esdras, comprendió que la inmensa ternura maternal de Myriam no le permitiría comprender sin alarmas y sobresaltos la grande y sobrehumana idea de un Hijo que era Dios.¿Cómo asimilaría esta tiernísima madre apenas salida de la adolescencia, la suprema verdad, ni la estupenda grandeza espiritual de su hijo, que por ser lo que era, podía bien calificarse de un don hecho por la Bondad Divina a toda la humanidad terrestre?¿Cómo podría ella comprender la tremenda inmolación de su nombre de madre en el altar del Amor Eterno, que un día le diría con la voz inmutable de acontecimientos sucedidos:
"Toda la humanidad delincuente puede decir como tú Myriam: ¡Es mío!... ¡ vive por mí y yo vivo por él!...Diríase que en los más recónditos senos de su Yo íntimo, Myriam presentía el futuro, sin tener noción ni idea del divino arcano que tenía su cumplimiento y su realización en el plano físico terrestre, en cuanto al hijo que acababa de nacerle. Y de ahí la secreta alarma que la hacía pronunciar siempre y de improviso estas mismas palabras: "Es mío más que de nadie. Es mi hijo, y él vive de la savia de mi vida, y yo vivo para él".
A veces añadía: ¿Por qué vienen tantas gentes a verle? ¿No es acaso un niño como los demás? Los sacerdotes de Jerusalén se ocultan para venir a verle y dicen: "No digáis que estuvimos a ver a este niño. No reveléis a nadie lo acontecido antes y después de su nacimiento. No sea que obstaculice la ignorancia de los hombres, el cumplimiento de los designios divinos!... ¡Me espanta todo este enigma que hay alrededor del hijo do mis entrañas!¿Qué ven las gentes en él?... ¿qué ven? Yo sólo una cosa veo: que es el tesoro que Dios me da... que es lo más hermoso que hay para mí sobre la Tierra!... ¡ Que será lo más santo y lo más bueno de la Tierra porque yo lo he ofrecido a Dios para que él sea todo suyo!... Porque siendo de El, es mío, puesto que Dios me lo ha dado. ¡Sólo Dios Padre Universal puede ser dueño de mi hijo sin arrancarlo a mi cariño!...
Una especie de delirio febril iba apoderándose de Myriam a medida que hablaba, y sus palabras dejaban traslucir el temor de que su hijo le fuese arrancado de sus brazos como consecuencia del gran interés y entu-siasmo que su nacimiento despertaba. Y Esdras le decía:—Sí, Myriam, hija mía, cálmate, es tuyo, Dios te lo ha dado y porque te lo ha dado eres bienaventurada por los siglos de los siglos. Las gentes que conocen la grandeza espiritual de tu hijo, sienten el afán de verle, de tocarle, pero nadie piensa en arrancarlo de ti Myriam, vive tranquila que su llegada significa para ti la bendición divina"., Cfr. Josefa R. Luque A., Ha nacido un Parvulito, Extractos, Págs., 79 - 83, Tomo I.
¿Toma a María y a su hijo?
“Cuando Herodes hizo buscar a Jesús, para matarlo, el ángel dijo a José: Toma a María y a su hijo, y huye a Egipto, lejos de los que quieren matar al niño. Y Jesús tenía dos año cuando entro en Egipto. Y ocurrió que, como cruzasen un sembrado, recogió espigas, y las puso al fuego, y las asó, y las comió. Y, llegados a Egipto, fueron admitidos en la casa de una viuda. Y pasaron un año allí. Y Jesús cumplió los tres años. Y, viendo jugar a los niños, comenzó a tomar parte en sus diversiones"., Cfr. Apócrifo de la Historia de la Infancia de Jesús, según, Santo Tomás, Cap. 1:1-7. (Extractos).
¿La Huida de la Sagrada Familia de Tierra Santa?
San Mateo 2, 13 - 15.
"Herodes mandó llamar a mucha gente como cuando reclutan soldados en nuestra tierra. Los soldados recibieron trajes y armas en un amplio patio donde se habían reunido. En el brazo tenían una media luna (Una Rodela).
Tenían venablos y sables cortos y anchos, como cuchillas, y sobre la cabeza cascos; muchos de ellos se ceñían las piernas con cintas. Todo esto tenía relación con la matanza de los niños inocentes, porque Herodes andaba sumamente agitado.
Vi a José descansando en su habitación, acostado de lado, con la cabeza sobre el brazo, cuando un joven resplandeciente se acercó a su lecho y le habló. Lo vi hablar con María. Luego José entró en una cuadra donde tenía el asno y pasó a una habitación donde había diversos objetos y arregló todo para la pronta partida.
Ana se levantó. Para aquellas santas personas la voluntad de Dios era lo primero. Estaban muy afectados y afligidos, pero no se dejaron llevar por la tristeza y dispusieron lo necesario para el viaje. María no tomó casi nada de lo que habían traído de Belén.
Todo esto se hizo con calma y muy rápidamente. El momento de partir había llegado y no es posible decir cuánta era la aflicción. Ana besó varias veces a María, llorando como si no la hubiera de ver más. María llevaba al Niño Jesús sujeto con una faja que descansaba sobre sus hombros.
"Otra vez volvieron a besarse, llorando, y Ana bendijo a María, que montó sobre el asno, que conducía José, y prosiguieron su camino. He visto a Isabel llevándose al niño Juan a un sitio muy retirado del desierto, a unas dos leguas de Hebrón.
Varios amigos de la Sagrada Familia estaban muy tristes por la partida. He visto hoy a la Sagrada Familia atravesando un terreno arenoso. Era peligroso por la cantidad de serpientes ocultas en la maleza. Se acercaban levantando sus cabezas contra la Sagrada Familia que pasaba tranquila, rodeada de luz. Subieron por una cadena de montañas sombrías.
La Sagrada Familia, se encontró rodeada por ladrones. Tenían malas intenciones; pero vi que partía del Niño Jesús un rayo luminoso que como una flecha tocó el corazón del jefe de la banda, el cual ordenó a su gente que no hicieran daño alguno a los viajeros.
María vio este rayo luminoso. María bañó al Niño Jesús bajo una sábana. El ladrón conmovido, dijo a su mujer: "Pídele a la madre que nos deje bañar a nuestro hijo leproso en el agua donde ha lavado a su hijo. Quizás esto lo cure de su enfermedad".
Y al ser puesto el niño dentro del agua las costras se desprendieron y el niño se encontró perfectamente curado"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor María de Jesús de Agreda, Capítulos LXXIV a LXXX, Págs., 289 299, Tomo II, Libro II, (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿La Sagrada Familia en Territorio Egipcio?
"Habían llegado a la primera población pagana egipcia, habiendo viajado durante diez días en territorio de Judea y otros diez en el desierto. He visto a la Sagrada Familia en un país llano, en territorio Egipcio.
La Sagrada Familia se refugió en un corral, del cual salieron las bestias para dejarles lugar. No tenían en ese momento ni agua ni alimento y nadie les dió cosa alguna. María apenas podía alimentar a su Niño.
Soportaron todos los sufrimientos humanos en esos días (¿De desplazamiento?). Vi a la Sagrada Familia, desprovista de todo socorro humano, atravesando un bosque, a la salida del cual había un datilero muy alto con gran número de dátiles en su extremidad superior pendientes de un racimo.
María se acercó al árbol, tomó en sus brazos al Niño Jesús, y alzándolo, rezo una oración. El árbol inclinó su copa, y pudieron así recoger su abundante fruta. Toda clase de gente del lugar seguía luego a la Sagrada Familia, mientras María repartía dátiles a muchos niños desnudos que corrían detrás de ella.
Se metieron dentro del hueco del árbol que estaba en gran parte vacío, ocultándose a la vista de la gente que los seguía, de tal modo que pasaron de largo por el lugar sin verlos y así pudieron pasar la noche ocultos.
Los he visto al día siguiente seguir a través de un arenal. Sin agua y cansados se detuvieron junto a un montículo del camino. María rezo con fervor y vi entonces brotar un manantial de agua abundante que regaba la tierra reseca del arenal. José le abrió un cauce para apresar el agua en un hoyo que hizo y se detuvieron a descansar.
María lavó y refrescó al Niño, y José llenó su odre de agua y dió de beber al asno. La Tierra regada por esta agua fué fecunda, de modo que pronto se cubrió de abundante vegetación y creció allí el árbol del bálsamo en abundancia.
A la vuelta de Egipto, pudieron sacar bálsamo de esos mismos árboles. Después de haber descansado y tomado alimentos se encaminaron a una gran ciudad, bien construída, aunque por entonces medio ruinosa; era Heliópolis, llamada también On.
La ciudad había sido devastada por la guerra. Había un árbol corpulento bajo el cual la Sagrada Familia se detuvo a descansar. Hacía algunos momentos que estaban allí descanso cuando tembló la tierra. Cuando el pueblo, atribuyendo a ellos la caída de su ídolo, se enfureció contra ellos y los amenazaba e injuriaba.
Mientrás sucedía esto la tierra tembló nuevamente, el árbol se desplomó, cortándose sus raíces, y el suelo donde habían estado el árbol y el ídolo se convirtió en un lodazal de agua negra y fangosa, donde se hundió el ídolo hasta los cuernos, que sobresalían.
También se hundieron en el pantano algunos perversos de aquella multitud furiosa. La Sagrada Familia continuó tranquila su Viaje, dirigiéndose a la Ciudad. Fueron a albergarse en un edificio sólido junto al templo grande de un ídolo"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo LXXX, Págs., 300 a 303, Tomo II, Libro II ( Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Una construcción liviana de madera?
"La Sagrada familia habitaba las salas de un gran edificio, sostenido por un lado por gruesas columnas de poca altura, unas de canto recto y otras redondas. Bajo las columnas habitaban muchas personas. En la parte alta, encima del edificio, había un camino por el cual se podía transitar, y enfrente un gran templo de ídolos con dos patios.
Delante de un espacio cerrado por un lado y abierto por otro, bajo una hilera de gruesos pilares, había hecho José una construcción liviana de madera, dividida en varias partes por medio de tabiques, donde habitaba la Sagrada Familia.
Noté, por primera vez que detrás de aquellos tabiques tenían un altarcito ante el cual oraban: era una mesa pequeña cubierta por un paño rojo y otro blanco transparente. Encima pendía una lampara.
Más tarde vi a José, ya bien instalado allí y que a menudo salía afuera a trabajar. Hacía bastones con pomos redondos en la extremidad, cestos y banquitos de tres pies y levantaba tabiques livianos con ramas entrelazadas y tejidas.
Vi a la Virgen Santísima ocupada en trenzar alfombras y en otros trabajos: me parecía que hilaba. Vi a menudo gente que iba a visitarla y a ver al Niño Jesús que estaba a su lado, en el suelo, en una cunita.
Una vez lo vi sentado mientras María tejía a su lado teniendo junto a sí una cestilla con utensilios. José había construido no lejos de allí, un oratorio para los judíos, porque antes de llegar José no tenían lugar donde ejercer su culto religioso. En el centro había una mesa donde colocaban rollos escritos.
"Vi a la Virgen Santísima la primera vez que fue con el Niño al oratorio: estaba sentada en el suelo, apoyada sobre un brazo. El Niño Jesús, vestido de Celeste, estaba delante de ella, con las manecitas juntas sobre su pecho.
José parábase detrás de ella, cosa que hacía siempre, a pesar de que los demás se sentaban. Me fué mostrado el Niño Jesús cuando era ya grandecito y recibía la visita de otros niños. Ya podía hablar y corretear.
Estaba casi siempre al lado de José y lo acompañaba cuando salía. Tenía un vestidito semejante a una túnica hecha de una sola pieza. Como habitaban junto a un templo de ídolos, algunos de ellos cayeron hechos pedazos.
Había quienes se acordaban de la caída de aquel gran ídolo que estaba delante de la puerta cuando ellos llegaron y atribuían el hecho a la cólera de los dioses contra ellos. A causa de esto tuvieron que sufrir muchas molestias y persecuciones.
¿La Matanza de los Niños Inocentes?
Se apareció un Ángel a María y le hizo conocer la matanza de los niños inocentes por el Rey Herodes. María y José se afligieron mucho y el Niño Jesús, que tenía entonces un año y medio, lloró todo el día. La Matanza tuvo lugar en siete sitios diferentes.
Las tres torres del Palacio de Herodes: Mariamme, Fasael e Hippica rodeadas de los Patios en mención.
Se había engañado a las madres, prometiéndoles premios a su fecundidad; por eso ellas se presentaban a las autoridades vistiendo a sus criaturas con los mejores trajecitos.
Los hombres eran previamente alejádos de las madres. Los niños, separados de sus madres, fueron degollados en patios cerrados y luego amontonados y enterrados en fosos"., Cfr. -La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima-, Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo LXXXIII, Págs., 305 - 306,Tomo II, Libro II y V, (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Por la rivera del Nilo?
"Estuvieron diez y ocho meses en Heliópolis y teniendo Jesús alrededor de dos años, dejaron la ciudad por falta de trabajo y por las persecuciones de que eran objeto. Al mediodía se encaminaron hacia Menfis.
Mientras pasaban por una pequeña ciudad, no lejos de Heliópolis, descansaron en el vestíbulo del templo de un ídolo; éste cayó por tierra y se rompió en pedazos. La caída del ídolo produjo un gran tumulto entre los sacerdotes paganos, que detuvieron a la Sagrada Familia con amenazas e injurias.
Después de esto dejaron marchar a la Sagrada Familia sin hacerle daño. Caminaron, frente a Menfis.
Pensaron quedarse; pero no los recibieron en ninguna parte y hasta les rehusaron el agua para beber y los pocos dátiles que pedían.
La Sagrada Familia se dirigió al Norte descendiendo el río en dirección a Babilonia. Recorieron unas dos leguas por la ribera del Nilo. Llegaron a Matarea. José encontró allí algún trabajo.
Se instalaron en un lugar solitario, bajo una bóveda oscura, no lejos de la puerta por la que habían entrado. José construyó una casita liviana delante de esta bóveda.
También aquí cayó un ídolo, que estaba en un templo pequeño, y después todos los ídolos fueron derrumbándose uno tras otro. Un sacerdote tranquilizó al pueblo enfurecido recordándoles las plagas de Egipto. Los sacerdotes les dejaron el templo. José lo transformó en una sinagoga.
"Los judíos del país de Gessen habían ya conocido a la Sagrada Familia cuando se hallaba en On, y María hacía para ellos toda clase de labores de tejidos y bordados.
María no quiso nunca hacer cosas de puro lujo o inútiles, sino sólo objetos de uso habitual y las ropas que se ponían en las ceremonias del culto y cuando rezaban. He visto que a varias mujeres que habían ido a encargarle ropas y adornos de vanidad y de moda, María rehusó hacerles esos trabajos, aunque tenía mucha necesidad de recibirlos.
Algunas de estas mujeres la insultaron. Desde un principio la estadía de la Sagrada Familia en Matarea estuvo llena de dificultades; no había allí ni agua potable, ni leña para el fuego. Los habitantes quemaban hierbas secas y cañas.
La Sagrada Familia no comía la mayoría de las veces sino alimentos fríos. Más tarde José halló trabajo arreglando las cabañas del País. La gente lo trataba como a un pobre esclavo, pagándole el trabajo con lo que les parecía; a veces un salario, otras veces nada.
José llevaba consigo los instrumentos más indispensables, y así pudo instalarse con regular comodidad. Fabricó un hogar, varias mesitas y banquitos, ya que la gente del lugar comía sentada en el suelo. Vivieron en este lugar varios años.
En el el muro de la bóveda donde descansaba María, José había abierto una cavidad donde se puso el lecho del Niño Jesús.
Pude ver a María a menudo durante la noche, rezando de rodillas ante el lecho de Jesús. Había un lugarcito para el Niño, donde rezaba de pie, sentado o de rodillas"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo LXXXV, Págs., 308 - 311, Tomo II, Libro II y V, (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Una fuente de agua?
"En Matarea los habitantes no tenían más agua que la turbia del Nilo. María, con sus oraciones, halló una fuente. Cuando se establecieron tuvieron mucho que sufrir, porque no tenían para comer más que algunas frutas y bebían el agua mala del Nilo.
Como hacía tiempo que no tenían agua buena, José pensaba ir con sus herramientas y su asno al desierto hasta el manantial del jardín de los balsameros; pero estando María en oración apareciósele un ángel, quien le indicó que detrás de la casa encontraría una fuente de agua.
En esa fuente María hacía beber al Niño, lo bañaba, lavaba su ropa; y así quedó para uso exclusivo de la Sagrada Familia siendo desconocida para los demás, hasta que el Niño Jesús, ya crecido, pudo él mismo ir por agua y ayudar a María.
Una vez lo vi con varios niños junto a la fuente para darles de beber en el hueco de una hoja grande. Estos niños contaron a sus padres lo del agua, y de este modo acudieron otros a usar de la fuente aunque estaba para uso exclusivo de la comunidad judía del lugar.
Cierta vez que María rezaba arrodillada en medio del camino de su casa, vi al Niño Jesús que iba a la fuente con un recipiente para buscar agua. Era la primera vez que hacía esto.
María se emocionó profundamente cuando lo vió, y, siempre de rodillas, le rogó que no lo hiciera más por el peligro de caer al agua. El niño contestó que tendría mucho cuidado, porque su deseo era sacar agua siempre que ella lo necesitase.
"La fuente de Matarea ( Matariyah ó Matariya ) no tuvo origen por la oración de María: Ella sólo la hizo brotar de nuevo. La fuente ya existía, revestida de mampostería, aunque oculta bajo los escombros.
Veía a San José ocupado en su carpintería, y cuando llegaba la hora de dejar el trabajo, estaba triste, pues no le daban el salario y no tenía nada que llevar a su casa, donde se sufría grandes privaciones.
Afligido por estas preocupaciones, José se hincó de rodillas en el campo y expuso a Dios su necesidad rogándole que acudiera en su ayuda. He visto que durante la noche se le apareció un ángel en sueños y le dijo que los que buscaban la muerte del Niño ya no existían; que se levantara y preparase lo necesario para volver a la patria por los caminos frecuentados.
Le animó asegurándole su protección para que nada temiera. José hizo conocer esta orden a María y al Niño Jesús. Ellos, obedeciendo en seguida, hicieron los preparativos con la misma rapidez con que lo hicieron cuando debieron partir para Egipto.
Cuando conocieron al día siguiente su designio de partir, muchas gentes se entristecieron por su salida. Entre ellos había algunos judíos, aunque la mayoría eran paganos convertidos. Entre las personas buenas vi algunas madres con sus hijos, que habían sido compañeros de juego del Niño Jesús.
Cuando José hubo cargado el asno con las cosas necesarias se pusieron en camino acompañados por aquellos amigos.
El Asno era el mismo que había montado María al ir a Belén. Habían tenido también una burrita en la huída a Egipto, pero José en sus apuros tuvo que venderla"., Cfr. "La Vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Capítulo XCI, Págs., 322 - 323, Tomo II, Libro II y V, ( Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
La tradición cristiana señala que Theophilus (384-412 DC, Patriarca de Alejandría) recibió una revelación de la propia Virgen María, quien le relató algunos acontecimientos del viaje y varios de los lugares que visitaron en las riberas del Nilo. Los detalles se registraron en una crónica llamado el Mimar, escrita por Theophilus:
"La Familia comenzó a moverse por el sur a través de las montañas de Hebrón para luego ir al occidente hacia Gaza, en el Mediterráneo. Allí permanecieron dos días para recuperarse de su tremendo cansancio. Llegaron a El-Zaraniq a unos 35 km al oeste de Al-Arish. Allí se encontraron en la frontera que marcaba los dominios de Herodes y el Egipto romano, podrían considerarse en terreno seguro. Esta zona se llamaba Rinocolura, que etimológicamente quiere decir “los sin narices”, por referirse al castigo que sufrieron sus pobladores cuando los romanos les cortaron las narices. Desde allí se dirigieron al norte de la península del Sinaí.
Se detuvieron en uno de los oasis de Farma (Pelosium), lugares cercanos a la moderna ciudad de Port Said. Ya en el delta del Nilo llegaron a la localidad de Tel Basta cerca de la ciudad de Zagazig, a unos 100 km al noreste de El Cairo). Se dirigieron hacia el sur hasta Mostorod (a 10 km de El Cairo). Esta ciudad se llamaba antiguamente Al-Mahamma que significa “lugar de baño”, en conmemoración a que la Virgen María bañó al niño Jesús y lavó sus ropas. Siguieron su viaje hacia el noroeste a Belbeis (antiguamente Philippos) a 55 km de El Cairo y descansaron.
Partieron hacia Meniet Samannoud (Meniet Genah), ciudad situada al norte, para desde allí cruzar el Nilo hacia Samanoud (o Jemnoty), donde cuenta la tradición que fueron recibidos y alojados. Su periplo continuó hacia el noroeste hasta la ciudad de Sakha. El nombre copto de esta ciudad es Lysous, que significa “el pie de Jesús”, ya que existe una roca donde puede apreciarse la huella atribuida al pie de Jesús. Esta reliquia fue durante cientos de años escondida de ojos foráneos y sólo desde hace algunos años el público puede contemplarla.
La travesía continuó hacia el sur. Volvieron a cruzar el Nilo para establecerse cerca de El Cairo, en la comarca de Matariyah (Lo que nos dice la Beata Sor Ana Catalina Emmerick) y en Ain Shams, en territorio donde todavía se asentaba parte de la ciudad de Heliópolis.
Matariya era una hermosa aldea donde abundaban los sicomoros. No muy lejos se encuentra la única fuente de agua potable que surge en Egipto, también conocida como la fuente de María, por hacer uso de ella "., Cfr. La Vida de Jesús y su Santísima Madre, Ana Catalina Emmerick, Tomo Segundo, Libro II, IV Parte, Págs., 291 - 322.
¿Jesús y los doce pajarillos?
"Y Jesús, paseando con su madre María por la plaza de la población, vio a un maestro que enseñaba a sus discípulos. Y he aquí que doce pajarillos descendieron sobre donde estaban los discípulos con el maestro. Y Jesús, al observar esto, se paró, y se puso a reír. Y, viéndolo reír, el maestro se encolerizó. Y dijo a sus discípulos: Id y traédmelo. Y cuando se lo llevaron, el maestro lo agarró de una oreja. Y le preguntó: ¿Qué has visto que te haya hecho reír? Y Jesús le contestó: Maestro, he aquí mi mano llena de trigo. Yo lo he mostrado a esos pájaros, y he esparcido este grano, y ellos se han apresurado a venir por él. Y Jesús estuvo allí hasta que los pájaros se repartieron el trigo. Mas el maestro lo echó de la ciudad, con su Madre"., Cfr. Apócrifo de la Historia de la Infancia de Jesús, según, Santo Tomás, Cap. 2:1-11.
¿El ángel del Señor se apareció a María en Egipto?
"Y he aquí que el ángel del Señor se apareció a María. Y le dijo: Toma el niño, y vuelve a la tierra de los judíos. Porque los que querían su vida, han muerto. Y María se levantó y se llevó a Jesús. Y fueron a la ciudad de Nazareth, donde estaba la hacienda de su padre. Y cuando José salió de Egipto, después de la muerte de Herodes, condujo a Jesús al desierto, hasta que los que querían la vida del niño no turbasen a Jerusalén. Y dio gracias al Altísimo, porque le había dado la inteligencia. Y porque había hallado gracia ante el Señor Dios. Amén"., Cfr. Apócrifo de la Historia de la Infancia de Jesús, según, Santo Tomás, Cap. 3:1-8.
¿También el ángel del Señor se aparece a José en Egipto?
"Muerto Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño. Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los Profetas: "Será llamado nazareno", Cf. San Mateo 2; 21-23.
¿De Egipto a Tierra Santa?
San Mateo 2, 13 - 15.
"Siguieron el camino que pasa por Heliópolis, desviándose un tanto hacia el Mediodía en dirección de la fuente que había brotado mediante la oración de María. Aquel lugar se encontraba ahora cubierto de tupida vegetación, y el arroyo corría en torno a un jardín cuadrado, rodeado de balsameros.
Había muchos frutales de pocos años, datileros, sicomoros y otros más, y los balsameros eran casi tan grandes como cepas de vid de mediano tamaño. José había hechos pequeños vasos con la corteza de los árboles, elegantes, bien pulidos y untados con pez.
Con frecuencia hacía recipientes para diversos usos. Arrancó hojas parecidas a las del trébol de los ramajes rojizos de los balsameros y colgó de ellos los pequeños vasos de corteza para almacenar el bálsamo que destilaban los arbustos.
Al llegar a este lugar se despidieron los acompañantes en forma tierna y la Sagrada Familia permaneció allí varias horas. Vi a María lavando y secando ropa. Descansaron, llenaron sus recipientes y continuaron el viaje por las sendas más frecuentadas.
Los vi varias veces en este camino, donde no corrieron ningún peligro. El Niño Jesús, María y José llevaban, para protegerse del sol, la corteza de una planta muy grande sobre la cabeza, sujeta bajo el mentón con un paño.
Jesús llevaba vestidito pardo y calzado de corteza, fabricado por José, que le cubría la mitad de los pies. María llevaba sandalias. Con frecuencia los vi inquietarse porque el Niño apenas podía andar mucho tiempo por la arena ardiente, y tenían que detenerse para sacarle la arenilla de sus zapatitos.
"Otras veces lo hacían subir sobre el asnillo para que no se cansara demasiado. Los vi atravesando varias ciudades o pasando cerca de otras, cuyo nombre no recuerdo, excepto Rameses.
Cruzaron un arroyo que habían atravesado al ir: este arroyo iba del Mar Rojo al Nilo. José no querría volver a Nazaret, sino más bien establecerse en Belén su patria; pero estaba inquieto porque supo que en Judea reinaba Arquelao, también cruel y malo. He visto que al llegar a Gaza permanecieron unos tres meses.
Había en Gaza muchos paganos (¿Cómo hoy en día?). Finalmente un ángel ordenó a José que volviera a Nazaret, lo que hicieron de inmediato. Santa Ana vivía aún y sabía donde habitaba la Sagrada Familia, como también lo sabían algunos parientes.
El regreso de Egipto tuvo lugar en el mes de Septiembre. La edad de Jesús entonces era de ocho años menos tres semanas. En la casa de Nazaret había tres divisiones. La mayor y más arreglada era para María, adonde acudían José y Jesús para el rezo en común.
Cuando rezaban lo hacían de pie con las manos cruzadas sobre el pecho, y oraban en voz alta. Los he visto a menudo orar (en silencio) bajo la luz de una lámpara con varias mechas. En la pared había un candelero donde brillaba una luz. Fuera de estos casos cada uno estaba en su propio compartimento.
José trabajaba en su taller: lo vi haciendo listones, tallando palos y cepillando maderas, o transportando tirantes. Jesús le ayudaba en estos trabajos. María estaba de ordinario ocupada en coser y tejer con palillos, sentada, con las piernas cruzadas, y teniendo a su alcance un canastillo con los utensilios de labor.
Cada uno dormía en lugar aparte. El lecho consistía en mantas, que por la mañana eran arrolladas"., Cfr. "La vida de Jesucristo y de su Madre Santísima", Beata Sor Ana Catalina Emmerick, Religiosa Agustina, Capítulo XCII, Págs., 324 y 325, Tomo II, Libro II y V (Extractos). Con Aprobación Eclesiástica.
¿Desde niño Jesús se preparaba para la predicación?
San Lucas 2, 39 - 40.
"Durante aquel viaje rumbo a Egipto tuvimos distintas peripecias: fue un viaje cansador y Jesús a menudo lloraba. Desde niño Jesús se preparaba para la predicación: silencioso y atento, escuchaba al Padre que lo había enviado. Era un niño dulce y también inquieto, tenía mucha fantasía para jugar con los pocos juguetes hechos por José (Joseph): caballitos y carritos de madera, virutas con las que hacía cadenas y otras cosas de ese tipo.
Jesús colocaba los caballitos en fila e imaginaba largos viajes. Cuando vinieron los Magos, fue Él el primero que los descubrió. Para entonces hablaba muy bien, aunque ya desde los primeros meses de su vida terrenal supo pronunciar algunas palabras.
Teníamos un pequeño huerto que nos daba mucha verdura. Jesús ayudaba a José a cultivar. Jesús tenía una mirada que observaba hasta más allá de lo que veía.
Jesús tenía un pequeño banquito de madera clara, hecho por José. A veces, lo colocaba en un rincón de la habitación y se sentaba pensativo; a veces lo usaba para comer o para beber algo sentado.
En su manera de hablar fue sencillo y muy profundo. Mi niño no era ciertamente goloso, gustaba de los que Yo preparaba, comida pobre, comida sana. Muchas veces, Jesús recogía pequeñas flores y me las ofrecía: "Ponlas sobre nuestra mesa y míralas". Cuando Jesús tenía seis años y Yo le enseñaba a escribir, aprendía con mucha facilidad, ya que como hombre era perfecto, física o intelectualmente.
"Tenía seis años, la cara redonda, los rizos de oro un poco largos caían sobre su tierno cuello, me escuchaba con atención.
Nuestras comidas eran simples, era la forma de comer en aquella tierra, en aquel tiempo: pescado cuando era posible, cordero para las fiestas, miel, cebollas que ponía en agua salada y luego comiamos con pan, verduras... Tesoros que vienen de la tierra: ¡Verduras... Tesoros que vienen de la tierra: ¡Hortalizas, aceitunas, frutas! A Jesús le gustaban esos pequeños panes amasados con miel, era feliz cuando los sacaba del horno, los esperaba frente al horno.
Cuando Jesús permanecía silencioso mirando al Cielo, en aquel huerto nuestro, en las noches tibias, Yo Myriam lo miraba, ¡y el corazón me latía con fuerza! Lo miraba deslumbrada, ¡en Él se traslucía la divinidad! A Jesús no le gustaba cantar, prefería pensar y en esta forma rezar en silencio, intensamente. El rezaba al Padre (ABBA = Papito Dios), del cual venía.
Nuestra casa, como vosotros lo sabéis, era pequeña, pero para nosotros era muy bella. Amábamos esas pocas cosas, amábamos al perfume que venía del rosedal, amábamos nuestra pequeña huerta. Cuando Jesús tenía nueve años, una familia vino a vivir en una pobre casa de Nazareth.
En esa familia había un niño de seis años, de nombre Simón y estaba enfermo. Jesús iba a verlo. ¡Cuántos milagros hizo Jesús que el mundo no conoce! Jesús tenía muchos amigos, era el más veloz en las carreras, y a veces, buscaba de no serlo para dejarse así superar por sus pequeños amigos.
Jesús crecía. Yo hubiera querido detener los días y el tiempo. Trabajaba, oraba, pensaba...Se preparaba así para la más grande misión"., Cfr. "Mi vida en Nazareth", revelaciones de la Santa Madre de Dios a una Alma, Giuliana Buttini Crescio (1921 +2003), Capítulos II al IX, Págs., 12 al 30 (1981).
"A los cinco años aproximadamente, Jesús comienza a asistir a la escuela, cuya finalidad no era la de nuestras escuelas. Aquélla era la «casa del libro» (beth a sefer) para aprender de memoria el libro, es decir, la Ley y los Profetas. Allí Jesús aprendió a cubrir su cara con las manos cuando aparecía el tetragrama divino, las cuatro sílabas del nombre de Yavé. "Incluso el tetragrama divino", designación de Yavé, este vocablo sagrado delante del cual todo judío aprende a esconder su rostro, poniendo las manos sobre los ojos, no comporta por escrito sino consonantes. Este es, pues, el contexto religioso en que el alma de Jesús se abrió a la vida. Sus primeras experiencias religiosas con una vivencia del Absoluto", Cfr. Muéstrame Tu Rostro, Pbro. Ignacio Larrañaga (1928 - 2013), Pág., 373.
¿José lo protegía con mucho cuidado?
"Regresemos a aquel tiempo: ahora Jesús tiene diez años y un aire juicioso y tímido a la vez, su figura es delgada, pero fuerte, los cabellos rubios. Estos años de Jesús permanecen para vosotros oscuros, no obstante ya en aquellos años Él era luz. Jesús hablaba con sus compañeros, y ellos sin saber quién Él fuese, lo escuchaban. "Jesús es muy inteligente y nos habla muy bien, pero a veces no podemos comprender todo...".
¡Lo mismo sucede con vosotros! Jesús ha hablado al mundo, ¡no todos habéis comprendido! A los diez años Jesús era para mí una gran ayuda, me aliviaba en muchas pequeñas fatigas, me daba consejos humildemente, ¡era para Mí, Hijo, Dios y Hermano! Y amaba a José, y José lo protegía con mucho cuidado y lo consideraba también como un muchacho como los demás, y lo hacía trabajar; juntos trabajaban y eran felices en aquel tiempo.
Ya no cabía en esa camita que tenía junto a la mía, José le hizo una cama más grande y la pusimos en el fondo de la habitación, separada por una cortina, ¡Una cama de madera! Jesús en aquel tiempo tenía doce años y un día me dijo: "Immi, esta casa volará..." No comprendí, ¡El no me dijo nada más! Muchos no creen que nuestra casa haya sido trasportada tan milagrosamente y por un motivo: como una prueba, que los hombres verán en el tiempo.
"Cuando José nos dejó, sufrimos mucho dolor. José era para nosotros el amigo más querido, se ocupaba de nosotros, de las cosas materiales, trabajó mucho por nosotros y era grande su comprensión hacia Jesús, ¡como hombre y como Dios! Jesús tenía quince años, era ya muy alto y fuerte, y de mirada transparente. Miraba más allá y penetraba en las almas.
Jesús era entonces un hermoso muchacho y estaba en la edad en que muchos piensan en las jóvenes... Él: DIOS de DIOS no tenía ciertamente esos pensamientos. Él sabía para qué había venido, y sabía que como primer sacerdote debía hacer saber al mundo el valor de la castidad.
Mi hijo es Dios, y Dios está muy por encima de ciertos pensamientos y deseos. El piso de nuestra casa era de tierra y era difícil tenerlo bien en orden. Yo hacía lo posible. Las paredes eran de piedra... Para nosotros era muy hermosa la casa que voló.
Como ya he dicho, nuestra vida era, la vida cotidiana...¡los días de entonces! Todo esto era sólo en apariencia, ¡la vida de Jesús! Hombre - Dios, fue extraordinaria! Cuando tenía veinte años, Jesús trabajaba para Mí, para procurarme las cosas que necesitaba, y hacía trabajos bellísimos, especialmente en madera tallada.
José le había enseñado muy bien. ¿Cómo es posible? El hecho era demasiado grandioso para nosotros, seguíamos maravillándonos, sin embargo le enseñábamos a Jesús todas las cosas, como se hace con todos los niños. Cuando iba con Él, siendo pequeño, al mercado o al templo, lo miraban todos, su rostro atraía... Bastó esa mirada sobre ellos, para transformar a los apóstoles"., Cfr. "Mi Vida en Nazareth", Ob. Cit. Capítulos IX a XIII, Págs., 30 a 43 (Extractos), 1981.
¿Jesús crecía, José trabajaba?
"Cuando partimos para Egipto el viaje fue fatigoso y Yo estaba muy triste: no sabía cuando habría de volver a ver mi casa. Un burrito llevaba nuestras provisiones y durante el viaje todas fueron consumidas. Jesús fue alimentado con gran cantidad de agua endulzada: agua y miel y un poco de leche, que encontramos en el camino, en la que ponía el pan, que estaba seco.
Le di también un poco de queso y de dátiles. No es fácil vivir lejos de todos aquellos que nos quieren; pero tenía a Jesús para amar, y tenía la protección de José para consolarme. Yo, Myriam, hablo, porque deseo que conozcáis mejor, aún mejor, a Jesús, Dios de Dios. ¡Aquel que tomó sobre sí vuestros pecados! Aquel que os ha traído la Redención.
Aquel que os ha dicho que os améis los unos a los otros. Comenzaremos entonces a retomar las costumbres del tiempo pasado, volví a hacer el pan en mi horno, rejuvenecí la casa arreglándola con algunas flores y tejiendo una nueva cortina. En Egipto vivimos nuestra vida de todos los días, como lo hacíamos en Nazareth.
Jesús crecía, José trabajaba... Siempre hemos tenido lo justo y necesario, y siempre lo hemos apreciado. Nuestra pobreza fue digna y no deseábamos más, ni José ni Yo. Me faltaba mi pequeño huerto cuando estaba en Egipto, por eso sembraba un poco alrededor de la casa, pero la tierra no era buena como la de Nazareth.
"Estas cosas pueden parecer poco importantes, pero no lo son, la vida diaria transcurre igualmente, con más o menos fatigas. Tenía a Jesús y todo era entonces fácil para mí. La infancia de Jesús: un niño con pocos juguetes, con comidas simples: un niño que amó la naturaleza: ¡DIOS de DIOS! Cuando tuvo veinte años, trabajó para Mí, ayudaba a todos aquellos que necesitaban algo de Él.
Cuántas veces Jesús trabajó hasta muy tarde en la noche... Cuántas veces en las noches de verano, yo me sentaba en el jardín, y Jesús tenía abierta la puerta de la carpintería, así podíamos hablar entre nosotros de cosas que a mí me transportaba el espíritu a lo alto.
Así me decía Jesús mientras cepillaba una tabla o tallaba el respaldar de una silla: "La madera es más blanda que el hierro, Immi (Así Jesús llamaba a su Señora Madre Santísima), a la madera la puedo trabajar".
Los hijos en la tierra no son nuestros, ¡en el Cielo son nuestros para siempre! Jesús, tenía sus piececitos en las nuevas sandalias: las primeras eran sus primeros pasos, ya hablaba bien, ciertamente no pronunciaba las palabras con claridad, pero se hacía entender. Los piececitos en las nuevas sandalias: una suela un poco gruesa y una tira que cubría el pie y llegaba hasta el tobillo.
En las noches de verano nos gustaba cenar en el jardín. Poníamos la mesa junto a las rosas y generalmente comíamos verduras, queso y para Jesús ponía en la mesa también un tazón de leche y un poco de miel. Horas, que transformadas en Eternidad, se repetirán"., Cfr., "Mi Vida en Nazareth", Ob. Cit. Capítulos 14 al 16 (Extractos), Págs., 44 a la 53, 1981.
¿Pan grande de salvado?
"Una noche en el jardín, bajo la luz de la luna, habíamos apagado la lámpara para ahorrar un poco de aceite, Jesús pronunció por primera vez aquella oración: ¡Padre Nuestro! Tenía veinte años, José se había ido ya allá donde nos esperaba. Jesús era bellísimo: tenía la túnica blanca, los brazos en alto, la mirada luminosa. ¡Y aquella voz! Jesús oraba, había venido para redimir a la humanidad, enviado por el Padre.
Jesús tiene ahora veinte años: ¡trabaja, obra y ora! Una criatura perfecta: sin pecado, un rostro y una figura que es de admirar, aunque Él lleva pobres vestidos y no se hace notar. La mirada de Jesús atrae.
Y no lo digo Yo porque es Mi hijo y como toda madre lo veo mejor de cuanto Él pueda ser, no, ciertamente es una realidad: Yesúa (Jesús) como hombre es perfecto, ¡y como DIOS es DIOS! Él crecía en la sabiduría de las cosas que experimentaba, y como Dios, tuvo siempre sabiduría y conocimiento.
Y también Yo sabía que mi Hijo había de morir por la humanidad. Como Dios ha hablado al mundo, y se comprende que sus palabras, justamente por ser divinas, no cambian en el tiempo y son para todos y siempre nuevas. Recuerdo aquellos tiempos y aquel día en que Jesús cumplió veinticinco años.
Le regalé para esa fiesta un par de sandalias fuertes, para caminar, pero que también eran bastante lindas. Mi Hijo desea ser amado por vuestro yo, y no sólo con vuestras palabras.
"Esta noche, Takiní (Mi Amado Divino Hijo Mío), para cenar hay una hogaza (Pan grande de salvado) ¡Eran nuestras palabras de todos los días! Ciertamente Jesús pensaba también en su última cena: -Tomad y Comed...- ¡estas palabras son repetidas por los siglos! ¿Por qué Jesús Dios de Dios, eligió aquella tierra, aquel trabajo, aquella vida humilde? ¡Precisamente porque era Dios! La tierra más árida, una casa pobre, una vida común...
Podía haber sido un hombre de gran cultura y hablar a los más cultos fue un hombre de gran sabiduría: ¡Dios de Dios! ¡Ha hablado para todos! Sus palabras pueden deslumbrar a los cultos y a los simples: Él habla a las almas. "Takiní, para tu cena he preparado una porción de cordero...".
"Madre, agradezcamos a la Providencia y pidamos al Padre que bendiga esta comida". "Immi, has llegado a casa, Immi, ¡estarás para siempre Conmigo!". Cuando Jesús crecía, como todos los niños aprendía a hablar, a caminar, a distinguir las cosas, los colores, los sabores, los sonidos...
Como Dios sabía, Él en el Padre, Segunda Persona de la Trinidad, conocía todas las cosas. Esto es incomprensible, para todos, ¿pero cómo podéis todos vosotros comprender a Dios si sois hombres? ¡Amadlo y sabed que Él, Uno y Trino, os comprende! Tenía dos años, miraba su cabecita rizada y me maravillaba de ser su Madre.
Ser madre sin haber conocido hombre, es un misterio increíble para el mundo, pero DIOS quiso nacer de Mí: una mujer. "¡Myriam, qué responsabilidad y qué gracia custodiar a este niño! ¡Qué estupor hay en Mí!"., Cfr. "Mi Vida en Nazareth", Ob. Cit. Capítulo XVI al XVIII, Págs., 53 - 59, (Extractos), 1981.
"La juventud de Jesús estaba siendo ocupada por completo por el Admirable (San Lucas 2,49). La presencia iluminaba todo en este joven: lo que estaba encima y debajo, y lo que estaba al otro lado de las cosas. Era como cuando el sol embiste la tierra, la inunda y fecunda. Jesús era un muchacho normal pero no era como los demás: sus ojos estaban siempre bañados de un extraño resplandor, y miraba mucho para dentro de sí mismo como quien mira a otra persona que va consigo; y parecía que él no era él solo, sino que él era él-y-Otro. Sí. Alguien estaba con Él, y Él estaba con alguien como cuando desaparecen todas las distancias. Dicen que los puentes unen a los distantes. Pero aquí se tenía la impresión de que no había puentes porque, al parecer, ellos habían sido derribados por la intimidad. Y, en este caso, la intimidad era la Presencia Total, hecha de dos presencias. Con otras palabras, la intimidad era convergencia, cruce y fruto de dos Interioridades Infinitas", Cfr. Muéstrame Tu Rostro, Pbro. Ignacio Larrañaga, Pág., 386.
¿Los trabajos más simples?
"Cuando regresamos a casa, José y Yo, Yo con el niño Dios, estábamos felices, emocionados. Se parecía a Mí, Jesús no tenía ciertamente nada de los rasgos y la figura de José, porque no venía de él, venía de Mí y del Espíritu, ya que Jesús que es Dios, se hizo carne, desprendiéndose del Padre y unido por el Espíritu.
El primer juguete de Jesús fue un muñequito con alas, un ángel, que atamos sobre la cuna, se balanceaba y parecía que volaba. Y los ángeles estaban en la Gruta cuando Jesús nació y los ángeles están con vosotros, custodiando vuestra alma todos los días.
Y Jesús crecía, su cuerpo perfecto se hacía ágil y más esbelto perdía las redondeces de la infancia y asumía la fuerza de la juventud. Jesús de noche se acostaba temprano, y se levantaba al alba. Nuestra casita estaba sobre una pequeña colina, allí se llegaba por un sendero un poco escarpado.
Jesús desde jovencito, tuvo un caminar majestuoso. Jesús hacía los trabajos más simples a los siete años: cepillaba las tablas, serruchaba y ponía algún clavo y después con la madera sobrante o con los descartes hacía cincelados. "Immi (Madre Mía) subo al árbol y Tú abre el delantal que te arrojo las aceitunas".
Jesús bajó del árbol y me ayudó a poner en la despensa los canastos de olivas. Al día siguiente las llevaron al molino de aceite. José se entretenía mucho con Jesús, hablaban mucho por las noches, de cosas celestiales y Yo escuchaba.
"A Jesús le gustaba jugar con sus primos Santiago y Judas de Alfeo; Judas se le parecía, y se querían mucho. Aquel día vinieron a ver los cestos de nuestra pequeña cosecha de olivas, después les dí, a ellos y a Jesús, pancitos de miel y manzanas.
Cuando Jesús nació, José me dijo: "¡Myriam, me arrodillo ante Ti por tu pureza y me arrodillo ante Él por Su Divinidad!". "Hijo, ¡pero tu eres Dios!". "Madre, soy Dios de Dios, pero ahora soy también hombre y lo que el Padre me da es por amor a Mí que soy Su Hijo, parte de Él y soy Él: ¡porque Él Soy Yo!".
Yo Soy una mujer, nadie podía imaginar entonces, mientras caminaba entre las mesas del mercado de Nazareth, que era la "Señora" y viendo a Jesús, que se destacaba por su estatura, por la mirada, por la belleza, le ofrecían la mercancía. Aunque sus vestidos eran pobres, su forma de caminar de rey, impresionaba ciertamente a aquellos que lo veían.
No podían saber quién era: ¡el hecho era demasiado grandioso! Los hombres a duras penas creen en las cosas demasiado grandes y demasiado bellas: siempre que sean para el espíritu. ¡Las cosas sobrenaturales! Y en el tiempo se renuevan los recuerdos y el Sacrificio, Jesús baja a los altares y también Yo vengo con Jesús: ¡Yo, Su Madre y vuestra Madre! Era Dios, y Yo, para festejar su vigésimo cumpleaños, le preparé un buen pescado...
Vuelvo a sentir las voces juveniles de Jesús, de Santiago ( Jaime ) y de Judas ( Tadeo ) en aquella cena alegre, Yo los servía con alegría. Aquella vida simple, hecha de pequeñas cosas, que a Mí me parecían grandes, y formada por grandes cosas, que a Mí me parecían a menudo normales"., Cfr. "Mi Vida en Nazareth", Ob. Cit. Capítulos XIX a XXV, Págs., 60 - 76, ( Extractos), 1982.
¿Jesús hacía unos cestos?
"El día en que Jesús cumplió veinte años, Yo le dije: "Takiní, eres un hombre y eres Dios: ¡y aún el mundo no sabe que Dios se ha encarnado!..."Soy Tu Madre, he sido elegida para esto.
Cuando Jesús se preparaba para dejarme, mi corazón estaba muy triste, aunque sabía que se iba para hablar al mundo y para el bien del mundo, pero Yo era una Madre, y el dolor en Mí era grande, aún cuando amaba al mundo y me importaba el bien de todos. Son los sentimientos de las madres...temores, ansias, a veces dolor infinito: ¡la Cruz! Algunas veces, Jesús volvía por un breve tiempo.
Su Palabra es Palabra de Dios. Jesús estaba siempre muy activo, trabajaba, iba al huerto, sabía también sembrar, podar. "Madre, por voluntad del Padre, que me ha enviado, sembraré el amor en los corazones abiertos al amor". Cuántas cosas quisiera decirte de Jesús, que nadie conoce, y sin embargo era un muchacho y hacía cosas que también hacía tu hijo: observar, correr, jugar.
A los ocho años ya era muy juicioso, pero también era DIOS, Jesús con sus dos naturalezas que son difíciles de discernir para quien tiene una sola naturaleza ( para todos nosotros entonces), llena de límites.
Jesús a los ocho años trabajaba mucho con José, el trabajo no faltó nunca: tenían para hacer desde sillas hasta cunas, y hasta los bancos del mercado, y no solamente para aquellos de Nazareth sino también para los vecinos.
"El tiempo pasaba, uno, dos, tres años. Jesús tenía veinte años y Yo comenzaba a pensar cuándo se tendría que ir. Las palabras que teníamos Jesús y Yo hacían a nuestra vida intensa. Jesús amaba a los animales, esto se puede comprender fácilmente.
Jesús hacía unos cestos con ciertas hierbas del campo y los llenaba de flores y me las ofrecía: "Immi, tendrás muchos hijos y te traerán muchas flores...". Habíamos recorrido bajo el Sol el Sendero que desde Nazareth llevaba a nuestra casa.
Cuando Jesús era niño llevaba sandalias de cuero. En el verano, me gustaba mirar la belleza de sus piececitos desnudos, las uñas rosadas y el color ámbar de la piel. Cuantos recuerdos de la primera infancia de Jesús: ¡que son solamente míos! Veía la belleza por doquier, Él, como DIOS, se percibía a sí mismo, y en el Padre podía reconocerse...
Una vez más el misterio de la Trinidad...Una criatura es una, pero Dios, es creador y no puede entonces ser como las otras criaturas: ¡las criaturas vienen de Dios y son sus rayos! Yo también soy una criatura y por esto, cuando hablo de mi vida, recuerdo también las cosas de cada día: Son parte de toda vida terrenal las cosas y los días.
Miraba el rostro de Jesús iluminado por la luz de la llama. ¡Era el tiempo en que se cosechaban las aceitunas! Para nosotros era una fiesta. José en esos días trabajaba menos en el taller, nosotros lo ayudábamos con alegría y llenábamos los cestos, no muchos: la cosecha alcanzaba para una estación. Yo trataba de no usar demasiado aceite, solamente lo indispensable"., Cfr. "Mi Vida en Nazareth", Ob. Cit. Capítulos XXV a XXXV. Págs., 76 a 102, (Extractos), 1982.
¿Una pequeña batea de madera?
"Veo aparecer a mi Jesús, cual un rayo de Sol en un día de tempestad, un niño de unos cinco años de edad, rubio y hermoso con su vestidito de color azul que le llega hasta las redondas pantorrillas. Está jugando con tierra en el huertecillo.
Hace unos montecitos y sobre ellos planta ramitas como si quisiera hacer un bosque en miniatura; con piedrecitas hace unos caminitos. Quiere ahora hacer un pequeño lago a los pies de sus pequeñas colinas, y para esto toma el fondo de algún trasto viejo y lo entierra hasta el borde, luego lo llena de agua con un jarrito que mete en el depósito de agua, destinado para el lavadero o para regar el huertecillo.
Pero no hace más que mojarse la ropa, sobre todo las mangas. El agua se escapa del plato que está roto...y el lago se seca. José sale a la puerta y sin hacer nada de ruido mira por algunos minutos lo que el Niño está haciendo y sonríe. Después para que Jesús no vuelva a mojarse, lo llama.
Jesús se vuelve sonriendo y al ver a José corre a él con los brazos extendidos. José seca con una punta de su corta túnica las manitas llenas de tierra y mojadas y las besa. Entre ambos se traba una hermosa conversación. Jesús explica su trabajo, sus juegos y las dificultades en hacer todo ello. José observa y se interesa como si se tratase de una cosa seria.
"Luego le dice que al día siguiente le haría un pequeño lago, no con un plato roto, sino con una pequeña batea de madera, bien embreada, en la que Jesús podría echar verdaderas barquitas, de madera que él le enseñaría a hacerlas. Ahora mismo le traía unas pequeñas herramientas, propias para Él, para que sin fatiga aprendiese a usarlas.
La lección empieza. Jesús se pone rojo con el esfuerzo, aprieta sus labios, con cuidado corta y luego empareja la tabla con la garlopa y aunque está un poco torcida, le parece buena. José lo alaba y le enseña a trabajar con paciencia y amor. Regresa María, que había salido fuera de casa, se asoma a la entrada y mira. Los dos no la ven, porque tienen las espaldas vueltas.
La Mamá sonríe al ver el entusiasmo con que Jesús trabaja con la garlopa y el cariño con que José le enseña. Jesús presiente esa sonrisa, se vuelve, ve a su Mamá y corre hacia Ella con su tablita semi-emparejada y se la muestra. María la ve atentamente, y se inclina para dar un beso a Jesús.
Le compone los cabellos desordenados, le seca el sudor que corre por su rostro, escucha con amor a Jesús que le promete hacerle un banquito para que esté más cómoda cuando trabaje, José, derecho junto al pequeño banco, con la mano en la cintura, mira y sonríe. Asistí a la primera lección de trabajo que recibió mi Jesús. Toda la paz de esta Familia Santa está en mí"., Cfr."El Hombre-Dios", María Valtorta, Volumen I, Primera parte, Tomo I, Capítulo 62, Págs., 214 - 215, (Extractos), 1944. (FIN DE LA PRIMERA PARTE Y CONTINÚA EN LA SEGUNDA PARTE).
CATÓLICO MEMORÁNDUM PROFÉTICO